

Secciones
Servicios
Destacamos
ALBERTO MARTÍNEZ
Lunes, 30 de abril 2018, 00:27
Nadie baja de la cima a Rosa Real. Desde 1996, se alza como la única alpinista de la Comunitat Valenciana en haber coronado un ochomil. Todo un referente, aunque a ella le cueste admitirlo. A sus 54 años, esta profesora de Educación Física no puede vivir lejos de la montaña. Incluso ha decidido mudarse durante una temporada a Benasque. Disfruta al máximo organizando expediciones femeninas.
-¿Cómo es su vida en Benasque?
-Siempre he vivido en Valencia, pero me gusta la montaña y el Pirineo. Y al Valle de Benasque vengo desde hace más de 30 años. Tuve la ocasión de pedir una comisión de servicio y dije: «Ahora o nunca». Hay que aprovechar la oportunidad cuando llega. Hemos estado este curso e intentaremos estar el que viene también.
-¿Cómo llegó al alpinismo?
-Empecé a los 17 años en una época que era un poquito gris. Iba a un colegio de monjas. Era la época de la transición, pero muy incipiente. Yo tenía mucha inquietud por hacer cosas distintas a los deportes que teníamos ocasión de practicar. Contacté junto a dos amigas con el centro excursionista de Valencia. Ahí se nos abrió un mundo de amistades, formas de ver la vida y salir a la naturaleza y empezamos a escalar. Me enganchó. De las montañas valencianas, pasé a los Pirineos. De ahí vinieron los Alpes, después los Andes y luego el Himalaya. Poco a poco pero sin descanso.
-Entonces se convirtió en la primera y única mujer de la Comunitat en conquistar un ochomil.
-En parte es cuestión de suerte. Otras compañeras lo habían intentado antes y lo han intentado después y han tenido mal tiempo. A veces la montaña no te lo pone fácil. Por ahora, sigo siendo la única.
-¿Eso supone un orgullo?
-Yo no buscaba ningún récord cuando fui al Himalaya. Tuve la ocasión de ir formando parte de una expedición suiza. Tuve la suerte de que todo me fue bien, pero me lo planteé como experiencia personal.
-Han pasado 22 años. Es mucho.
-Lo sorprendente es que después no haya surgido más gente con ganas de probar este tipo de montañas, porque son espectaculares. No tiene nada que ver con el alpinismo que podamos hacer aquí. Las dimensiones son enormes, la exigencia física es muy grande y está la falta de oxígeno a medida que asciendes. Eso te pone muy al límite. Realmente, ahora no hay alpinistas valencianas interesadas en el himalayismo. Para mí ha sido un mundo maravilloso.
-¿Cuántos ochomiles lleva?
-Subí el Cho Oyu en 1996 y el Gasherbrum II, que está en Pakistán, en 1999. Esta fue una expedición patrocinada por la Universitat de València. Y en el año 2000 fui al Everest. Íbamos por la cara norte, que es una ruta un poco más difícil, y nos quedamos a 200 metros. Ahí no hice cima.
-¿Se siente un referente del alpinismo valenciano femenino?
-Para mí la montaña es algo muy personal. No puedes dar lecciones a nadie porque cada uno lo vivimos de una manera. Me gusta todo un poco, pero en nada soy una gran escaladora. Llevo tantos años y he hecho tantas cosas que tengo un historial importante.
-¿El alpinismo, más allá del deporte, está muy vinculado a la convivencia y la aventura?
-Para mí es una forma de vida porque ha condicionado mi trabajo, mi vida personal y mi tiempo libre. Pero me ha aportado tantas cosas que el bagaje es muy positivo. Mis mejores amigos los he encontrado en el mundo de la montaña. Mi pareja, también. Y es un entorno que te obliga a viajar, investigar... Eso te da otra visión de la vida. Cuando volvía de una expedición y había estado tres meses pasando frío y viviendo situaciones de riesgo vital, relativizaba muchísimo lo que a la gente le parecían problemas, como llegar tarde al trabajo, que se estropee el coche o haber discutido con la pareja. Me ha dado una visión más abierta de la realidad. Cuando estás en una tienda de campaña pasando frío y tienes sed y hay que fundir nieve para conseguir agua, el que está a tu lado, sea nepalí, pakistaní o ruso, está sintiendo exactamente lo mismo que tú. Eso te acerca mucho a la gente. Te das cuenta de que no hay diferencias más que de 'chapa y pintura'.
-¿Varias veces ha sido la única mujer en las expediciones?
-En el Himalaya, durante una época, siempre. Desde que empecé en los 80 hasta el año 2000, cuando fui la única chica en la expedición IPIX al Everest, siempre he ido sola con chicos. Bueno, con la excepción de la expedición al Pico Lenin. Eso fue en 1992, cuando junto a Marisa Puchades, Martina Levi y Concha Abad ascendimos esta montaña de 7.134 metros. Allí fuimos cuatro chicas en la que fue la Primera Expedición Femenina de la Comunidad Valenciana. Primera y última. Después de ir al Everest, formamos un grupo de alpinismo femenino apoyado por la marca Trangoworld. Desde entonces, casi siempre voy con chicas. Con este grupo de chicas, nos lo pasamos en grande. Hacemos montaña a nuestra medida y sin ninguna presión.
-¿Hay machismo?
-Es un deporte mayoritariamente masculino, pero todo depende de las personas con las que vayas. He ido con muy buenos compañeros en general. En general nunca he tenido problemas. Algunas veces sí he sentido que el hecho de que hiciera yo cumbre y no la hiciera un chico le podía molestar a determinado chico. O que yo no tuviera mal de montaña y uno estuviera tirado como una colilla en la tienda.
-¿Cómo se puede promover el alpinismo femenino?
-Hay que dejar fluir las cosas. Hay que dar formación, pero ha de ser una necesidad interior la que te lleve a ese mundo, porque es un mundo con riesgos. Hay que animar a las chicas que quieran animarse. Hay que evitar críticas o comentarios machistas que a veces te tiran hacia atrás: «¿Dónde vas tú sola con tantos hombres?», «¿Ahora te dejas el niño y te vas a la montaña?». Esos comentarios me han sobrado. La actitud machista la veo más en ese aspecto de censura que en la falta de apoyos, que hay igual para chicos que para chicas. En Alaska, en un reunión con los rangers, dedicaron mucho más tiempo a explicarnos a nosotras las normas y las medidas de precaución que el que dedicaban a otros grupos expedicionarios que eran masculinos o mixtos. Siempre hay cierto proteccionismo de cara las chicas.
-Es licenciada en Medicina y Cirugía. ¿Es una ventaja?
-Claro. Muchas veces he ido como médico de expedición, no sólo como alpinista. Muchos problemas de patología de la altitud los he solventado gracias a mis conocimientos de medicina. Y si ha habido algún accidente, lo hemos solucionado.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.