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Moisés Rodríguez Plaza
Jueves, 9 de abril 2015, 13:04
"Él está viviendo un sueño. Desde pequeño le ha gustado todo lo que desprendiese olor a gasolina". Así, en dos sencillas frases, se puede definir al gandiense de casi 42 años que ha participado en la primera victoria de Sebastian Vettel en Ferrari. Este valenciano formado en la Universitat Politécnica es un importante eslabón en la cadena que, en parte, ha reconstruido el alemán para tratar de reeditar la era gloriosa del Cavallino con Michael Schumacher. La Scuderia devolvió a Toni Cuquerella al lugar donde siempre ha querido trabajar: el paddock de la Fórmula 1.
Y para ello se formó durante toda su vida. Desde que pidió marcharse de casa para estudiar en Madrid, donde aprendió idiomas desde la Secundaria, hasta que concluyó la Ingeniería Industrial pese a un primer curso desastroso. "Aprobé una asignatura", ha admitido en alguna de sus conferencias en la Politécnica, donde a día de hoy sigue colaborando siempre que su vertiginosa agenda se lo permite.
Desde bien pequeño, a Toni Cuquerella le interesaron los coches y le fascinaron los motores a explosión. En familia cuentan lo minucioso que era con sus coches teledirigidos. El primero era con baterías. "Recuerdo que yo las llevaba en la mano mientras él manejaba el coche. Eran enormes y valían una fortuna", comenta Antonia, su madre.
Luego se pasó a los coches de gasolina. Ahí se complicó todo un poco. Había que poner a punto el bólido y, claro está, como Toni ya competía, ir cambiando de automóvil para mejorar. Él ya se encargaba de todo: tanto de la mecánica como de vender y comprar piezas a través de una revista de modelismo. "Era gracioso verlo entre otros aficionados más mayores. Él era el único niño", rememora Antonia.
La madre aún guarda ese último coche teledirigido, pieza del hipotético museo de alguien predestinado a dedicarse a coches más grandes. "A su padre le gustaba, pero él lo llevaba en las venas", indica la madre, quien influyó en que Toni Cuquerella no quisiera hacer carrera como piloto. Él mismo también se dio cuenta de que sería más complicado ganarse la vida al volante que como ingeniero, tal y como está diseñado en la actualidad el mundo del automovilismo profesional. Pero es que a su madre le horrorizaba que pudiera tener un accidente: "Yo pensaba: Si le pasa algo a este chico, yo me muero".
Y es que la familia se había visto sacudida por el dolor con el fallecimiento de Faustino, el padre de Toni, cuando él tenía nueve años. El hoy ingeniero en Ferrari hizo sus pinitos en el karting, e incluso años después participó en una carrera de monoplazas con motores Renault de 2.000, para la cual pidió apoyo a la Politécnica. "Nos trajo un dossier para presentar qué pretendía hacer. Estaba muy bien elaborado. Aún lo conservo, no de por quién es, sino porque me llamó la atención. Un día se lo enseñé y me respondió: ¿Todavía tienes eso?, comenta Vicente Macián, quien fue profesor de Toni Cuquerella y actualmente es catedrático y director técnico del instituto CMT Motores Térmicos.
Pero lo que no pudo -ni quiso- parar Antonia fue el momento en que su hijo Toni agitó las alas para alzar el vuelo. Sucedió con 14 años y quiso marcharse a estudiar la Secundaria a Madrid. Faus, su hermano mayor, le había hablado de la formación que podían ofrecerle en el colegio San Estanislao de Kostka, donde él realizaba su formación. Se le abrieron los ojos cuando le detalló la posibilidad de aprender varios idiomas, algo imprescindible en el automovilismo de competición. E hizo las maletas, utensilio que desde entonces ha sido indispensable en su vida.
Luego llegó la etapa universitaria en Valencia, en la Politécnica, donde también se le recuerda por su gran interés por los motores. "Era muy apasionado, y buen estudiante. Te dabas cuenta desde el primer momento porque hacía preguntas complicadas", recuerda Vicente Macián, quien impartió clase a Toni Cuquerella en el último curso.
Le dio la asignatura de motores de combustión interna alternativa, cuyas clases eran los lunes a primera hora. "Antes de entrar hacíamos un análisis de lo que había ocurrido en la Fórmula 1. Le interesaban todo tipo de carreras", señala Macián.
Este catedrático constata la "enorme" afición de Toni Cuquerella por el automovilismo. El hoy coordinador de los ingenieros de Ferrari estuvo en una escuela de conducción de Montmeló y se volcó en el proyecto de correr aquella carrera de fórmulas para la que pidió apoyo a la Politécnica. "Le conseguimos los patrocinadores, e hizo podio. El anhelo de cualquier aficionado es subirse a un coche, pero él comprendió que como piloto iba a ser casi imposible hacer carrera", indica Vicente Macián.
Prácticamente no había concluido sus estudios, y ya estaba trabajando en las carreras. "Es de los alumnos de la universidad que ha hecho progresión en el automovilismo de competición, en ese sentido es un pionero", comenta con cierto orgullo el catedrático de la Politécnica. En esos inicios, trabajó como ingeniero en el equipo de la Fórmula Nissan de Adrián Campos.
Curiosamente, en esos inicios, Toni Cuquerella fue ingeniero de pista de un piloto entonces desconocido y con el que hoy coincide en el paddock del Gran Circo, Fernando Alonso. "Es un gran profesional y serio, sabe perfectamente cómo hacer su labor en un equipo de Fórmula 1", valora Adrián Campos.
En aquella primera etapa en un equipo de competición, Toni Cuquerella aprendió mucho de Ermanno Cuoghi, el mecánico jefe de confianza de Niki Lauda. Fue el director técnico del equipo de Campos en aquella etapa y, por lo tanto, tenía a sus órdenes al gandiense.
Posteriormente, Cuquerella firmó por BMW, donde tendría su primera aventura en la Fórmula 1 como ingeniero de pista de Robert Kubica. Adrián Campos lo reclutó de nuevo, esta vez para el Gran Circo, como responsable de ingenieros de Hispania. Luego regresaría a la marca alemana, donde principalmente ha trabajado en el DTM.
Pieza fundamental
Dicen de Toni Cuquerella que no le importa dormir en un sofá unas horas, o directamente pasarse una noche en vela para que todo esté en su sitio. Ferrari lo contrató como coordinador de ingenieros, una pieza clave del puzzle que conforma el equipo de carreras. El valenciano ha de servir de nexo entre una y otra parte del box, entre el ingeniero de Vettel y el de Raikkonen, que la información fluya y se comparta. Al fin y al cabo, que la Scuderia vuelva a funcionar como un equipo. Quizás un paso trascendental para que le llegue la oportunidad de ser director técnico en un proyecto ambicioso de Fórmula 1.
Para ello trabaja de forma incansable, ahora en Maranello y en cada GP, de momento, Australia y Malasia. Dentro de su trepidante vida laboral, siempre que puede se escapa para ver Susana, su mujer, y Pablo, su hijo de tres años. A su madre, a sus hermanos. A volver, como este fin de semana, aunque sea durante un día al anonimato que le concede su querida Gandia.
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