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La frenada de Alonso

La frenada de Alonso

Han pasado diez años desde que ganó el primer Mundial hasta pinchar con McLaren. Ha cambiado cuatro veces de escudería, otras tantas de casa y tres de pareja sentimental

FERNANDO MIÑANA

Jueves, 8 de octubre 2015, 21:32

Fernando Alonso es como la PlayStation. En su disco duro hay decenas de circuitos. Y el piloto se los sabe todos de memoria. Si entorna los ojos es capaz de imaginarse el trazado, qué velocidad alcanza en la recta, en qué marcha entra en cada curva y en cuáles se sube a los pianos. También dónde acabó vencedor. A sus 34 años ha pilotado en más de 250 autódromos, pero hay uno, el Juan Carlos Pace, que jamás olvidará.

Allí, en la pista paolista de Interlagos, en Brasil, se proclamó campeón del mundo por primera vez hace diez años. Quién no recuerda la imagen, una de las postales del deporte español, con el asturiano subido de pie encima del mítico F25 de Renault, ya sin el casco y con el pelo alborotado, los puños bien prietos y la cara roja de euforia mientras gritaba bien alto: «¡Toma! ¡Toma! ¡Toma!».

De aquel 25 de septiembre de 2005 al reciente 27 de septiembre de 2015, el día que pincharon la radio justo cuando escupía una frase llena de culebras «¡Esto es un motor de GP2!», han pasado mucho más que diez años. Alonso, frustrado, pilotaba un McLaren incapaz de competir con los mejores en Suzuka. Aquel joven tímido e impetuoso que maravilló al mundo desde su bólido azul, que tintó España de polos, camisetas y banderas de ese mismo azul, es ahora un hombre más sereno, más cauto y, sobre todo, más curtido. Durante estos últimos diez años en el gran circo su vida se ha balanceado como un péndulo. Hubo días alegres y días tristes. Temporadas triunfales y años ruinosos. Es el último decenio de Fernando Alonso (Oviedo, 1981).

La ambición sigue intacta. Ya no es el chico de 23 años que en 2005 exclamó, mientras se zampaba unos huevos fritos en el hotel Crown de Brisbane, que iba a ser el nuevo campeón del mundo. Ahora, en 2015, su rabia por el poco competitivo motor Honda de su bólido solo tiene una explicación: él sigue pensando, como en aquel primer Gran Premio de Australia de hace diez años, que puede volver a estar en lo más alto del podio.

«Lo único que se le puede discutir a Fernando son sus decisiones, que a veces son muy viscerales. Pero fichó por Ferrari porque era su sueño de siempre y nadie hubiera imaginado en ese momento que Red Bull iba a ganar después cuatro títulos. Y luego se marchó a McLaren sabiendo que iba a estar dos años sin triunfar. Pero, ojo, es posible que el tercer año vuelva a tener un coche para ser campeón del mundo», explica alguien de su entorno.

¿Año sabático?

Nadie quiere dar su nombre y muy pocos conceden algún comentario sobre Fernando Alonso. El círculo íntimo del piloto camina como las legiones romanas en formación de tortuga. En cada vértice, uno de sus pilares. Su padre, José Luis, el hombre que lo llevaba, conduciendo las horas que hicieran falta, por todos los circuitos siendo un niño; Luis García Abad, su representante; Lara Álvarez, la presentadora de televisión que es su actual pareja; y los fisioterapeutas Edoardo Bendinelli, casado con su hermana Lorena, y Fabrizio Borra, con quien trabaja desde los tiempos de Minardi, sus orígenes en la F-1, a principios de siglo.

Uno de sus colaboradores es José María Rubio, quien escribió durante años las crónicas de la F-1 para la agencia Colpisa. «Apenas ha cambiado en diez años. Es el mismo. Sigue trabajando con la misma gente y teniendo los mismos amigos del colegio, que ahora se encargan del museo que lleva su nombre. Ni siquiera se ha hecho más presumido. Ni le gusta ostentar. No tiene yate, jet privado ni nada. Ni comiendo abusa de los caprichos; solo el cachopo un filete de ternera relleno de jamón y queso, que es sagrado cuando regresa a Asturias».

Sus cambios más significativos son de escudería, de hogar y de pareja. De aquel Renault triunfal que volvió a encumbrarle en 2006, su segundo título, se marchó a McLaren, una elección con un poso de melancolía por los tiempos en los que corría en kart con una réplica en miniatura de ese monoplaza. También por la época dorada, cuando él era un chaval, con dos leyendas al volante como Alain Prost y Ayrton Senna. Solo duró un año demasiado tenso por los pulsos con su compañero Lewis Hamilton .

Después regresó dos temporadas a Renault la marca que, por cierto, ha comprado Lotus para volveR a la F-1 y luego cumplió su sueño de fichar por Ferrari. En la Scuderia perdió el título en Abu Dhabi por un fallo desde el muro que le costó el puesto al estratega Chris Dyer. Este año ha regresado a Woking inspirado por el proyecto McLarenHonda. Pero no habrá resultados espectaculares hasta 2017 y en los tabloides británicos ya se especula con que Fernando Alonso podría tomarse un año sábatico en 2016.

Ahora vive en Dubái

«Lo normal, por su talento, pues solo Lewis Hamilton es tan bueno como él, es que Fernando hubiera ganado dos o tres títulos más. Lo que no fue normal es que el equipo Ferrari se descuajeringara entero por un cúmulo de ciscunstancias», dicen de él. Y un dato avala a quienes le señalan como el número uno. Solo dos compañeros de escudería han acabado la temporada con los mismos o más puntos que el ovetense: Jarno Trulli le superó en 2004 en Renault y Lewis Hamilton empates en 2007 en McLaren.

Fuera del circuito

  • Raquel del Rosario, su mujer entre 2006 y 2011. Su primera relación seria fue con la cantante de El sueño de Morfeo, con quien se casó en 2006. A finales de 2011 anunciaron su separación.

  • La presentadora Lara Álvarez, su actual pareja. Después de Raquel del Rosario, encontró la paz con la modelo rusa Dasha Kapustina. Con Lara Álvarez parece que va en serio (en la foto con la madre del piloto). La fue a visitar a Honduras mientras la periodista gijonesa presentaba el programa Supervivientes. Están juntos desde 2014.

  • 1.778 puntos ha sumado en la F-1 desde que debutó en 2001. Nadie tiene más que él.

  • Su padre preside un museo con 16 bólidos. Este año se inauguró en La Morgal (Lugo de Llanera, Asturias) el Museo Fernando Alonso después de siete años de obras. Su padre es el presidente y cuenta con 270 piezas, incluidos 16 monoplazas. También hay un gran circuito de karting.

Las otras mudanzas llegaron fuera de los circuitos. Alonso ha cambiado varias veces de residencia estos diez años. El bicampeón del mundo ha residido en Oxford (Inglaterra), Lugano (Suiza) y Oviedo, en un pueblo a las afueras de la capital. Su regreso a España fue muy aplaudido porque el 33% de sus ganancias se las llevaba Hacienda y, según la revista Forbes, Alonso fue en 2014 el decimoséptimo deportista que más dinero ganó en todo el mundo y primer español con una cantidad estimada en 35,5 millones de dólares (unos 31,5 millones de euros). Ahora vive entre Oviedo y Dubai. En sus vaivenes trató de comprar un equipo de ciclismo, su otra pasión, pero al final no cuajó.

Su vida sentimental también ha dado grandes saltos. Dejó atrás dos amores de juventud: Rebeca, la hija del dueño del bar del circuito de karts donde se entrenaba, con quien llegó a coincidir en Oxford, y Carolina Costa, la hija de un empresario catalán vinculado al mundo del motor. La relación con Raquel del Rosario, cantante de El sueño de Morfeo acabó en boda.

Ambos anunciaron en 2011 que su relación se había roto y el piloto buscó consuelo con la modelo rusa Dasha Kapustina. Su actual pareja es la presentadora de televisión Lara Álvarez, que le ha cambiado la perspectiva. «La vida personal es lo que de verdad importa, la que te sostiee cada día». Cuando salió del hospital, después de sufrir un grave accidente en Montmeló, dio las gracias a su entorno y añadió: «En especial a ti, Lara».

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