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DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO
Madrid
Domingo, 27 de marzo 2022, 18:39
Charles Leclerc y Max Verstappen nos van a dejar una temporada que puede hacer empequeñecer la histórica campaña 2021. La pelea con la que se resolvió el segundo gran premio de la temporada, en Arabia Saudí, dejó claro que son dos campeones (uno coronado y otro por coronar) que se respetan, se admiran y se temen a partes iguales.
En este caso, la moneda cayó del lado del neerlandés. Después de una carrera en la que parecía que iba a ser el mismo vencedor que en Baréin, en las últimas diez vueltas el vigente campeón dejó claro que no va a entregar la cuchara, y menos a estas alturas, con facilidad. Leclerc acabó claudicando tras defenderse como un león y aunque tuvo la suerte en su contra a tres giros de la meta (una inoportuna bandera amarilla por un toque entre Stroll y Albon en el primer sector le impidió atacar en el punto óptimo para Ferrari), felicitó a su rival con deportividad.
En el podio les acompañó un hombre que se está acostumbrando al sabor del champán o, mejor dicho, champín. Tres podios seguidos para Carlos Sainz y los tres en países donde el alcohol no se permite. En este caso le tocó el tercer peldaño del cajón, tras defenderse durante toda la carrera de Sergio Pérez (con investigación incluida porque el mexicano le pasó tras pasar la línea del coche de seguridad), acabó en una más que decente tercera plaza. La victoria se resiste. Y no fue un inicio de carrera fácil para el madrileño. Una hora antes de la salida, un susto en forma de cable que estaba mal conectado hizo que los mecánicos se afanaran para repararlo a tiempo y evitar que fuera otro de los abandonados antes de salir a pista, caso de Mick Schumacher (accidentado el sábado) y Yuki Tsunoda (cuyo motor Honda dijo basta en la vuelta de formación). Más puntos para Sainz, que se mantiene segundo en la clasificación general por detrás de su compañero.
Fernando Alonso acabó el Gran Premio de Arabia Saudí notablemente enfadado. No tuvo su día, pese a que el ritmo estaba ahí, y esta vez se vio fuera de carrera antes de tiempo. Algo huele raro en Alpine, y hay dos incidentes de esta carrera que van a dar mucho de qué hablar.
El primero ocurrió en la vuelta 10. Después de una salida más que aceptable en la que Alonso sostuvo la séptima plaza, se vio de repente con un buen rendimiento de sus ruedas, suficiente como para pelearle la sexta posición a su compañero Esteban Ocon. El francés había cedido la quinta plaza con George Russell, el mejor piloto de Mercedes en este fin de semana, y dado que parecía que no encontraba las prestaciones, todo apuntaba a un sencillo intercambio con su compañero. Así se ha hecho siempre, normalmente con órdenes de equipo como ocurrió en Baréin.
Si hace siete días Alonso obedeció sin mayores problemas, en esta prueba Ocon demostró que tiene serias dificultades para ser compañero de equipo. Su innecesariamente dura defensa sobre el asturiano, que tuvo que clavar los frenos varias veces para evitar un accidente, no solo dejó con cara de pasmo a todos los mecánicos y al propio Otmar Szafnauer, jefe de la escudería desde este año, sino al mismo Alonso. El galo se comportó con su compañero como si fuera un rival más con el que estaba peleando a final de carrera por un podio. Todo lo contrario: era por un sexto y estaban en los primeros compases de la carrera. Alonso acabó ganándole la plaza, pero como admitió después, ese incidente les hizo perder mucho tiempo a ambos y propició que los de atrás se acercaran.
Ya en la recta final de la prueba, Alonso se veía en posiciones relativamente cómodas. El devenir de la carrera había propiciado que Kevin Magnussen llegara con el sorprendentemente competitivo Haas a ese punto de la carrera en sexta plaza pero con las ruedas ya muy desgastadas. Alonso no quiso esperar a que entrase en boxes porque tenía entre ceja y ceja el quinto puesto, hipotético aún pero posible. Apretó y abandonó. En el equipo Alpine tendrán dos semanas para investigar qué ocurrió con el coche de Alonso, en cuyo volante se leía un elocuente 'Engine kill' (motor muerto). Instantes antes habían tenido que aflojar por un coche de seguridad virtual tras un accidente de Latifi, y temen que ese cambio de ritmo les pudiera perjudicar, algo que irónicamente también le pasó prácticamente a la vez a Daniel Ricciardo y a Valtteri Bottas: tres coches con tres motores distintos abandonar por rotura en la misma vuelta.
La próxima cita será en dos semanas, en Australia, y se verá ya el Alpine A522 azul, con los colores que lucirán durante toda la temporada. Quizá para entonces el rosa sea un agrio recuerdo, y no por una cuestión cromática, sino porque no ha sido, ni mucho menos, el inicio deseado.
Fernando Alonso se mordió la lengua, a medias, cuando le preguntaron después de la carrera del GP de Arabia Saudí por lo sucedido con Esteban Ocon. Esa defensa al límite del francés con su propio compañero les costó caro, no tanto en tiempo o resultados (ya que eventualmente acabó abandonando), sino porque se arriesgaron demasiado.
«Nos hizo perder un poco de tiempo, pero en Bahréin también luchamos en el primer stint. Allí teníamos diferentes estrategias, él salió con neumáticos nuevos. Hoy teníamos los mismos neumáticos, y mi coche parecía ir un poco más rápido. Intenté pasarle e irme, concentrarme en Bottas, porque creía que tenía un poco más de ritmo», relató Alonso, sin ahondar mucho en una herida que queda por ver si no se abrirá más.
Pero más allá de eso, el abandono duele porque esta vez sí tenían competitividad. Alonso estrenaba aquí un nuevo motor de combustión después de los problemas en Baréin y abandona: no es lo que estaba en el plan. «Hoy lo vimos que tenía un poco más de ritmo, mi coche iba bien, y perdimos esa 6º posición. Son muchos puntos perdidos hoy, en Bahréin también tuvimos un problema, así que dos carreras dos problemas, pero el ritmo está y creo que tenemos que ir contentos en ese sentido por lo menos», se resignó.
Por su parte, Carlos Sainz se siente cada vez mejor con el F1-75 y los problemas de rendimiento y sensaciones parecen ser menores, incluso pese a que en este GP de Arabia Saudí acabó un puesto por detrás de lo logrado en Baréin.
Lo analizaba él mismo tras el tercero en Yeda: «En el campeonato estamos ahí. Lo que es importante para mí en estas primeras carreras, mientras no me sienta cómodo con el coche, es no perder demasiados puntos y creo que lo estoy haciendo bien. En este sentido creo que hacer dos podios con un coche con el que no estoy yendo cómodo como sí iba el año pasado creo que es importante, y a la que el coche lo ponga un poquito más a mi gusto y pueda conducirlo mejor, estos puntos van a servir de cara al campeonato».
Y es que Sainz sabe que en cuanto tenga el monoplaza por la mano, va a suponer una seria amenaza para Charles Leclerc. «Ha sido una carrera complicada desde el principio. Yo creo que he salido bastante bien, pero me ha cerrado un poco ahí Charles y no he podido quizás adelantar habiendo salido un poco mejor que ellos. A partir de ahí he sufrido un poco con la (goma) media y luego con la dura iba un poco mejor. Yo creo que hemos hecho un pasito adelante respecto a la primera carrera. Hoy me he sentido un poco más cómodo con el coche, he podido apretar un poco más y he ido un poco mejor», analizaba de manera escueta, antes de pensar ya en Australia, la próxima cita del campeonato en dos semanas.
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