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david sánchez de castro
Madrid
Sábado, 23 de octubre 2021, 18:41
El Gran Premio de Estados Unidos es el primero de los seis escenarios donde se resolverá el Campeonato del Mundo 2021 de Fórmula 1. Queda casi todo por decidir, por suerte para los aficionados, empezando por la incógnita más relevante: quién lo ganará. Lewis Hamilton y Max Verstappen no dejarán ni una pulgada a su rival, como ha quedado claro en las dos primeras jornadas en Austin, y si en otros años hubo menos emoción de la deseable –mediáticamente hablando–, esta recta final será no apta para cardíacos.
Que la campaña actual esté llena de emoción no tapa lo que, sobre el papel, va a ser uno de los mayores cambios de paradigma de la historia de la Fórmula 1. El gran cambio normativo de 2022 redibujará el actual mapa deportivo de la competición, empezando por el propio aspecto de los monoplazas (más pequeños, afilados y aerodinámicamente 'sencillos') y pasando por el 'statu quo' de los dominadores. Los más optimistas creen que se verán carreras mucho más igualadas, en las que no habrá uno o dos pilotos optando cada fin de semana por las poles y las victorias, sino que se abrirá el abanico a otros tres o cuatro y, con suerte, unos pocos más.
Para alcanzar ese grado de excelencia, cada equipo ha afrontado el desarrollo de los próximos monoplazas de manera muy distinta. El cambio técnico va acompañado de una radical decisión que ya se llevaba planteando desde hace años: imponer un techo de gasto. Aunque no entran los sueldos de los pilotos aquí, sí se limita de manera notable cuánto dinero pueden gastar las escuderías en el desarrollo de sus nuevos coches, lo que en teoría impondrá una mayor igualdad. Imponer un tope de gasto no implica necesariamente una eficiencia de los recursos, pero es la gran esperanza de equipos de la zona media-baja para dar un paso adelante y acercarse a los que, irremediablemente, seguirán estando en la zona noble de la parrilla.
Hacer cábalas en octubre de 2021 sobre lo que pasará en 2022 es temerario, pero nadie espera ver a Haas o a Alfa Romeo (si es que se sigue llamando así, ya que Andretti Autosport va a meter la cuchara en breve) peleando por victorias. Mercedes, Red Bull, Ferrari o McLaren serán candidatos firmes a estar en la zona alta. Nadie, o solo los más osados, se atreven a dejar fuera de los candidatos a los equipos que han dominado la Fórmula 1 en las últimas décadas, con permiso del bienio de la Renault de Fernando Alonso y Flavio Briatore en 2005 y 2006.
Precisamente, la actual Alpine es una de las grandes incógnitas. Tanto Fernando Alonso como Esteban Ocon, así como los responsables técnicos y ese triunvirato que lo comanda (Budkowski, Rossi y Brivio), se muestran cautos pero optimistas. Muchas de las decisiones que han tomado para el coche de 2022 ya se pueden intuir en el A521, algunas arriesgadas en la unidad de potencia –así se explica el abombamiento de la tapa motor del coche azul– y otras derivadas de lo que han visto en otros monoplazas. Como dijo un sabio: inventar es copiar bien. El equipo anglo-francés es uno de los que ya lleva tiempo derivando buena parte de sus recursos al coche del año que viene. Tanto Alonso como Ocon dedican una parte significativa de su tiempo en el simulador a desarrollar y probar diferentes caminos técnicos que van a implementar en el próximo coche, algo que no es exclusivo de ellos.
En Ferrari, por ejemplo, estimaba Carlos Sainz que buena parte de su día a día en Maranello era probar cosas para 2022. Concretamente, lo cifraba en un 80%, lo que da buena muestra de la ambición con la que afrontan el cambio normativo. La escuadra italiana lleva demasiados años buscando colarse en la zona noble de manera constante, y no es casual que Mattia Binotto, el jefe del equipo, no vaya a volver a un circuito esta temporada porque prefiere seguir en directo el diseño y creación del próximo monoplaza. La escuadra italiana ha emprendido una profunda revolución y poco queda de la que campeonó en 2007 por última vez, empezando por los propios pilotos. Tanto Carlos Sainz como Charles Leclerc han mostrado una competitividad más que aceptable que tienen que afianzar en 2022.
Un actor fundamental en la actual Fórmula 1 es Pirelli, y ellos llevan el trabajo avanzado. Días antes de llegar a Austin, el probador de Alpine Daniil Kvyat fue el encargado de realizar los últimos test de desarrollo con los neumáticos de 18 pulgadas que llegarán al 'gran circo' (ya se ven en categorías inferiores como la F2 y la F3) en 2022. Los datos obtenidos en las diferentes pruebas que han realizado todas las escuderías han servido, según afirman desde el suministrador italiano, para pulir y acabar de crear unas gomas con las que se pretende garantizar carreras más igualadas, competitivas y entretenidas para el espectador.
Todos los cambios que van a entrar en 2022 cuentan con un tamiz clave: la ecosostenibilidad. No es casual que la Fórmula 1 vaya a estrenar un nuevo combustible menos contaminante, cuyo objetivo es convertirse en estándar para la automoción a medio plazo. Las buenas intenciones se encaminan a una huella cero de carbono, algo que choca frontalmente con un calendario que les obliga a viajar por todo el mundo en avión durante nueve de los dos meses del año. Nadie dijo que la evolución fuera sencilla, pero al menos tienen claro cuál es el camino a tomar. Otro asunto es que ese camino sea una vía muerta o realmente conduzca adonde ellos quieren.
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