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La bendita rivalidad entre Hamilton y Verstappen
Análisis

La bendita rivalidad entre Hamilton y Verstappen

El accidente en Monza entre los dos firmes candidatos al título demuestra que la Fórmula 1 mantiene, pese a todas sus deficiencias, sus ingredientes más primigenios

david sánchez de castro

Madrid

Lunes, 13 de septiembre 2021, 19:07

Reducido a sus elementos más esenciales, cualquier deporte se puede definir desde el absurdo simplista: 22 personas intentando colar un balón en una puerta con una red, correr o nadar de un punto a otro sin más objetivo que hacerlo antes que otro que también llegará al mismo punto o dar vueltas sin parar a un mismo recinto cerrado con el mismo número de curvas. Es la rivalidad y el ansia en hacerlo más alto, más fuerte o más rápido que el rival lo que diferencia el absurdo de la competición.

Los deportes de motor añaden un elemento que ya desde los tiempos babilónicos se vio como un factor que añadía interés: el riesgo a morir. Incluso los más puristas acaban claudicando ante la evidencia de que un accidente es un factor determinante para añadirle interés a cualquier competición que implique a un piloto subido a una máquina que se lleva al límite de lo razonablemente seguro. La probabilidad de incidentes aumenta exponencialmente cuando dos (o más) de esos competidores no están dispuestos a ceder ni un ápice en su búsqueda de la efímera gloria que supone una victoria.

Por eso, la rivalidad entre Lewis Hamilton y Max Verstappen es la mejor noticia que le podía pasar a una Fórmula 1 en plena revolución. Los fans de generaciones criadas en los 70, 80 y 90 tienen poco o nada que ver con los actuales de los 2000, que reciben una cantidad de aportaciones y notificaciones a golpe de 'clic' o de deslizamiento del dedo que necesitan puntos de atención fuera de lo habitual. La Fórmula 1 primigenia como tal no es suficiente: hay que añadir fuegos artificiales.

Que Hamilton y Verstappen están copando las portadas de la jornada posterior a la primera victoria de McLaren desde 2012 no es casual. El relato de dos de los mejores pilotos de la historia reciente del automovilismo, uno que está rompiendo todas las marcas históricas por encima del mismísimo Michael Schumacher, y otro que está llamado a romper los propios registros del anterior más tarde o más temprano ha hecho que una Fórmula 1 que había caído bajo el tedioso yugo de Mercedes. Admirable, sin duda, pero sin posibilidad de emoción.

El incidente de carrera sancionado

Que Hamilton y Verstappen se tengan tanto respeto como para no claudicar el uno sobre el otro implica que el accidente de Monza no será, ni mucho menos, el último. En la próxima carrera de Rusia puede que se vuelvan a tocar, o quizá en la siguiente, pero de entrada se llevarán todas las miradas.

Que uno no frente y el otro lo haga demasiado en la primera variante del circuito de Monza no ocurriría si no supiesen que este Mundial se decidirá curva a curva, metro a metro y pulgada a pulgada. El primero que ceda, pierde. Así se explica lo sucedido en Silverstone como también este fin de semana, si bien la resolución de ambos casos no ha sido tomada de igual manera por parte de la FIA.

Sin caer en interpretaciones chovinistas que ya se leen en los medios británicos y antibritánicos (que a veces son los mismos), la realidad es la que es: Hamilton echó de pista a Verstappen ante miles de paisanos, fue sancionado y pese a todo acabó ganando; Verstappen hizo lo mismo en Italia, pero no sólo marró la carrera de su rival, sino que él mismo se quedó fuera. El castigo de su exceso de optimismo fue quedarse subido literalmente al Mercedes de su enemigo, cuya vida quedó salvada posiblemente por el bendito halo, que ya ha demostrado más que de sobra a quienes aún dudan que es uno de los mejores añadidos que se han podido meter a la Fórmula 1.

El problema es que la FIA sí actuó con dureza contra Verstappen. Si en Silverstone paliaron el problema con 10 segundos, al líder del Mundial le han privado de la posibilidad de salir primero en la próxima carrera por una sanción de tres posiciones. De manera implícita han colocado a Hamilton en una posición de ventaja, pese a que él también tuvo parte de culpa (y no menor) en el accidente de Monza: cerró en exceso para proteger la posición ya ganada pese a que era consciente de que podía acabar fuera.

De este incidente se hablará durante semanas y ya ha dejado una de las fotos de la temporada, que deja bien en alto el cada vez más necesario relato. La Fórmula 1 se ve beneficiada. El deporte, ya veremos.

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