El Ricardo Tormo tiene motivos para la satisfacción a corto plazo y de preocupación a medio. En lo primero, dentro de menos ya de dos meses tendrá otro Gran Premio de la Comunitat apasionante, donde posiblemente se decida el título de MotoGP, y que además ... coincide con el 25 aniversario de la instalación. Además, Cheste sabe que sigue siendo en este tramo el cierre del certamen, y así lo ha hecho público de nuevo la organización de cara a 2025 con la publicación del calendario, que expirará del 14 al 16 de noviembre en Valencia. Lo que ocurra cuando renueve el contrato es ya una incógnita, pues en ese mismo programa se percibe la presión que supone la llegada de otros países al campeonato: se pasa de 20 a 22 carreras y eso implica mover ciertos GP de fecha y que los motores empiecen a sonar antes, esta vez, ya para competir, el último día de febrero.
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Será en Tailandia y entonces comenzará un largo camino por los cinco continentes hasta Valencia a mediados de noviembre. No se alarga el campeonato hacia el final de año para tratar de eludir el mal tiempo, aunque en esto Cheste es últimamente un seguro de vida. Y esta es una de las grandes bazas que se van a usar para prolongar el contrato más allá de 2026 y, si es posible, como cierre del certamen. Se es consciente de que esto puede llegar a complicarse y se confía en que, por lo menos, el Ricardo Tormo siga en el futuro como despedida del campeonato a Europa antes de poner el candado en Asia, donde cada vez aparecen más destinos dispuestos a poner mucho dinero encima de la mesa.
Carmelo Ezpeleta también lanza dos avisos, uno optimista a corto plazo y otro no tanto a medio. En el GP de la Comunitat de 2023 apuntaló a Valencia como cierre de contrato hasta 2026, que es cuando expira el contrato que tiene Cheste en vigor. Otra cosa será más allá, y en la ceremonia del 25 aniversario volvió a avisar que es inviable un calendario con cinco carreras en la Península Ibérica.
En el pasado ya ha amagado con la alternancia, que se aplicó un solo año y afectó a Aragón. De hecho, el contrato actual la refleja, garantizando a Valencia un mínimo de tres carreras en cinco años. Todo hace pensar que serán cinco. Pero, ¿es sostenible un calendario con 22 GP y con destinos pujantes llamando a la puerta de MotoGP? La respuesta parece obvia. La entrada de Hungría y el regreso de la República Checa han generado un terremoto en el calendario que, por ejemplo, han desplazado el GP de Cataluña de primavera a septiembre.
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La Generalitat ya ha empezado a jugar sus bazas. Más allá del buen tiempo, la gastronomía y las plazas hoteleras, que todo eso cuenta, se vuelve al argumento que le sirvió a Eduardo Zaplana para inaugurar Cheste con un GP del Mundial de motociclismo. En la gala del 25 aniversario, Carlos Mazón se dirigió expresamente a Ezpeleta para subrayar que la Comunitat es tierra de motor, y que su afición empujó a la institución que preside a impulsar un circuito. Y que más de dos décadas después, habiendo aportado dos campeones nacidos aquí al certamen (Nico Terol y Jaume Masià) y haber pulido a muchos otros desde la Cuna de Campeones y el Aspar Team, se sigue llenando cada año el Ricardo Tormo con el paso de MotoGP.
Valencia no puede aportar un canon multimillonario, pero sí estos tangibles e intangibles, más allá de un circuito que agrada a la mayoría de los pilotos y que se le van aplicando mejores para remozarlo tras 25 años de vida. De momento, en un par de meses cerrará un certamen de MotoGP y en 2025, otro. Esto se repetirá, salvo sorpresa, en 2026. Después, todo queda en el aire. Porque hay que tener en cuenta que esos circuitos dispuestos a poner dinero encima de la mesa muchas veces lo que no garantizan es estabilidad.
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Por ejemplo, el GP de la India se ha aplazado en dos años consecutivos, 2023 y 2024, para desaparecer definitivamente del calendario de 2025. Lo mismo sucede con Kazajistan, que precuisamente iba a ocupar el lugar de la India en septiembre, donde finalmente se ha celebrado el GP de Emilia Romagna (esto es, dos carreras seguidas en Misano tras el GP de San Marino). Con Finlandia y aquel circuito pendiente de homologar pasó exactamente lo mismo que con la India: tras aparecer en varios calendarios con asterisco, desapareció. Valencia, y el resto de circuitos españoles, han hecho gala de su seriedad y han estado disponibles para MotoGP cuando ha tenido que echar mano de ellos como salvavidas, como ocurrió con la pandemia. Eso también cuenta.
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