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Iker Lecuona, en su debut en MotoGP el pasado mes de noviembre en Cheste. GIGI SOLDANO/DPPI Media/AFP7/EP

Iker Lecuona, una década abriendo gas hacia MotoGP

Respaldo. El valenciano tenía la ilusión de correr un Dakar a los 18 años con su padre, quien le instó a aceptar la propuesta de KTM: «Esas oportunidades no hay que dejarlas pasar»

Domingo, 31 de mayo 2020, 01:21

Cuando Iker cumpliese los 18 años, ambos iban a vivir una aventura grande. «Teníamos decidido debutar juntos en el Dakar, padre e hijo», desvela Txema Lecuona con una sonrisa nostálgica. «Algo organizaremos con él y con sus amigos para disfrutar todos en moto por el desierto», señala el chico, recién llegado a MotoGP, algo que no casa demasiado, en la actualidad, con ir al raid más duro del mundo. Ha vivido la década en la que ha transitado de la niñez a la juventud en una montaña rusa hasta ser piloto profesional. Para él, una moto era al principio un juguete. «La primera fue una de esas de fabricación china. Yo no era precisamente de sacar buenas notas y mi padre me la regaló como premio a las de un trimestre», relata: «Mientras mi hermano Gorka montaba a caballo, yo daba vueltas».

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Después llegó su primera moto 'buena', una KTM de 50. «Parece mentira», comenta reflexivo mientras observa una foto de 2007 saltando con esa montura. Iker Lecuona (20 años) cerró el círculo el año pasado cuando aceptó la propuesta para debutar en MotoGP con la marca austriaca. El valenciano ha experimentado una carrera marcada por la precocidad.

Sus primeros pasos, ya con una preparación más profesional, los dio en la escuela KSB Sport a partir de 2009. Fue también su estreno en la competición, en la Cuna de Campeones. «No tuve suerte. Se soltó el embrague, la cadena... me pasó de todo», recuerda. Y en la última carrera quedó segundo. Los dos siguientes años fueron trepidantes. De grandes batallas con niños que ahora brillan en el Mundial: Canet, Masià, Garzó, Mir, Augusto Fernández... «Nos llevábamos muy bien, aunque luego en la pista íbamos a cuchillo», precisa Iker.

Tras 2011 decidió que lo que quería era divertirse. Y lo hizo, aprendiendo con pilotos mayores que él, como Faubel, Simón o Forés: «Me dice que yo no había nacido y él ya iba haciendo el cabra con una moto». Su padre le compró una supermotard en 2014 y pareció centrarse hacia esa disciplina: fue campeón de España y se le concedió una wild card para correr en un GP del Mundial, celebrado en Villena. Hizo top ten.

Pero Julián Simón le prestó su moto en Valencia. Era la primera vez que entraba en el Circuit: «Y yo, cazurro de mí, decidí tirar por el camino de la velocidad», bromea Iker, que ya había sufrido la mala experiencia de que lo echasen de un equipo de preMoto3 'por lento'. «¡Y mira dónde estoy ahora!», apunta orgulloso.

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La carrera de Iker Lecuona parece haber ido rodada desde que, a los meses de debutar en el FIM CEV, entró en el Mundial de Moto2 –se estrenó en Silverstone– como sustituto de Aegerter: primero por lesión y luego despedido por su equipo. Lo cierto es que en 2017 estuvo a punto de dejarlo tras una temporada que ya empezó mal con una fea caída en Jerez que le postró un mes en cama. «Lo vi desde el palco y pensé: '¡Se acabó! No tenemos necesidad'», indica Txema Lecuona. Luego tuvo agallas para animarle a que siguiese persiguiendo su sueño.

Continuó en la misma estructura, renombrada a Swiss Innovative Investors, pero con una KTM, con la que tuvo feeling desde el principio. Su gran resultado fue el podio en Valencia: «Tuve problemas con la moto desde el warm up. En la parrilla aún me estaban cambiando la electrónica y yo, histérico. Sabía que era mi día».

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El pasado fue «un gran año». Palabras de Iker Lecuona, aunque también admite que le costó adaptarse a la moto del American Racing KTM. Tuvo hasta doce ofertas de Moto2 pero el sábado por la mañana del GP de Alemania firmó con el equipo de Ajo. Llegó el podio en Tailandia: «Un carrerón». Quizás aquello terminó de convencer en KTM, que le ofreció dar el salto a MotoGP en 2020 en el equipo satélite Tech3 junto a Manuel Oliveira. Aquello le dio cierto vértigo y de nuevo fue crucial el consejo paterno: «Me dijo que esas oportunidades no hay que dejarlas pasar». Debutó ya en 2019, en Valencia, para sustituir al luso, lesionado. «Me sorprendió lo rápido que me adapté». Esa aventura del Dakar tardará en llegar.

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