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Puede parecerlo, pero un mito no surge por generación espontánea. Se tienen que dar una serie de circunstancias y debe haber unas determinadas personas que trabajen bien y adoctrinen a una persona o a un grupo en la dirección correcta. Y eso fue lo que hizo José Rocío, maestro de escuela de los de antes, cuando en un pueblo pequeño el docente compartía y/o rivalizaba influencia con el alcalde, el párroco y el practicante.
José Rocío cayó de pie en El Genovés de mediados de los 60. Allí, en unos tiempos en los que nadie se planteaba que llamar 'gimnasia' a la 'educación física' era incorrecto, se encontró con un grupo de niños que dejaban de lado el fútbol por un deporte que a él, manchego de nacimiento, le había cautivado en Monóvar. Allí había descubierto les galotxetes, donde se pasaba horas y horas por las tardes desde la tierna infancia. Allí también empezó a compaginar la pilota con los primeros pitillos.
Fumó casi toda la vida, el tiempo en el que también estuvo vinculado a la pilota. Primero en La Pobla Llarga, luego en El Genovés… jugando como aficionado y fomentando el deporte autóctono en el colegio. «Cuando llegaba la hora de educación física, mandaba directamente a esos niños al trinquet», recuerda José Rocío hijo, que llegó a jugar primeras partidas.
Entre aquellos muchachos estaba un tal Paco Cabanes, que años después dinamizaría la pilota paseando por toda la Comunitat (y también fuera de ella) su pueblo, 'El Genovés', que adoptó como nombre deportivo. En la colla estaban los hermanos Pigat, José María, los Sarasol, Viñes… de ahí salió una generación de máximas figuras de la escala i corda. Y eso en el corazón del área de influencia del raspall, aunque él siempre prefirió jugar per dalt corda, quizás porque se inició en les galotxetes… una modalidad que los amantes de la vaqueta comparan con el pádel para, claro está, situarla por encima de este deporte. Y es cierto que ambas disciplinas guardan semejanzas.
En los años 80 creó en la localidad lo que sería la base de la Escuela de Pilotaris de El Genovés, dando clases a los chavales del municipio una tarde entre semana y los sábados por la tarde. De aquel modelo los clubes actuales y la Federació de Pilota Valenciana idearon el modelo en vigencia, del que surgen chicos y chicas que sueñan con hacer carrera en el deporte autóctono. Y de ahí surgen las figuras que tanto admiró José Rocío en el extinto tirnquet de Gandia. O con las que le gustaba conversar o compartir partidas de cartas. Fue un maestro, casi paternal, para varias generaciones de pilotaris. Fallecido esta semana a los 86 años, deja un vacío enorme entre sus allegados, casi tan grande como el legado que aportó a la vaqueta. El responso e incineración están programados a partir de las 17 horas de este sábado 18 de febrero en el tanatorio La Costera de Xàtiva.
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