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«¡Paco, Paco, Paco!». El estruendo hacía vibrar las paredes y el sonido se escuchaba desde la calle. «¡Paco, Paco, Paco!». La proclama de victoria era, 26 años después, a modo de homenaje. Por un momento, aquello parecía el trinquet de Sagunt, en 1995, cuando Genovés protagonizó el momento más recordado de la historia de la pilota. Como si acabase de ganar de nuevo la 'Partida del Segle', la gente tomó la cancha de El Genovés para rendir el primer y casi improvisado tributo al mito de la vaqueta. Con ese clamor empezó un funeral que, por mucho que se pidiera en la víspera, cualquiera podía prever que no sería en la intimidad.
Muchos contaban ya el domingo que el aplauso, desde que el féretro fue conducido de la parte del resto al dau y viceversa, duró más de 10 minutos. Con los años y con los condimentos legendarios, el tiempo subirá como la espuma. A la salida del trinquet, se produjo la segunda ovación de muchas. Más de uno se marcharía a casa con las manos enrojecidas, como si hubiera disputado una partida de pilota.
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Conforme la comitiva fue avanzando, hubo gente que se fue uniendo y otros que aplaudían al paso frente a sus casas. El Genovés siente a Paco como suyo. Pero todos, desde los más ancianos hasta los más jóvenes. Como esa niña de cinco años que se aferraba a su madre y lloraba desconsolada. Frente a ella, los cuatro coches fúnebres que portaban bastantes coronas, giraron a la derecha. Detrás iba la familia, encabezada por María Luisa Corcera, su mujer. Arropándola en todo momento, José Cabanes 'Genovés II', su hijo, y la mujer de este, Juan (hermano de Paco y ex pilotari) o Juan y Julio, sobrinos del mito, que también jugaron a pilota y que participaron en el acto del trinquet. Se encaminaban hacia la ermita del Santíssim Crist del Calvari. Paco formaba parte de la colla de portadores, y esta vez, sus compañeros en estos actos litúrgicos fueron los encargados de llevar su féretro a hombros en los momentos en que fue necesario. Como en ese ascenso hacia el edificio religioso.
En esa segunda parada ya eran cientos de personas los que habían tomado El Genovés. Pocos pilotaris, en activo o retirados, dejaron de acudir a despedir al referente del deporte autóctono. Empezando por Álvaro, aquel chaval al que Paco remontó en la mítica partida del 95. Tampoco faltó Antonio Reig 'Rovellet', de los pocos que osó saltarse cualquier protocolo -y que alguien le dijera algo-, y se metió en la parroquia. Por la pandemia, a la iglesia sólo entraron familiares, los amigos más íntimos y los representantes políticos: Ximo Puig, presidente de la Generalitat; Enric Morera, el de Les Corts; Toni Gaspar, el de la Generalitat; los consellers de Deportes y Hacienda, Vicent Marzà y Vicent Soler... y Rovellet. A sus 89 años, miraba al infinito con melancolía, recordando buenos momentos con su amigo Paco, al único que consentía que le pisase los zapatos.
En la plaza aguardó la flor y nata de la pilota. Los actuales números uno, Puchol II y Tonet IV. Coetáneos de Paco, como Fredi, Sarasol I y Sarasol II, otros como Puchol. Pilotaris de diferentes épocas, como José María, Cervera, Vinyes, Antoniet o Simatero, que recordaba junto a Bene Vijuescas que él estuvo en activo hasta los 45 años.
El exseleccionador Pigat II y su hermano, Pigat III. Pedro El Zurdo, Dorín o Tino, que actualmente forman parte de la Fundació, cuya comisión ejecutiva estuvo casi al completo. Y pilotaris en activo de escala i corda, como Soro III, Guillermo, Bueno, Carlos, Javi, Tomàs II, Nacho, José Salvador... También de raspall, como Marrahí, Pablo, Iván, Salelles II, Vercher, Néstor, Murcianet o Sanchis...
Y entre ellos, Pepe Claramunt, exjugador del Valencia, pues en la época de Paco Genovés los pilotaris se codeaban con los futbolistas. O Antonio Martínez Cascales, entrenador de Juan Carlos Ferrero, con quien mantenía una buena amistad desde que el expilotari y el extenista jugaron una partida de exhibición. O el torero Vicente Ruiz Soro. Una pequeña muestra de que Paco no sólo es un icono de la pilota, sino de toda la sociedad valenciana.
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