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Se ha dicho miles de veces que a los grandes campeones los diferencia su capacidad de aprovechar las ocasiones. «A mí me ha faltado un ... quinze», lamentaba Iván de Ontinyent tras perder la final del Individual de raspall de este 2024: «Estoy muy contento de mi rendimiento». Y debe estarlo el de la Vall d'Albaida, que ya tiene nivel más que suficiente para haber levantado al menos una vez el mano a mano, el torneo más relevante de la pilota. Su problema es que tiene enfrente a un caníbal, a un pilotari que no deja de superarse: Tonet IV, que ya suma cinco títulos y que jamás ha perdido una partida de este campeonato desde que es profesional.
«Desde que disputé el primero por probar, todo lo que he conseguido es un sueño», señala el mitger que desde hace un lustro es el indiscutible número uno del raspall de élite. En cinco años a Tonet IV le ha dado para ganar de todas las maneras: avasallando y, como en esta edición, sabiendo sufrir en una final en la que ha estado contra las cuerdas en cuatro ocasiones, los val al resto de los que dispuso Iván. En ese momento se ha agarrado a su saque, lo que teóricamente debería ser su talón de Aquiles por su condición de mediero y, por lo tanto, no hacer el traure durante once meses al año.
Pero en esos momentos de alta tensión (a decir verdad, en cada quinze), consultaba con su padre, que mantiene siempre la cara de póker. Hasta el último tanto. Sin inmutarse, le susurra consejos al oído. «Me ayuda, me apoya en todas las partidas. Esto lo he logrado gracias a él», admite. El aliento paterno mantuvo en pie a Tonet IV en el juego inicial, de cerca de 13 minutos y donde Iván fue más terrible que nunca. Sobrio desde el resto tuvo tres val, pero no acabó de aprovechar su ocasión.
El de Ontinyent incluso dominó más desde el dau. Con saques violentos y llevando la iniciativa. Sin complejos, por mucho que Tonet IV se las pelease todas. Amasaba los tantos y aguardaba su ocasión, que volvió a tener en iguales a 10. Pero entonces el número uno volvió a apelar a su saque. Con más de una hora de partida, los latigazos del jugador local enfervorizaron al número uno. «Sabía que este trinquet (el de El Genovés, su casa, donde se ha criado) es muy dauero, así que a la mínima ocasión tenía que hacerme el ánimo», ha resaltado.
Y al mínimo cambio de guión, el depredador aniquiló a su oponente. Y cuando más duele: en un parcial donde parecía dominar Iván por 30-0. Tres quinzes seguidos colocaron a Tonet IV por primera vez con val i 30 al resto. Ahí no perdonó, y además con un pelotazo certero que halló el palquet. A esas alturas, el trinquet ya estaba rendido al número uno. Mientras, Iván sabía que iba al matadero. Lo peleó, pero era consciente de que en situaciones como estas, el número uno del raspall no perdona. Y no lo hizo al cerrar la final desde el dau con el parcial más claro, en blanco, de toda la partida. Para superarse de nuevo a sí mismo: cinco títulos en cinco participaciones, 20 victorias de 20 partidas disputadas en un Individual de raspall profesional. Si quisiera, Tonet IV podría retirarse: ya será recordado como una leyenda. La pregunta es dónde están sus límites. En junio de 2024 nadie lo sabe, ni siquiera él.
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