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El trinquet de Pelayo lleva una década encallado en el barro burocrático. José Luis López evitó su cierre al desembolsar 664.000 euros al catedrático ... Jaime Amorós, que era el dueño del inmueble. Aquello se firmó definitivamente en diciembre de 2015, tras meses de tensas negociaciones desde que Arturo Tuzón dejaba de gestionar la catedral de la vaqueta. El mecenas de la pilota evitó el cierre de la instalación deportiva en activo más antigua de Europa. Entonces se dijo que la idea era que esta pasase a ser de titularidad pública y se inició un proceso donde los diferentes responsables políticos han verbalizado muy buenas intenciones pero ninguno ha sido capaz hasta la fecha de completarlo.
«Pelayo es como la falsa moneda, que de mano en mano va, pero ninguno se la queda», recita una persona de calado en el mundo de la pilota al hablar sobre cómo está la situación. Lo que se dice es que la Generalitat, otra vez, quiere comprarlo. Y de nuevo se piensa en los fondos europeos, como cuando en la etapa del Botánico se tejió una estrategia para adquirírselo a López.
Ahora precisamente el trinquet se halla en una encrucijada en la que lo mejor es que siga en manos privadas, al menos durante unos meses. El resumen rápido, que legalmente Pelayo no es que carezca de salida de emergencia, es que carece de accesos. Como lo leen: no tiene ninguna entrada, según consta en las escrituras del inmueble. Y claro, la Generalitat no puede abrir cada día una instalación deportiva en esas condiciones. Antes debe solventar esta anomalía legal.
Para ello hay dos frentes abiertos. Uno de ellos es el de la actual entrada, a través del restaurante, por la calle Pelayo. Este pasillo es una antigua servidumbre concedida por una comunidad de once propietarios. Por razones que ahora se desconocen, este acuerdo dejó de aparecer en la escritura del trinquet, que también se fue actualizando. A efectos legales esto no es un problema porque, según fuentes consultadas, una servidumbre concedida durante un espacio de tiempo determinado está consolidada y la normativa impide retirarla. Pero es necesario modificar de nuevo la escritura para que ese acceso quede regularizado en negro sobre blanco.
El otro asunto por resolver también tiene que ver con los accesos, en este caso, con la salida de emergencia. Este es un problema que viene de lejos y, de hecho, cuando José Luis López compró el trinquet el riesgo que había era que cerrase –aunque fuera un solo día–, expirase la licencia de actividad en vigor, y ya no se pudiera reabrir. Pero para que la Generalitat, o cualquier organismo público, sostenga una instalación, este debe cumplir escrupulosamente las normativas a siglo XXI, y más en materia de seguridad. No hay atajos legales que valgan. Pelayo debe contar con una segunda vía de evacuación en caso de necesidad.
Y para ello se llevaba tiempo buscando una planta baja por la que habilitarla. José Luis López adquirió una el año pasado en la calle Convento de Jerusalén. Desde entonces se inició la redacción y, sobre todo, tramitación del proyecto para habilitar desde ese inmueble el segundo acceso al trinquet. La licencia de obra debe concederla el Ayuntamiento de Valencia, pero también debe contar con el visto bueno de Patrimonio, ya que se va a actuar en una pared de Pelayo, que es un inmueble protegido.
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José Luis López ha contratado a una empresa especializada en este tipo de expedientes con el fin de asegurarse de que todo esté en orden y que la licencia esté cuanto antes. Una vez se cuente con los permisos, la estimación es que la obra dure un par de meses. La intención es que la salida de emergencias pueda estar habilitada en 2025. Si esto puede sonar a cuento de la lechera, en el caso de que Pelayo fuera ya de titularidad pública, habría que añadir toda la tramitación para adjudicar la construcción. Por ello, fuentes de la Generalitat subrayan que la intención del Ejecutivo liderado por Carlos Mazón es la de comprar Pelayo, pero que a día de hoy es más útil que siga en manos privadas.
Pero claro está, esta postura implica volver a la casilla de diciembre de 2015. Entonces también era más sencillo, incluso necesario, que lo comprara José Luis López: se argumentaba que una institución pública o varias (se llegó a hablar de crear un consorcio con Generalitat, Diputación y Ayuntamiento) no puede aportar de un día para otro 663.000 euros y comprar un trinquet. Además, una vez realizada la operación, el empresario se mostró partidario de gestionar la catedral de la pilota durante un tiempo.
Pero entre finales de 2017 y 2018 hubo problemas. A Pelayo no llegaron todas las ayudas prometidas desde las Administraciones y la posibilidad del cierre volvió a planear sobre la catedral. La Generalitat de Ximo Puig inició la burocracia para comprar el trinquet: ya se topó con el problema de los dos accesos y con la necesidad de encajar la inversión en los siempre complejos y ajustados presupuestos. Como muestra de intenciones, llegaron a consignarse unos 600.000 euros en las cuentas de 2017.
Entonces se hizo una estimación de que eran necesarios 3,5 millones de euros y la operación empezó a tejerse desde Presidencia. Se calculó lo que habría que pagar a José Luis López por el trinquet, el restaurante y la planta baja de Convento de Jerusalén. Además, se previó comprar otra junto al actual acceso de Pelayo para ampliar la entrada principal. La intención era asumir esta inversión mediante fondos de la Unión Europea, modelo que también se empleó para que otros edificios emblemáticos de Valencia, como el de Correos, pasasen a ser de titularidad pública.
Pero la marcha de Vicent Marzà como titular de la Conselleria de Deportes produjo un terremoto. Raquel Tamarit, su sucesora y cercana a la pilota, quiso asumir en primera persona la compra de Pelayo. Anunció en su primera comparecencia en Les Corts que el trinquet sería público (eso fue en mayo de 2022) y se realizaron trámites que ya se habían iniciado desde Presidencia. Aquello supuso que la operación encallase y el cambio de ciclo político de meses después completó la tormenta perfecta. Ahora la Generalitat de Mazón vuelve a mostrar interés en comprar la catedral. De nuevo con fondos europeos. Y de nuevo se topa con el escollo de los accesos, que no se ha solucionado en casi una década. Parece que acuerdo económico con José Luis López sí que lo hay, o eso se dice. Algo es algo.
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