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Vicent se dispone a raspar durante la final del Trofeu de Mestres del sábado en Pelayo. funpival

Vicent, la cara amable de una temporada difícil

La irrupción del joven pilotari de Xeraco en la élite de la modalidad de raspall ha sido uno de los aspectos más positivos del curso que ahora acaba

josé a. monteagudo

Lunes, 21 de diciembre 2020, 23:27

El presente ha sido el año del esfuerzo y la implicación de los jugadores y de la responsabilidad del público cuando ha podido acudir al trinquet. En números, sobre todo ha sido el año de Puchol II y Tonet IV, pero también ha sorprendido gratamente la irrupción de varios jóvenes valores. Uno de los que ha aparecido con más fuerza en tan complicada temporada ha sido Vicent de Xeraco.

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Puede sonar extraño que alguien pueda decir que el 2020 ha sido un año muy bueno. Vicent se atreve a ello, aunque limitando la conversación a lo estrictamente deportivo. «Y eso que he tenido algún contratiempo porque en la Copa iba de titular y antes de comenzar me fracturé un dedo y me quedé sin jugarla», precisa el resto.

Después ha venido todo rodado. La Copa 2 le permitió recuperar el tono «y volví mejor de lo que estaba». Tanto que se proclamó campeón. El buen hacer también le otorgó un sitio en el Trofeu Generalitat y el Mancomunitats, aunque fue en el Individual donde hizo más ruido porque estuvo a un quinze de eliminar a Ian. «Fue una decepción pero ya en frío lo he visto como algo de lo que debo aprender. Me quedo con que he mejorado mucho y con la esperanza del que el año que viene pueda hacer algo importante», explica.

Pero para importante, lo más reciente: su participación y consecución del Trofeu Mestres junto a Tonet IV. «Resultó una experiencia fabulosa ganar en Pelayo contra figuras de la entidad de Marrahí y Brisca, además con un público que no paró de aplaudir y de animar», señala.

Vicent ha llegado y quiere quedarse, aunque es prudente. «En la posición del resto hay mucha competencia. Intentaré aprovechar las oportunidades y sobre todo quiero seguir evolucionando. Se nota una barbaridad cuando te enfrentas a pilotaris como Moltó, Ian o Marrahí. No tanto en lo fuerte o rápido que puedan jugar, pero sí en la sabiduría, en el saber estar y en la capacidad de gestionar situaciones y momentos de las partidas. Eso es en lo que más me fijo y de lo que más intento aprender», concluye.

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