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«Soy la jefa en el agua». Así explica su labor María Torrijo, una mujer que va a contracorriente. La alicantina, de 43 años, se alza como un referente en el mar, ya que posee las titulaciones de juez, árbitro y oficial de regatas internacional. Ha cogido la batuta en un mundo de predominio masculino. Y esta semana le toca llevarla en casa. Mañana arranca la 52 SUPER SERIES Valencia Sailing Week, enmarcada en el mejor circuito para barcos monocascos del planeta.
-Sí. Llevo tanto tiempo con los regatistas de alto nivel que me respetan muchísimo. Entienden las decisiones que tomo. Y yo entiendo cuando ellos se quejan. Normalmente, cuando trabajas con profesionales, las quejan tienen un motivo. Muchas veces me equivoco. Me va bien que me lo digan. Siempre estamos aprendiendo.
-En el circuito 52 SUPER SERIES, soy el oficial principal. Yo decido cuándo empiezan las regatas, elijo el campo de regatas... Hay regatistas a los que les va mejor navegar con poco viento y otros a los que les va mejor con mucho. Entonces siempre tienes las presiones.
-Hay unas cuantas infracciones que decido yo, como las salidas. Es decir, si salen prematuramente. En el mar es muy difícil que haya una línea recta marcada, entonces muchas veces se pasan. Las otras, de barco contra barco, corresponden a los otros árbitros que siguen la regata en lanchas.
-En la flota son 12 barcos y en cada barco van 13 tripulantes. En total, hay tres mujeres.
-A este nivel tan profesional, ya no. Al principio, pues sí. Y depende de los países a los que viajo. Hay países en los que el hecho de que sea la mujer la que manda no está tan bien visto. Y cuesta más hacerme mi hueco cuando llego. Me ha pasado cuando voy a países árabes, sobre todo. He estado en Abu Dabi. Era una regata a la que fui embarazada de siete meses y era la jefa y mi marido no me acompañó. Y me miraban como diciendo: «Aquí está la loca esta que viene a mandarnos». Fue una regata complicada para mí. Hay países en lo que es al revés. En Suecia y Dinamarca, las mujeres tienen muchísimo poder y es normal que sea la mujer la que manda. Según donde vaya, me tengo que adaptar a la cultura para ser más brusca a la hora de dar órdenes o ir con mucha mano izquierda.
Carácter. «Hay que ser fuerte y tomar decisiones en momentos difíciles. Pasan muchas cosas en el mar»
Su marido era Pablo Arandia. «Era regatista de alto nivel. Antes yo hacía muchas regatas para él y tenía al mejor crítico en casa»
-Somos pocas. Me atrevería a decir que, profesionalmente, soy la única que se dedica a nivel mundial a dirigir regatas.
-Empecé navegando con siete u ocho años en la escuela de vela. Y mientras estudiaba la carrera de Química, los fines de semana quise ganarme un poco de dinero haciendo esto. Fue aumentando el nivel y me di cuenta de que me encantaba. Luego llegó la Copa América a Valencia en 2007 y empecé a trabajar para el Desafío Español. Era el árbitro del equipo y salía con ellos en todos los entrenamientos. Y ahí dije: «Quiero dedicarme a esto». Es una pasión muy grande la que tengo por el deporte.
-Pienso que aportó muchísimo a la ciudad de Valencia. Ahora, cuando cuento cuál es mi trabajo, me entienden. Y en el puerto de Valencia, se notó. Esto es un lujo. Vamos a tener que seguir realizando eventos para rentabilizarlo, pero tenemos unas instalaciones espectaculares para organizar el evento que queramos, ya sea Juegos Olímpicos, Copa América o lo que sea.
-Me da mucha satisfacción poder organizar y dirigir regatas a un nivel tan alto de regatistas. La regata que tenemos aquí esta semana es el máximo nivel. Hay muchísimos regatistas olímpicos con medallas de oro, plata y bronce, ganadores de Copa América... Y tener a todas esas personas pendientes de mí y que luego me agradezcan el trabajo me da mucha satisfacción.
-De carácter sí. Hay que ser fuerte, porque pasan muchas cosas en el mar. Te pegas algunos sustos, como de repente montarse un temporal y verte en apuros. Hay que ser fuerte y capaz de tomar decisiones en momentos difíciles.
-Sin duda. Hay un regatista del Luna Rossa que se llama Vasco Vascotto y tiene 25 campeonatos de mundo. Es una barbaridad.
-En 46.
-Desde que tuve a mi hija, que ahora tiene tres años, es un poco más difícil viajar, porque me dejo a mi amor aquí. Pero hasta entonces, muy bien. Me gusta mucho viajar y conocer otras culturas y gente. En Valencia conozco más o menos lo que hace el viento, pero cuando llego a un campo de regatas nuevo tengo que empezar de cero. Es muy emocionante.
-A los de Río no pude ir porque tengo la mala suerte de que mi marido falleció. Tuvo cáncer y falleció justo antes de los Juegos de Río. Estuve en los de China y en los de Londres. Nunca se me olvidarán los de China. Allí casi nadie habla inglés y usaba gestos y dibujos.
-Pienso que sí. Eso lo decide la Federación Internacional.
-Era regatista de alto nivel. Antes yo hacía muchas regatas para él y tenía al mejor crítico en casa. Me guiaba cuando yo tenía dudas. Tenía un buen maestro.
-Sí. Le hice de oficial en varias regatas y la sancioné alguna vez, pero él se lo tomaba bien. Llegó un momento en que la federación se puso muy dura y no quería que hubiese ningún conflicto de intereses. Él siempre me decía: «Por ser tu marido, me quedo sin tener a la mejor en las regatas». Entonces yo estaba súper feliz. Nos conocimos en este mundo. Navegábamos los dos.
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