España y Alemania forman antes de la eliminatoria de Davis que el club acogió en 1975, en su 75 aniversario.
El Club de Tenis Valencia celebra su aniversario

110 años del sueño del exportador de naranjas

La entidad inauguró en 1959 sus instalaciones actuales, donde Arantxa y Conchita ganaron la Copa Federación y se han disputado cuatro eliminatorias de Davis

MOISÉS RODRIGUEZ

Lunes, 2 de marzo 2015, 23:48

El fútbol y el tenis valencianos tienen mucho más en común de lo que muchos creen. Ambos deportes entraron por el mar y durante la primera mitad del siglo XX fueron vecinos. De hecho, la expansión del Valencia CF antes de la guerra civil llevó al Club de Tenis Valencia a su actual emplazamiento, en Botánico Cavanilles. Hoy esa institución deportiva, una de las más antiguas de España, cumple 110 años. Alfredo Faulconbridge, un inglés que se dedicaba a la exportación de cítricos, jamás imaginó que su empeño por practicar su deporte favorito derivaría en una sociedad que se vio obligada ya hace tiempo a rechazar nuevas inscripciones.

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«Tenemos 5.300 socios y, con 1.500, somos el club que más licencias aporta en la Comunitat. Sólo con el crecimiento vegetativo esperamos que en 2020 hayamos llegado a los 7.000 socios», comenta Ramiro Verdejo, presidente del Club de Tenis Valencia. Y todo empezó con el sueño de Faulconbridge, con su amor por un deporte, con su empezó en crear la primera pista de tenis en la ciudad.

Faulconbridge conoció a Asensio Albiol, quien le ayudó a encontrar el emplazamiento para jugar a tenis. Y allí, en la Alameda, en el chalet del Huerto del Altísimo -como recoge el libro del centenario del CT Valencia escrito por Paco Lloret y que ha servido como bibliografía para este reportaje-, el británico creó la primera pista. En 1905 aparecen referencias en la prensa sobre la creación del Sporting Club, antecesor de la entidad que hoy celebra sus once décadas. Este último se establecería como club independiente en 1915.

«Presumimos de ser una entidad representativa en la sociedad valenciana, un club deportivo y social», indica Ramiro Verdejo. El presidente quiere desvincular la entidad de cualquier connotación política y desterrar la idea de que es elitista. «Las cuotas no son para nada elevadas, lo que ocurre es que por razones de espacio no se pueden admitir nuevos socios», indica. No quiere desvelar el precio de estas mensualidades, que efectivamente tampoco son desmesuradas si se comparan con otros clubes deportivos.

«A partir de los 80 años, los socios no pagan. El club se mantiene en el 70% de las cuotas y en el 30% de la explotación de sus instalaciones», señala Verdejo. El pasado, presente y futuro del Club de Tenis Valencia depende de ese emplazamiento, en lo que un día fue el extramuros de la ciudad pero que hoy día impide su crecimiento.

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El CT Valencia tiene una lista de espera, personas con un aval firmado de dos socios y que están ahí, por si algún día la asamblea decide permitir nuevas inscripciones. Hoy día sólo se puede salir. Únicamente hay un modo de entrar: ser hijo de uno de los actuales socios. Ramiro Verdejo expresa que la decisión sólo se debe al espacio, y quiere subrayar la labor de la entidad en promocionar el tenis en la ciudad: «Tenemos un concierto municipal para gestionar la escuela de Benimaclet, y también se beca a los chavales que pueden llegar a ser profesionales».

Si hay algo que parecen tener claro los socios del CT Valencia es que han hecho raíces en Botánico Cavanilles. Nada de marcharse de los terrenos junto a Viveros, aunque sí se desliza la opción de expandirse a modo de subsede en otro lugar de la ciudad. «Siempre tendría que ser con el consenso de la asamblea», insiste Verdejo. Asienten Alfonso Cabrera y Paco Martos, dos veteranos socios que flanquean al presidente durante toda la conversación.

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Alfonso entró como recogepelotas y ahora es entrenador a punto de jubilarse. Paco, a sus 88 años, sólo se ausenta del CT Valencia los domingos. «Tengo obligaciones familiares», precisa con una sonrisa. Todos los días corre durante 20 minutos, realiza sus estiramientos y se ducha antes de echar el resto de la mañana por la cafetería. A tenis ya juega más bien poco, aunque no hace tanto tiempo que aún le daba a la raqueta. «Llevo aquí más de 70 años, y siete de mis diez hijos son valencianos», indica uno de los socios más veteranos del club.

Fútbol y tenis

Madrileño -«y a mucha honra»-, fue inspector financiero del Estado. Cuando aprobó la oposición, tuvo que hacer las maletas. «En Madrid no había plaza. Primero estuve en Logroño y luego me vine a Valencia. Fui perdiendo los lazos en Madrid y haciendo otros aquí desde que nacieron mis hijos, y aquí me quedé», comenta. Aunque es madridista, fue durante muchos años a Mestalla. También quedaba los sábados a jugar a fútbol en El Saler con gente del trabajo: «Practicaba el tenis con mis hermanos, en nuestra residencia de verano en El Escorial. Aquí empecé porque uno de aquellos compañeros me trajo al CT Valencia».

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Los tres comentan sin ninguna añoranza los dos aspectos que han marcado al club durante su primer siglo de historia: los diferentes traslados por el entorno de la Alameda y los grandes eventos que han acogido las instalaciones, especialmente a partir de asentarse junto a Viveros. En el CT Valencia se han disputado cuatro eliminatorias de Copa Davis y la histórica final de la Copa Federación que ganó la España de Conchita y Arantxa a EE. UU.

«A los socios nos gusta disfrutar de las instalaciones, que están en un lugar envidiable», comenta Paco Martos. Ramiro Verdejo no cierra la puerta a que el CT Valencia vuelva a tener en el futuro un gran torneo. «Al final sí que es cierto que eso es lo que te da notoriedad, pero también hay que tener en cuenta que durante prácticamente un mes condiciona la vida normal del club», señala el presidente.

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Gran torneo sí o gran torneo no fue el gran debate durante años. El CT Valencia organizó durante más de medio siglo la Copa Faulconbridge, cuyo palmarés cerró David Ferrer, pero que también recoge nombres imprescindibles para la historia del tenis español como Manolo Santana, Andrés Gimeno o Manuel Orantes.

El club también acogió el Open de Valencia durante su primeros años, hasta que se adquirió la licencia de 500 y el torneo pasó al Ágora. No se descarta que en el futuro pueda celebrarse una gran competición, pero todas estas ideas siempre desembocan en el mismo lugar. «Ha de ser una decisión de la asamblea», responde Verdejo, quien a renglón seguido expone su opinión: «Me gustaría en el futuro, pero debería ir vinculado a una ampliación de las instalaciones».

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De momento son proyectos latentes en un club que dentro de este primer semestre de 2015 afrontará su particular proceso electoral. Verdejo afirma no tener claro si se presentará a la reelección, en unos comicios que serán en mayo: «De momento no sabemos si hay alguien que quiere ocupar el cargo. Además, en la junta directiva actual hay gente muy capacitada».

Tanto él como Alfonso Cabrera y Paco Martos destacan una y otra vez que el club persigue el mismo objetivo que buscaba Faulcombridge cuando creó la primera pista en Valencia: jugar a tenis y promocionar este deporte. Por eso se costean las licencias de tenistas como David Ferrer, Pablo Andújar, Dani Gimeno-Traver, Anabel Medina o Sara Sorribes. Por ello se quiere mantener los equipos entre los mejores de España, se organizan torneos internos y se acogen eventos de cierta relevancia como el reciente campeonato internacional de veteranos +75.

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