A. M.
Lunes, 2 de noviembre 2015, 00:17
Roberto Bautista era la última esperanza. Tras el doloroso abandono de David Ferrer, el catellonense representaba el mayor acicate para la afición local. Algo que quedó patente ayer, durante la final del Valencia Open. El de Benlloch contó con el calor de la grada, pero flaqueó cuando tenía el partido encarrilado y permitió que Joao Sousa se marchara con la última corona. El torneo no pudo bajar el telón con un campeón de casa.
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Bautista acusó el cansancio acumulado durante las dos últimas semanas y perdió frente a Sousa, el único tenista representando por el agente más poderoso del mundo del fútbol: Jorge Mendes. El jugador portugués llegó a irritarse cuando el castellonense le puso contra las cuerdas, pero supo aprovechar el cansancio de su rival para resurgir y dar la vuelta al partido. Se llevó la victoria por 3-6, 6-3 y 6-4 en dos horas y seis minutos.
Bautista, favorito, entró en el partido concentradísimo y sólido. Sousa, más atrevido, cometía demasiados errores no forzados. Así, en el octavo juego, el castellonense rompió el servicio para situarse 3-5 y encauzar el primer set.
Los nervios se apoderaron de Sousa, llegándose a producir un rifirrafe entre el luso y Bautista. Ya en la segunda manga, el de Guimaraes arrancó impreciso y tenso. Entonces recriminó a un seguidor de Bautista sus gritos en el momento del saque. «¿Piensas que esto es fútbol?», le dijo enojado. El juez de silla pidió a los miembros de seguridad que expulsaran del recinto al aficionados. Una decisión que despertó la ovación de la grada.
Mientras Sousa cometía errores sorprendentes, Bautista ganaba en confianza y se atrevía a subir a la red. Desplegaba todos sus recursos. Con un juego inteligente, encarrilaba el triunfo al colocarse 1-3 por arriba en el segundo parcial. Pero nada más lejos de la realidad. La acumulación de esfuerzo fue una losa que no pudo aguantar.
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Bautista, quien hace una semana cayó en la final de Moscú, se desgastó el sábado por la noche en un partido de leyenda frente a Steve Johnson. El cansancio le pasó factura y, simultáneamente, dio alas a un Sousa que emprendió la remontada. El luso logró dos breaks para adjudicarse el segundo set.
Antes de arrancar la tercera manga, Bautista requirió atención médica por unas molestias. Justísimo de fuerzas, el de Benlloch sufría lo indecible para llegar a las bolas. Estaba impreciso, agotado y tocado moralmente. Caía 5-2. Pero, alentado por la grada, se recompuso e hizo soñar con la proeza (5-4). Llegaba la hora de la verdad. Y Sousa, con un triple match-ball, acabó con el suspense y no perdonó.
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«Ha sido un tema físico. Mi nivel ha bajado. Me han faltado piernas al final de partido», admitió Bautista. Sousa se erige en el mejor tenista de la historia de Portugal y ayer conquistó su segundo torneo ATP. «Estoy muy contento. Me siento un poco como en casa», apuntó el luso, afincado en Barcelona desde que tenía 15 años.
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