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Alcaraz, durante un entrenamiento este miércoles. IRENE MARSILLA

Esperando a Carlos Alcaraz (y a Rafa Nadal)

Mientras el as murciano calienta el banquillo, la Fonteta se resigna a interiorizar la ausencia del campeón balear

Jorge Alacid

Valencia

Jueves, 15 de septiembre 2022, 00:14

Mientras el termómetro escala más allá de los treinta grados en el exterior de la Fonteta, el interior recuerda a un pabellón de hockey sobre ... hielo. Es una tarde de contrastes en Valencia. Alegría por recuperar a la capital como escenario del deporte internacional de élite y un pesar igual de generalizado por la colección de ausencias que lastra la jornada inaugural de la Davis. Un gélido ambiente, como escandinavo, reina a primera hora en la pista donde Ramos arrastra los pies ante su desconocido rival serbio en un primer set de espíritu funeral... hasta que (otro contraste) la grada se anima a medida que el representante local también se pone las pilas. Nadie lo menciona expresamente entre las opiniones recogidas por LAS PROVINCIAS pero en la atmósfera prevalece una sensación asimismo contradictoria: la euforia de la designación como sede de la semifinal de la Davis se ha ido evaporando a medida que Nadal y luego Djokovic renunciaron a disputar la competición, pero ese sentimiento todavía convive entre la afición española con la esperanza depositada en que el nuevo número uno mundial, Carlos Alcaraz, salga este viernes del banquillo y se enfunde la camiseta de su país.

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Hasta que ese prodigio se haga realidad, la sensación dominante es la de resignación, tan parecida al conformismo. La única voz discordante procede de una integrante del ala senior del graderío, que responde al nombre de Mari Fe y ha llegado desde Vinaroz. Pertenece al grupito de veteranos fans del equipo español que suele viajar con los capitaneados por Bruguera por todo el mundo y no tiene inconveniente en expresar una opinión nada correcta políticamente. «Alcaraz me ha decepcionado un poco, sí», reconoce. ¿Por qué? «Porque también Rafa ha venido otras veces después de jugar una final de Grand Slam muy cansado y no ha dejado de jugar con el equipo», aclara. Y luego resuelve esta pulla al tenista murciano con una frase compartida con el resto de consultados: «De todos modos, yo vengo a ver al equipo, no vengo por Alcaraz». «Lo que a nosotros nos gusta es la Davis», concluye.

Sus palabras las firma en las afueras del pabellón la pareja formada por Rubén y Elena, quienes incluso admiten que durante el primer punto de la eliminatoria su corazón bombeaba en dirección a Serbia. «El serbio ha jugado mejor y se merece ganar», coinciden mientras Albert Ramos y Laslo Djere enfilan el tercer set. Es un juicio desapasionado, propio de un amplio sector del público: el de quienes aman el tenis y ven en la cita con la Davis una manera de saciar su apetito, luego de tantos años sin ver cerca de casa la primera división planetaria. Un punto de vista que hace suyo otra pareja, Ana y Rodrigo.

- ¿Decepcionados por no ver a Alcaraz'

- No, nos da lo mismo. Hemos venido por la Davis. Ya jugará el viernes.

Para encontrar un punto de vista divergente al dominante, el reportero deberá exprimir por lo tanto el lado crítico de otros asistentes, que parecen interiorizar peor tanta y tanta ausencia. Es curioso. Nadie menciona a Nole. Nadie, salvo la exigua hinchada llegada desde Serbia, muy discreta. Un par de pancartas con el célebre eslogan de Nolefam y aplausos aislados, silenciados por las ovaciones que va recibiendo Ramos mientras conquista el segundo set y avanza a trompicones por el tercero que le dará luego una sudada victoria. Pablo y José, dos veinteañeros valencianos, explican que su presencia en la grada tenía como objetivo animar al equipo nacional, más allá de si Alcaraz acaba o no siendo alineado... «aunque nos hubiera gustado verlo, claro». «Ya jugará el viernes», confían al periodista, la frase que ya ha escuchado antes y escuchará después de labios de otra pareja de fans también valencianos, Héctor y Roberto. A ellos se les escapa sin embargo el argumento definitivo, el que en realidad parecen callar en su alma quienes peregrinaron a la Fonteta este miércoles: «Nosotros, la verdad es que veníamos por Rafa».

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Y para subrayar sus palabras, en la grada suena una voz: «Vamos, Rafa». Es el gracioso de turno a quien mandan callar los más veteranos del pabellón pero que expresa una opinión callada aunque tal vez generalizada. Alguna ausencia pesa más que la presencia de quienes defienden el pabellón español, como este Ramos que tiene que aceptar que sus raquetazos, tan cohibidos, hagan añorar al público los que esperaba ver propinar a Rafa. O a Carlos, que se limitó a primera hora de la tarde a pelotear un rato con Roberto Bautista, comparecer en la presentación de los equipos, sentarse unos minutos en el banquillo y retirarse a descansar mientras el ayer número dos español asumía silencioso él, muda la afición, su propia condición de telonero.

Bienvenido al club, Albert.

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