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El 5 de junio de 2005, Rafael Nadal Parera inició su idilio con los Grand Slam que le ha llevado, de momento, a levantar 20 títulos. En ese camino hacia cima del tenis masculino que comparte con Roger Federer, Valencia aparece como etapa prólogo. Semanas antes de derrotar a Mariano Puerta para ganar su primer Roland Garros, el de Manacor pasó por la ciudad: llegó hasta cuartos del ATP en su 'pretemporada' de tierra antes de afrontar en París el que a lo largo de su carrera ha convertido en su torneo fetiche.
En medio de una enorme expectación, un casi adolescente Rafa Nadal desembarcó en el CT Valencia tras haber disputado la final de Cayo Vizcaíno. Curiosamente, la perdió contra Roger Federer. En la capital del Turia venció a Juan Carlos Ferrero y a Guillermo García López. Cayó contra el ruso Igor Andreev (7-5 y 6-2), que entonces se entrenaba con José Altur en las pistas donde se disputó el torneo.
En esos tres partidos en Valencia ya dejó, como venía haciendo desde hacía algún tiempo, detalles de que en esa promesa había mimbres de un gran jugador. «Lo que no podías prever era a dónde iba llegar. Ha superado todos los límites», señala Guillermo García López. LAS PROVINCIAS dialoga con el albaceteño y con Ferrero sobre las sensaciones que dejó Rafa Nadal semanas antes de conquistar su primer Roland Garros.
El duelo con Ferrero fue la gran atracción que deparó el sorteo para la primera ronda. Nadal ganó en dos sets, por 6-2 y 6-1. «Ya tenía un físico imponente y no daba una bola por perdida. No sufría intermitencias, tenía continuidad en su juego. Venía bastante hecho, con las ideas claras», señala el extenista valenciano, hoy entrenador de otra promesa, Carlos Alcaraz.
«Veníamos escuchando muy buenas cosas de él, había hecho torneos notables desde pequeño. Se decía que era muy trabajador, de mucha calidad y lo pudimos comprobar en Valencia. Se le vio una cabeza privilegiada para la edad que tenía (20 años). Luego ha ido mejorando hasta el Rafa que conocemos hoy, que para casi todos mentalmente es el mejor del mundo», señala Ferrero.
Inconformista y con un afán continuo por mejorar. Son cualidades destacadas hasta la saciedad, pero que también se percibieron en Valencia. «Tras ganar el primer set me he puesto a probar cosas en el segundo», declaró Rafa Nadal después de imponerse en octavos de final a Guillermo García López por dos sets, 6-1 y 6-4. «Era un chico peleón, jugaba cada punto como si le fuera la vida. Luego se ha ido viendo que era una enseñanza que tenía desde pequeño y la ha adoptado para toda su carrera», analiza el manchego.
«Se veían mimbres de un gran jugador y un enorme competidor. Daba la sensación de que iba a ser muy bueno», añade: «Lo que pasa es que en ese momento no se sabía realmente a dónde podía llegar. Piensa que también ocurre al revés, hay jugadores muy buenos que por circunstancias se quedan en el camino». En Valencia, Nadal vio frenada su progresión en cuartos. Simple anécdota en una carrera sin igual que estaba a punto de despegar. «Hablamos de una persona que ha ganado Roland Garros 13 veces, no sé si somos conscientes de lo que la logrado», destaca García López. ¿Hasta dónde puede llegar? Esa es otra historia.
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