«Nuestra casa es un festival. ¡No paramos!». Cualquier malpensado podría concluir que, a estas alturas, Pablo Andújar quiere ahorrare a toda costa días de 'pelea' con sus tres hijos, el mañor camino de los cinco años. «¡No! Intento darles tiempo de calidad. Lo que más difícil se me hace es cada vez que tengo que empezar a hacerme la maleta», asegura. Pero tiene su propia balanza: la familia y ese deporte al que lo apuntaron por inquieto y del que sigue enamorado. Superó una lesión de codo que amenazó con retirarlo en 2015 y ahora, el valenciano de adopción y de facto, nacido en Cuenca, disfruta de una segunda juventud tenística.
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Este domingo cumple 36 años y sueña hacerlo, por qué no, como octavo finalista del Open de Australia, marcando otro hito en su carrera. Ya lo ha hecho esta madrugada al avanzar por primera vez en toda su trayectoria hasta la tercera ronda el Melbourne. Ha derrotado a Alex Molcan, de 24 año: el eslovaco tenía la edad del hijo mayor de Andújar cuando este se estrenó en el circuito ATP. El valenciano, levantinista confeso, se ha impuesto por 6-4, 7-6, 0-6 y 6-0. Y lo ha hecho del mismo modo con el que afrontó su lesión de hace ya casi siete años: apretando los dientes, pues ha salvado 14 de la 18 bolas de rotura de as que ha dispuesto su contrincante.
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Andújar se las verá ahora con otro joven, Álex de Miñaur, que podría ser una de las promesas del tenis español pero decidió jugar con Australia y es que es la esperanza del público local tras la derrota este jueves de Kyrgios ante Medvedev. Difícil para el valenciano, pero con su nueva filosofía, nada es imposible: «No me planteaba nada de lo que me está ocurriendo. Lo veo fruto de mi perseverancia y de mi amor hacia el tenis, dentro de lo duro que es, al final te van pasando cosas buenas».
Esto lo decía cuando le llegó la oportunidad de debutar como olímpico en los pasados Juegos de Tokio... y para llegar a ellos también tuvo que lidiar con una inoportuna lesión. Semanas antes había vencido a Federer y a Thiem. Ha encarado 2022 con la misma receta que tan buenos resultados le dio el año pasado. «Desde que volví tras la lesión me lo tomo todo con otra filosofía. Relativizo mucho más la derrota», comentaba cuando hace unos meses encadenaba victorias de relevancia y era convocado para la cita olímpica.
«Me tomo cada partido de Grand Slam como un regalo», ha afirmado Andújar después de la victoria de esta madrugada. En Melbourne quizás cierre el círculo. Con Álex de Miñaur se vio en la final del torneo de Villena de 2018 , en la tierra batida de Equelite, la academia de Juan Carlos Ferrero. Entonces el valenciano salía de su calvario por la lesión del codo que le llevó tres veces al quirófano. Ganó. «Esta vez será muy diferente, yo tengo 35 años y él 22, y ha crecido mucho desde entonces», puntualiza.
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En lo que no van a ganar a Andújar es a motivación. Eso lo mantiene intacto porque siempre que habla avisa de que el día que la pierda, se irá. Ese positivismo se lo está transmitiendo también a otro tenista español, promesa del tenis valenciano como Pedro Martínez Portero. Perdió en la segunda ronda del torneo individual, pero junto a Andújar (con quien ya disputó los Juegos), el alcireño ha avanzado ronda: han derrotado a los serbios Lajovic y Sabanov, y en la madrugada del sábado se meirán a los neerlandeses Haase y Van de Zandschup.
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