Pablo Andújar, sonriente junto al cuadro que le regalaron en el homenaje que recibió en las ATP Finals. IVÁN ARLANDIS

Pablo Andújar: «El tenista medio gestiona todo, hasta se lava la ropa»

«Tienes que hacer un poco de agencia de viajes, de empresario...», afirma el valenciano recién retirado, que relata la vida en la ATP para los profesionales que no están en el top como Nadal, Alcaraz o Djokovic

Domingo, 10 de diciembre 2023, 01:22

El salón de la casa de Pablo Andújar está hecho totalmente a su medida. Evidencia que ahí reside un tenista profesional –nunca dejará de ser tenista por mucho que ya se haya retirado– y, al mismo tiempo, una pareja inmersa en una carrera aún ... más compleja: la crianza de sus cuatro hijos, Pablo, Álex, Carlos y Gabriela. En la estantería que cobija algunos de los recuerdos de una vida nómada como deportista de élite luce el último: un cuadro que le regalaron en el homenaje durante las Finales ATP de Turín. Delante hay cuatro pollitos y uno se pregunta si representan a alguna victoria o son la mascota de algún torneo, ante lo cual ríe con ganas: «¡Qué va! Son de los niños. Mejor quitamos los muñecos para hacer las fotos, ¿no?».

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Esos cuatro pequeños juguetes, en cambio, como el resto del salón, definen a Pablo Andújar, el tenista valenciano que se retiró en la reciente Copa Faulcombridge a sus casi 38 años. Ganador de cuatro torneos de la ATP y número 32 del mundo como mejor ránking, relata cómo es la vida en el circuito para un deportista profesional pero que no está entre los tops que cualquiera puede imaginar: los Nadal, Carlos Alcaraz, Novak Djokovic...

«Te lo voy a resumir en que si yo fuera un empresario, estuviera contratando gente y me viniera una persona que ha sido tenista profesional, tendría muchos puntos a favor», comenta Pablo Andújar. El valenciano argumenta que, desde niños, los deportistas de la raqueta deben saber gestionar sus ingresos: «Haces un poco de agencia de viajes, de empresario... de todo. Y aprendes a ser responsable desde muy joven, es algo que luego te sirve para la vida».

¿Esto es ajeno a los tenistas top? No tanto. «Ellos están igual, aunque es cierto que no tienen esa presión por lo económico», indica. Esa incertidumbre se padece sobre todo en la niñez y cuando, al empezar a despuntar, se disputan torneos Future, en busca de conseguir puntos y escalar posiciones en el ránking ATP. «Cuando empiezas a entrar en las previas de los Grand Slam, que estás entre el 200 y el 250 del mundo, te sale cuenta con paga», estima Pablo Andújar. Porque al final, para vivir del tenis, es necesario estar aproximadamente entre los 100 mejores del mundo: «A partir de ahí te puedes ganar bien la vida». Pero hasta ahí hay mucho camino por recorrer, los deportistas y sus familias.

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«Yo he visto gente que se habían comprado una autocaravana e iban con ella de torneo en torneo. Afortunadamente en España tenemos muchos Futures, prácticamente todas las semanas. Ahí lo hacen todo, les permite ahorrar en hoteles y comida», explica: «También hay tenistas que se encuerdan la raqueta. El servicio lo tienes, pero te cuesta entre 15 y 20 euros y al principio, todo lo que puedas ahorrar los tienes para invertir en ti».

Por eso, Andújar se considera un afortunado. «Mi tránsito de no tener puntos a pasar al circuito Challenger fue rápido. Yo hice la selectividad y mis padres me dijeron que me daban un par de años», recuerda. De haberse enquistado su progresión, le habría tocado aparcar la raqueta –al menos como deportista de élite– y matricularse en la universidad: «Hay gente a la que le cuesta más. El siguiente año, que yo tendría 18 o 19, ya me lo estaba pagando yo todo».

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Entonces empieza una carrera en la que hay que madurar antes como persona que como deportista. «El tenista medio se lo gestiona todo. Desde los vuelos, las comidas... y cómo recortar gastos. Yo me he limpiado la camiseta de jugar con jabón en el lavabo y la he puesto a secar en la habitación para no ahorrar en la lavandería», recuerda.

El WO en Wimbledon

En esos primeros años de trotamundos también aprendió que había algo en lo que debía escatimar lo mínimo: en invertir en su progresión como tenista. De esas cosas, como ocurre muchas veces en la vida, se toma consciencia a base de sinsabores. Y el suyo fue en la catedral del tenis, en All England, en el primer Wimbledon en el que se había ganado el derecho de disputar la fase previa. «Hice un WO. ¡Que eso es muy fuerte! Había ganado un partido (al alemán Benedikt Dorsch por 6-4 y 6-2), estaba en segunda ronda. Entonces (2007) el uso de internet no estaba tan generalizado. Llamabas por teléfono y preguntabas cuándo te tocaba jugar: 'Third on court...'».

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Pablo Andújar charlaba con unos amigos que vivían en Londres mientras miraban de reojo el torneo desde un puesto elevado. «Yo vi una pista donde había un tenista y no estaban jugando. ¡Yo qué se lo que se me pasaría por la cabeza! Lo cierto es que no pensé que me tocaba ya», recuerda: «De repente me llama Giorgio Di Palermo, que estaba al cargo de los jugadores y me dice: 'Pablo, ¿dónde estás? Te quedan dos minutos o te dan por perdido el partido'». Andújar corrió más que nunca porque el raquetero estaba en el vestuario: «Cuando entré en pista, mi rival salía. El juez me dijo que habían pasado 17 minutos y el máximo eran 15. Lo primero que pensé fue: 'Y yo ahora esto, ¿cómo se lo voy a explicar a mi padre?'».

Y el hombre, preocupado al enterarse del resultado, le llamó para interesarse por su salud. «Ahora me río, pero me dijo de todo, con razón. Pensarían que menudo malgasto de dinero en colegio bilingüe», señala Andújar, que hoy después de varias vueltas al mundo habla castellano, valenciano, inglés, francés e italiano. «Entonces era un chaval y me lo tomaba todo de otra forma. Con decirte que esa noche me fui de fiesta con mis amigos a Londres... También es cierto que entonces se tenía la idea de que los españoles no hacían nunca nada en Wimbledon, como que ibas un poco a por el cheque. Y por eso no viajé con mi entrenador... a partir de entonces, nunca más», señala.

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El tema del dinero es la piedra angular en el tenista medio. «Hay gente que mira que en un partido de Roland Garros ingresas 50.000 euros y dicen: '¡Por una hora en pista!'. Pero hay que fijarse en que igual llevas diez torneos en los que no ganas dinero, y te lo tienes que tomar como una inversión en mejorar tu nivel», señala Pablo Andújar. El deportista se ve frente a varios dilemas, principalmente a cuántos miembros del equipo se lleva: «Cuando juegas Challenger ya se suele incluir el hotel, que puedes alojarte con tu entrenador en una habitación doble. Pero si ya quieres llevarte fisio, debes pagar otra. A esto hay que añadirle los vuelos y la comida y la cena».

«En esto es diferente al fútbol o al baloncesto, donde el deportista firma su contrato. Nosotros debemos gestionar los ingresos... muchas veces de lo que suponemos que vamos a generar, porque el pastel es el que es y todos queremos la mayor parte posible», señala. En su caso, viajó durante toda su carrera sólo con entrenador... hasta la grave lesión de codo. A partir de 2018 también necesitaba tener en los torneos a su fisio de confianza.

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En esos «cinco años de regalo» cambió su forma de ver el tenis. Porque el deportista también debe elegir en un calendario inabarcable. Andújar recuerda la gira sudamericana de 2013 acabando en Indian Wells y Miami en la que estuvo nueve semanas fuera de casa: «Al final la familia se desplaza a visitarte, Cris (su mujer) venía a mitad del viaje. En Miami estaba frito. Jugaba contra Troicki... directamente tiré el partido». No volvió a someterse a un tramo de calendario como ese: «Lo ideal es estar tres o cuatro semanas y volver a casa para descansar, ver a la familia y mejorar algunas cosas de tu tenis que te hayas dado cuenta que necesitas mientras compites».

Aprender a priorizar

Esa presión, ese lado personal, lo debe gestionar desde un tenista de clase media como Pablo Andújar hasta los top como Djokovic. «Ellos no tienen el problema del dinero, pero todos nos marcamos unos objetivos», reitera. Y deben aprender a convivir con todo lo que sucede fuera de la pista de tenis, que en definitiva es lo más importante. «Yo estaba en un bucle en el que no era capaz de mirar más allá, pero el nacimiento de mi primer hijo me ayudó a priorizar. El tenis se acaba, pero hay cosas que suceden sólo una vez. Ya vivimos lo suficientemente fuera de casa», reflexiona. Esto le ayudó a superar la lesión de codo que le lastró durante dos años.

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Y cuando regresó, fue padre por segunda vez, en 2019. «Estaba en Córdoba (Argentina). A Cristina le quedaban dos semanas para salir de cuentas, pero yo no conseguí evadirme. Jugaba contra Sonego y me ganó (6-3 y 6-2). No saqué mi 100% porque estaba pensando en lo que podía ocurrir y al final sucedió. En cuando salí de pista le dije a mi entrenador: 'Nos vamos para casa'. El parto se adelantó y a los tres días nació Álex», recuerda.

El salón de casa de Pablo Andújar ensambla una carrera tenística exitosa con la vida familiar. Porque al final, los seres queridos son los que están al principio de la carrera de un deportista y en los momentos duros, como en una grave lesión. En el US Open le regalaron una figura de Billie Jean King, de esas que suelen romperse en los viajes. «¡Pues no, ahí está!», señala en la estantería. Cerca de los cuatro pollitos y del cuadro que del homenaje de la ATP.

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Pablo Andújar, durante la entrevista. IVÁN ARLANDIS

«En mi primer US Open se retiraba Agassi. Me habría gustado competir contra él»

Como tenista profesional, Pablo Andújar disputó 329 partidos en el Challenger Tour y 405 entre el ATP World Tour y los cuatro Grand Slams de cada temporada. Eso se traduce en muchas vivencias dentro del tenis y en experiencias en diferentes países a lo largo de todos los continentes.

–¿Tiene claro cuál es el mejor torneo entre todos los que ha disputado en su carrera?

–El Conde de Godó (lo dice sin dudar, casi sin que se termine de formular la pregunta).

–¿Y el peor?

–Esa pregunta mejor que no la conteste..

–¿Pero lo tiene claro aunque no lo diga?

–Sí hay varios... pero ninguno está ya en el calendario actual.

–¿El lugar más auténtico que ha visitado gracias al tenis?

–All England... (ríe) a pesar de la anécdota (la del partido perdido por su descuido el primer año que disputó la fase previa), pero es la catedral del tenis.

–Imagino que también habrá hecho muchos amigos.

–Muchos. Sobre todo, los españoles de mi generación. Pero también otros valencianos más jóvenes como Pedrito (Pedro Martínez Portero), Bernabé (Zapata) o (Carlos) Taberner.

–¿Qué haría diferente o qué cambiaría en el caso de que volviera a empezar?

–¿Cambiar? A la mujer... (risas). ¡Que no! («Más te vale», replica ella, Cristina, que acaba de volver del trabajo). Igual cambiaría decisiones que tomé pensando únicamente en el tenis y no en la vida en general. Esto es algo de lo que tomé consciencia con el nacimiento de mi primer hijo. Hay cosas que no te puedes perder, que pasan una vez

–¿Hubo momentos de decir: 'Lo dejo'?

-Durante la lesión del codo hubo veces en los que no veía la luz.

–¿Y en qué se apoya en esos momentos tan malos?

–A mí me ayudó el nacimiento de mi segundo hijo a relativizar las cosas. A poner el foco en otra cosa que no fuera el tenis. Y llegar a la conclusión de que si no puedes volver a jugar a nivel competitivo, no pasa nada, que hay otras cosas mucho más importantes en la vida.

–¿Con qué victoria se queda?

–Quizás con la de Federer (en Genova 2021 por 6-4, 4-6 y 6-4) porque fue un sueño competir contra él y entonces la sensación ya era que no le quedaba mucho para retirarse... o contra Thiem en Roland Garros (también en 2021 y en cinco sets, por 4-6, 5-7, 6-3, 6-4 y 6-4).

–¿Y con qué derrota se queda?

–Contra Rafa Nadal en Río de Janeiro (la semifinal de 2014 por 2-6, 6-3 y 7-6). Porque fue el mejor tenis que he jugado en mi vida.

–¿A qué jugador le habría gustado enfrentarse?

–A Sampras...

–Pero con el que haya coincidido en el circuito...

–Diría que Agassi, porque en el primer año que disputé la previa del US Open, en 2006, él se retiraba y lo estaban despidiendo precisamente allí. ¡Coincidimos en un torneo!

–¿Ha tenido referentes?

–Sobre todo Ferrero y Ferrer... bueno, también Safin.

–Todo de la Terreta...

–Sí, porque han sido a los tenistas que he tenido cerca.

–Alguna comida que haya descubierto por el tenis y que ahora sea de sus favoritas?

–La peruana de cuando fui a Lima a jugar un Challenger y la japonesa, de Tokio.

–¿Qué le ha faltado a su carrera de deportista profesional?

–Creo que ganar alguna eliminatoria de Copa Davis. He jugado dos, en una gané mi partido y en otra lo perdí, pero al final caímos en ambas.

–¿Le haría ilusión ser capitán?

–¡Claro! Pero es una cosa que creo que no... Hay mucha gente antes, para ese cargo se fijan muchísimo en el currículum, que me parece bien, y hay bastantes exjugadores en España que lo tienen mejor que yo.

–¿Quién es el Pablo Andújar post tenis?

–Un tío con inquietudes e ideas, que quiere traer el tenis profesional a la ciudad de Valencia (dirige la Copa Faulcombridge en el CT Valencia) y mejorar las condiciones de los tenistas en la ATP (es representante de los deportistas en el consejo de directores desde 2023).

–¿Qué hacía en los tiempos muertos?

–Durante una época jugábamos a las cartas y al parchís, pero con el tema del móvil nos comunicamos menos... series, Netflix y todo eso.

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