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Pablo Andújar era un niño inquieto. Desde que empezó a gatear, no paraba un segundo por la tienda de animales que su madre regentaba ... en Benimaclet. «Ahí me pasaba el día, molestando. Aún la conserva mi primo», precisa. Algo vio en aquel muchacho travieso Juanjo Cabrera, entrenador de tenis y cliente del establecimiento. Le propuso a la mujer que lo llevase al club El Collao, donde impartía clases. Más que nada, para que quemase parte de las energías que invertía dando la lata en el negocio materno. Y de ahí surgió un tenista incansable, correoso, que no se ha dado por vencido ni ante una lesión de codo, larga y dolorosa, que puso en peligro su carrera. «Creo que desde que volví valoro más las cosas. Me lo tomo todo con otra filosofía, relativizando mucho más la derrota», recalca.
Aquella lesión le llegó en 2015, en el mejor momento de su carrera. Superó todo un calvario y en 2018 empezó de cero. El nuevo Pablo Andújar no esperaba para nada un 2021 como este. Que a sus 35 años, con una pandemia por medio, saltaría a los titulares por ganar a Federer en Suiza y a Dominic Thiem en París: «Roger me dio una lección en la derrota, por su trato. Al final es una estrella y no creo que le hiciera mucha gracia perder en su país. Y con Dominic es difícil llevarse mal. Al final son dos personas espectaculares».
Andújar está encantado. «No me planteaba nada de lo que me ha ocurrido, pero cuando llega, es bonito. Lo veo fruto de la perseverancia, de mi amor hacia el tenis y de que dentro de lo duro que es, al final te acaban pasando cosas buenas», afirma: «Lo trato con normalidad, pero admito que las victorias ante Federer y Thiem no las olvidaré nunca. Me las llevaré como parte de mis memorias cuando me retire».
De momento no quiere plantearse hasta cuándo seguirá con la maleta y la raqueta a cuestas. «Tenemos tres hijos, de cuatro años, dos, y uno y medio. Nuestra casa es un festival, no paramos. Les intento dar tiempo de calidad porque luego paso semanas fuera. Es lo que más duro se me hace», relata: «De momento el tenis me compensa. Cuando deje de ser así, lo dejaré».
Complicado si el deporte de su vida le sigue regalando experiencias como la de debutar en unos Juegos Olímpicos. «Es una oportunidad que ha venido y a estas alturas de mi carrera no la esperaba. Tengo mucha ilusión y hay que aprovecharla», asegura. Las renuncias de Nadal y Bautista Agut, junto a su buen juego desplegado en las últimas semanas, abrieron las puertas de Tokio a Pablo Andújar. Pero claro, siendo él no se iba a presentar todo tan fácil.
Ganó en primera ronda a Herbert en Wimbledon, pero una fractura de estrés en las costillas le impidió seguir compitiendo en All England. «Vivir el sueño olímpico es una experiencia para el resto de los días. Soy optimista, voy a llegar a Tokio al 100%», ha repetido a todo el que le preguntaba.
Y lo ha hecho. Se encuentra en Tokio para afrontar dos torneos: el individual y el de dobles junto a Roberto Carballés. El tenis arranca en la madrugada de este sábado y la pareja española se medirá a los italianos Lorenzo Musetti y Lorenzo Sonego en primera ronda. En singles jugará contra el galo Ugo Humbert. «No me planteo ningún objetivo, ganar el máximo de partidos posible», señala. Seguir disfrutando del tenis, algo que aprendió cuando era un muchacho travieso y ya inculca a su hijo mayor: «Una horita a la semana, para que haga deporte y amigos, es el objetivo».
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