Sara Sorribes, ambiciosa tras su medalla olímpica: «Intentaré igualar en individual los resultados que estoy haciendo en dobles»

Anabel Medina y su sucesora ya están en casa. La primera, la capitana española, ha aterrizado en Manises antes del mediodía junto a su homólogo masculino y también valenciano, David Ferrer. La de Torrent tiene la plata de Pekín 2008 a buen recaudo, y Sara Sorribes también llevaba guardada el bronce de París 2024 cuando ha tomado tierra en el aeródromo de Manises. Ella ha viajado en otro vuelo para volver a casa acompañada por Rosario y Nuria Sola, del club de La Vall d'Uixó y que la han alentado en la capital francesa.

«En estos días Anabel ya me había dicho que la medalla picaba por ahí (ha comentado sin borrar en ningún momento la sonrisa) y por fortuna he podido comprobarlo», ha indicado una Sara Sorribes eufórica, cuyo rostro no puede ocultar que ha vivido las últimas horas en una nube de felicidad absoluta: «Estoy muy contenta y emocionada. Ha sido una semana muy bonita para todos en la que hemos estado muy a gusto. Hemos conseguido hacer algo que nos ilusionaba mucho, somos muy felices».

Sara Sorribes admite que posiblemente este domingo 4 de agosto de 2024 sea el mejor día de su vida deportiva. «Uno de los más bonitos, sin duda», ha indicado después de calificar lo que supone para ella la medalla olímpica conseguida junto a Cristina Bucsa: «Es un sueño cumplido». La castellonense también ha dejado entrever que era su compañera la que más fe tenía en que podían estar en el podio de Roland Garros, donde se han celebrado los torneos de tenis de estos Juegos de París: «Yo no creía que fuera posible, Cristina si».

Ahora el calendario de la castellonense tendrá un bendito imprevisto. La tenista pensaba volver a hacer la maleta para marcharse a competir tan tarde como la semana que viene. «Me lo voy a tomar con más calma, me apetece celebrarlo, disfrutarlo con mi familia y amigos, y eso es lo que voy a hacer», ha subrayado Sara Sorribes. Aunque no sabe muy bien qué, la deportista ya es consciente de lo evidente: que tendrá un merecido homenaje en su La Vall d'Uixó natal: el Ayuntamiento ya ha contactado con su madre y además la localidad está en fiestas.

La deportista de 27 años es el segundo tenista de la Comunitat con medalla olímpica (tras Anabel Medina) y el deportista número 24 que se sube a un podio de unos Juegos. Es eterna y ante eso comenta: «Esto es algo muy bonito, pero aún no he podido pararme a asimilarlo». Sorribes ha sacado la medalla de la bolsa a petición de los fotógrafos y cámaras que se han dado cita en el aeropuerto. «Aún no sé dónde la voy a poner», ha indicado. Lo que sí ha hecho es lucirla en cuanto la a extraído de la maleta, con la sonrisa aún más grande y fotografiándose con gente que estaba en Manises y se daba cuenta que comparían espacio con una medallista olímpica.

De cara al futuro, ya se verá. Lo más importante, que España ha encontrado gracias a esa bonita casualidad de Madrid una férrea pareja de dobles. «Ojalá que en la selección tenga un buen futuro. Todavía queda trabajo para eso. Tenemos que ver cómo va el calendario y esperemos poder jugar alguna semana más juntas», indica sobre Cristina Bucsa, con quien conquistó ese Mutua Madrid Open y esa medalla de bronce , y con la que sólo ha sufrido una derrota en diez partidos.

Este éxito ha borrado las lágrimas de amargura tras la derrota en primera ronda, a pesar de haber luchado y ser contra la flamante ganadora de Wimbledon, la checa Barbora Krejcíkova. «Fue una primera ronda complicada y poder terminar así la semana es espectacular. No ha sido fácil darle la vuelta a la mano, así que ha sido emocionante», admite.

Sara Sorribes afirma que no se plantea centrar su carrera en el dobles. «Me va bien por cómo me va en el individual. Creo que es la base para mí, me sigo encontrando bien físicamente y voy a intentarlo hacer bien. Ojalá pueda igualar los resultados que estoy haciendo en el dobles», señala la tenista castellonense, que no se descarta para Los Ángeles 2028, pero reconoce que está muy, muy lejos: «Ojalá pudiera llegar, pero es algo que está de momento lejísimos».

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