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JUAN CARLOS VILLENA
Martes, 22 de abril 2014, 19:38
Con la segunda plaza encarrilada, el Valencia Basket lo tendría que perder todo y el Barça no fallar en el tramo final de la temporada regular, los dos partidos en Madrid antes de la final de la Eurocup debían servir como banco de pruebas para el conjunto de Perasovic. Para eso y para dosificar minutos en los jugadores más cargados. La victoria ante Estudiantes, que acabó con una racha de dos derrotas consecutivas en territorio estudiantil, también sirvió para acostumbrarse a ganar sufriendo. Porque en el tramo final de la temporada, donde están en juego los títulos, nadie te sirve en bandeja un partido fácil. Nadie.
Cuando Sato puso el 38-55 al inicio del tercer cuarto ni el más apasionado miembro de la Demencia, que ayer intentó que el Palacio tuviera algo de ambiente con miles de conductores regresando de las playas por la A3, pensaba que su equipo pudiera poner contra las cuerdas al equipo más fiable de la ACB, con permiso del Real Madrid. Pero un parcial de 39-25, que se cerró con dos tiros libres de Kuric (77-80), metieron en el partido al conjunto de Vidorreta. Para entonces tres canastas de Doellman, Lafayette y Sato habían apagado el conato de incendio. Pero faltaba por aparecer otro de los 'bomberos' habituales en lo que va de temporada. Pau Ribas. El catalán esperó la anotación de Kuric desde el centro del campo. Y corrió hacia la canasta del Estu nada más coger Doellman el balón. Su metáfora del clásico palomero, tras pase de béisbol del americano, cerró la victoria taronja (77-82). Porque el carrusel de tiros libres en los últimos segundos ya no tuvieron incidencia en el marcador.
El Valencia Basket visitará al Real Madrid a cuatro días de que de comienzo la final contra el Unics. Y es posible que ese aspecto fundamental impida ver la mejor versión taronja. Pero a buen seguro que Perasovic y sus hombres quieren demostrar que la etiqueta de aspirante se la han ganado en la pista. No es fruto del regalo de nadie. El conjunto de Laso llegará con el partido aplazado contra el Joventut por el playoff ante Olympiakos con un balance de 27-0. Los valencianos con 25-3, una cosecha de la que se estaría hablando en todo el baloncesto español si no fuera porque ha coincidido en el espacio y el tiempo con la mejor marca de la historia de la ACB a estas alturas de la temporada. Los taronja tienen licencia para soñar, se la han ganado. Y están a un triunfo de igualar su mejor balance en una temporada regular.
La versión del Valencia Basket en el primer tiempo se asemejó al equipo que ha vencido, con el de ayer, 16 de los últimos 17 partidos en la ACB. La del equipo al que le casi le remontan el partido es la que tienen que analizar los técnicos, que son los primeros que saben que esos detalles son los que se pulen en las sesiones de vídeo. Lo más importante es que el equipo mantenga su inercia ganadora, sin importar las bajas. El Valencia Basket llegó a Madrid sin Triguero, tras un fuerte golpe en la rodilla pendiente de un examen final, y sin Lishchuk. Dos bajas que serían un drama en cualquier equipo. Pero si algo ha conseguido Perasovic es que sus jugadores piensen como un bloque. Esa es su gran arma para aspirar a dos títulos a estas alturas de la campaña.
Los trece puntos de renta con los que los taronja se marcharon al descanso (35-48 tras un triple de Van Lacke en carrera) no resumieron lo visto durante los veinte primeros minutos de baloncesto. Y esa fue la mejor noticia para Estudiantes y para Txus Vidorreta. El motor de Valencia Basket suele ser diesel, pero cuando se calienta es imparable. Y el 9-3 inicial se convirtió, con un Doellman sideral que anotó en los dos primeros cuartos 17 puntos, en un 32-48 justo antes del triple final de argentino sobre la bocina. Pero esa canasta alimentó el sueño de la remontada estudiantil. Un equipo que se engancha a los partidos cuando la Demencia se dedica a animar y deja a un lado sus disputas con la policía. Slokar, Rubio y Colom se disfrazaron de salvadores. Aunque la renta valenciana no llego a bajar nunca de tres. Los equipos que funcionan como máquinas suelen encontrar siempre la salida. 25-3.
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