Juan Carlos Villena
Viernes, 17 de febrero 2017, 17:59
El Valencia Basket afronta esta noche a las nueve la segunda etapa de una edición de la Copa del Rey muy especial. Es la de las tres heridas. Ayer cerró la primera, tras dominar al Gran Canaria y borrar de un plumazo lo ocurrido el pasado año, y hoy le mira a los ojos a su bestia negra en el torneo, que no es otro que el FC Barcelona de Claver. El equipo catalán ha ganado a los valencianos en cinco de sus siete duelos en el torneo. Cuatro de ellos de forma consecutiva. Para encontrar la última victoria del Valencia Basket frente al Barça hay que remontarse doce años, a los cuartos de final de Zaragoza05. La herida que más sangra es la de 2013, precisamente en el Buesa. Fue en la final del quiero y no puedo, donde el conjunto de Perasovic nunca tuvo opciones. Hoy, frente a un equipo que llega de tapado por las lesiones pero que eliminó con solvencia ayer al Unicaja, buscará la quinta final copera de su historia. De hacerlo, optará a cicatrizar la tercera herida puesto que las tiene frente al Real Madrid y el Baskonia. Paso a paso.
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El primer sorbo de la Copa fue el mejor reflejo de lo que supone el torneo, un evento que no espera a nadie. Le ocurrió al Gran Canaria en la primera parte y en los últimos minutos y al Valencia Basket en el momento en el que pensó demasiado en lo sucedido en tierras gallegas hoy hace justo un año. El deporte, además de físico y técnica individual, es un estado de ánimo. Algo que se convierte en una lupa enorme en una cita que se decide en cuatro días y donde el ganador tiene que vencer en tres partidos. Para el que comienza el juego el viernes, como le ocurrió ayer a los taronja, la cosa se complica un poco más. Ganar tres partidos en tres días. Algo que nadie consideraría en otros deportes pero que en el de la pelota naranja se da por supuesto.
Dubljevic saltó a la pista dispuesto a borrar de un plumazo todos los fantasmas. El montenegrino fue uno de los que más sufrió lo ocurrido frente a los grancanarios en 2016, puesto que defendía a Omic en aquel fatídico último cuarto, y quiso acabar el partido en el primer trago (12-4 y nueve puntos para el pívot). Casimiro no encontraba la fórmula para pararle, puesto que la entrada de Kravtsov y su tempranera tercera falta tampoco espantó los nubarrones. Todo lo contrario. El secreto del Valencia Basket actual es que sus doce jugadores pueden ser el MVP de un partido. Algo al alcance de muy pocos equipos, incluso de los grandes de la Euroliga. El ucraniano se sentó en el banquillo y saltó Oriola. El catalán afrontaba el primer encuentro de su carrera en una copa. Se quitó los nervios en pocos segundos, demostrando que puede ser una de las claves en el intento de levantar mañana el título. La aparición del jugador de Tàrrega fue demasiado para el Herbalife y con ello se llegó al 49-34 al descanso.
El gesto con el que abandonó Pedro Martínez el parquet en busca del vestuario dejó bien a las claras que quedaba mucho trabajo por delante. Algo que se comprobó cuando Van Rossom puso el 57-36 al inicio del tercer cuarto. Una ventaja muy parecida a la que tenían los valencianos hace justo un año... la misma que el Gran Canaria bajó al 64-56 con un parcial de 7-20. El paso al frente de Vives, con ocho puntos consecutivos incluyendo dos triples, y el nivel defensivo de Sastre fueron claves para evitar cualquier susto. Más piezas sumando.
Pierre Oriola dio descanso a un imperial Dublevic -quince puntos y seis rebotes en doce minutos- y también lo bordó, con cinco canastas en otros tantos minutos que abrieron aun más las heridas de un equipo canario sin alma y que daba demasiadas facilidades en defensa (43-26, min 18).
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Al descanso, los de Pedro Martínez ya tenían medio billete para semifinales tanto por lo abultado del marcador (49-34) como por las sensaciones que trasmitían ambos contendientes.
El juego coral del conjunto levantino contrastaba con la ausencia de referentes en el Gran Canaria, donde solo McCalebb lo intentaba con cierto criterio.
Con el paso de los minutos la diferencia fue creciendo -llegó a ser de 21 puntos- hasta que llegó la reacción canaria a base de pundonor y un parcial de 12-2 que coincidió con un apagón anotador valenciano le permitió llegar con vida al cuarto definitivo (62-50).
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Un triple de Pablo Aguilar y una canasta de Albert Oliver colocaron a los isleños solo ocho abajo con ocho minutos por jugar, lo que hizo soñar a su aficionados.
Cinco puntos seguidos de Guillem Vives dieron entonces aire a los taronjas, que fueron capaces de responder cada golpe de su oponente pagándole con la misma moneda y manejar sus ventajas con cierta comodidad para sellar su presencia en semifinales.
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