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Álex Mumbrú, el campeón del mundo que desconecta con la pesca
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A los 40 días de retirarse como jugador tomó, por instinto, las riendas del banquillo de Miribilla: «No puedo vivir sin el baloncesto»Secciones
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A los 40 días de retirarse como jugador tomó, por instinto, las riendas del banquillo de Miribilla: «No puedo vivir sin el baloncesto»Si en alguna ocasión se cruzan con Álex Mumbrú Murcia (Barcelona, 1979) por aguas territoriales valencianas subido en una barca con una caña de pescar, no se asusten. Bueno, si es alguno de los jugadores que tenga a sus órdenes en la Fonteta hasta 2025, ha firmado tres años de contrato con el Valencia Basket, a lo mejor sí que deben hacerlo. El nuevo técnico taronja encontró en esa actividad una válvula de escape a la tensión que se vive en los banquillos. No por falta de experiencia, ya que estamos hablando de uno de los primeros campeones del mundo con España (formó parte de la histórica selección de 2006 en Japón) y que ha sido profesional 21 temporadas. «Estamos en el Mediterráneo y tendré que mirar alguna barca. Es algo que me gusta mucho. Al final, cuando tienes tanta presión en un trabajo como el nuestro durante el año necesitas hacer otras cosas para despejarte y no pensar en baloncesto durante un rato. En Bilbao un muy buen amigo me enseñó a pescar y a pasar tardes de pesca charlando», confiesa.
Los que conocen bien a Álex, padre de cinco hijos y hombre de familia, saben que si valora algo por encima de todo es la palabra amistad. Es por ello que sintió como un familiar más, al final un amigo eso es lo que es, el fallecimiento de José Manuel Cortizas, periodista de El Correo que narraba con su excelsa prosa las andanzas del Bilbao Basket: «A Corti le tenía un cariño extremo. Era una persona entrañable y que se hacía querer. Seguro que haber salido de su equipo le hubiera dolido pero también que estaría muy contento y orgulloso de mí. Estoy convencido que desde ahí ayuda un poco a todo». Desde ahí, donde esté, también le seguirá viendo cuando el trabajo lo permite asistiendo a un concierto, ya sea en Kobeta en el BBK o en el Cruïlla de Barcelona. Siempre, eso sí, con música de guitarra. El mundo musical más allá de las seis cuerdas es territorio desconocido para el catalán, que reivindica que los vestuarios suenen con otros estilos: «Algo más de rock estaría bien. Al final es inevitable que mucha gente joven se tire por el reguetón. No es mi estilo de música, la conozco poco. A lo mejor conseguimos hacer un equipo rockero que al final funcione como tal».
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Si algo demostró el Mumbrú jugador –en la Fonteta las ha tenido de todos los colores con las tres camisetas que defendió– es carácter. Eso no se negocia. Cuando el Bilbao Basket descendió de la ACB en 2018 ya había decidido colgar las botas. Lo que no tenía tan claro es que a los 40 días de retirarse como jugador ya tendría en su propiedad la pizarra de Miribilla. Se llama arrojo y confiar mucho en uno mismo. «No puedo vivir sin el baloncesto», sentencia. Es por ello que unos meses antes de vaciar la taquilla ya se había sacado el título superior de entrenador. Como jugador, el técnico que más le marcó fue Aíto García Reneses. Con él, rozaron la gesta de tumbar a Estados Unidos en la final de los Juegos de Pekín en 2008. En el que muchos piensan que es el mejor partido de la historia del baloncesto FIBA. Si pudiera elegir un ADN de entrenador, pondría en la pócima la táctica de Aíto y la dureza de la escuela yugoslava. Mumbrú apuesta por mezclar el método con el talento. La honestidad es una palabra que no negocia para llegar a un punto de partida básico; al jugador hay que convencerle. Que crean en su entrenador. Lo aprendió al otro lado del banquillo. «No me he sentido incómodo», responde cuando se le cuestiona por las reuniones del Valencia Basket con Pedro Martínez: «Tenían que tener claro el perfil que querían. El estar en un club con el prestigio de Valencia y con una Alqueria que tiene 600 jugadores requiere que haya compromiso por las dos partes. Lo que me hubiera parecido extraño es que sólo hubieran hablado conmigo».
El entrenador al que Garbajosa vaticinó al terminar el Eurobasket de 2017 que algún día será seleccionador no ha olvidado que hace nada fue jugador. Es por ello que sabe cómo tratar situaciones difíciles. Como la de Neno: «Lo que quiero saber es lo que él quiere. Engañaría si dijera que el rendimiento de Dimitrijevic ha sido el esperado. Empezando por ahí, hay que hablar con él y ver lo que piensa. Entiendo que él pensará igual y a partir de ahí veremos cual es la decisión. Cuando tienes contrato no sólo es quererlo sino también hay que demostrar que quieres estar en el Valencia Basket y eso se demuestra en la pista, con el juego, la lucha y la entrega». También ocurre con Hermannsson, al que pondera: «Es una situación muy complicada, no podemos engañarnos. Martin ha hecho un trabajo que cuando la gente ha estado lesionada ha aguantado a capa y espada. Se ha jugado el físico. Está claro que el club quiere tener algún detalle con el jugador pero hay que tenerlo dentro de un ecosistema, el club también tiene sus tiempos. Nos encantaría que pudiera seguir pero hay que ver la situación, la lesión y el riesgo». Palabra de campeón del mundo, pescador y rockero.
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