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Anna Gómez, la capitana que puso a Alfara en el mapa de la canasta

historias del baloncesto ·

La valenciana salió de casa con 17 años, pensó que volvería ya como jugadora retirada tras la desaparición del Ros Casares pero la vida le regaló cumplir el sueño de ganar títulos en su tierra

Miércoles, 25 de mayo 2022

La familia. El hogar. Conceptos universales que adquieren valor cuando te pasas toda una vida buscando un sueño, recorriendo ciudades y anhelos, para acabar triunfando ... en tu tierra. Con los tuyos. «Salí de casa a los diecisiete años». La frase, de Anna Gómez, refleja la realidad de miles de personas que tienen que demostrar fuera lo que se cuestiona en casa. Tras brillar en la cantera del Ros Casares, fue oro en el Campeonato de España Infantil celebrado en Godella en el año 2000, le tocó hacer la maleta para recorrer España. Ibiza, Ferrol, Burgos, León, La Seu D'Urgell, Vigo, Bembibre, Gernika. Llegó a pensar, y más desde que desapareció el Ros en 2012, que regresaría a Valencia ya como jugadora retirada. La vida de maleta le había reservado un premio a todo su esfuerzo.

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En 2018, la jugadora que puso el nombre de Alfara del Patriarca en el universo de la canasta no se lo pensó cuando recibió la llamada del Valencia Basket. En la última final de Liga, sus lágrimas anunciaron un adiós que ayer certificó un comunicado. La Fonteta sintió que se estaba despidiendo y lloró junto a su capitana. Junto a su referente. «Se preocupa por todo, es una persona que ayuda a las jugadoras que llegan de fuera a sentirse acompañadas y que se adapten a la ciudad y al equipo». La definición es de Irene Garí y la firmarían todas las jugadoras que en los últimos cuatro años, pandemia incluida, han llegado al proyecto taronja. A la capitana le tocó el trago amargo de recoger el trofeo de subcampeonas en la Copa de la Reina de 2021. Por su cabeza pasó ese sentimiento de vacío de rozar con los dedos un sueño de niña que se negaba a convertirse en realidad. Lo logró un mes después en una pequeña localidad de Hungría, Szekszárd, conocida por la excelencia de su vino. Es ahí donde esta guerrera, cosecha de 1986, levantó al cielo el trofeo de la Eurocup Women. Lo hizo junto a María Pina, su amiga de Benetússer, con la que comparte un campus de verano y una filosofía de vida. Repitió dos veces, puesto que la sonrisa perenne de la valenciana también nos evocará la Supercopa de España, conquistada en Tenerife el mismo día que rugió el volcán de La Palma, y la Supercopa de Europa, ganada en la Fonteta ante el Ekaterimburgo ruso en una de esas gestas que no se ha calibrado como merece. El tiempo, implacable, le dará valor. Siempre ocurre.

El valor de Anna Gómez, que se ha llevado los tres Trofeos al Esfuerzo premiados por la afición taronja en 2019, 2021 y 2022, va mucho más allá de los números. Ser Anna Gómez es preocuparse por cada persona que te pide una foto, una firma o un abrazo. Sí, un abrazo. Antes o después de un partido. Se haya ganado o perdido. Haya disputado minutos sobre el parquet o, como le ha ocurrido en su última temporada, su contador estuviera a cero. Siempre sumando, haciendo equipo. Referente. ¿Los números? También. La de Alfara comienza un periodo de reflexión, donde debe decidir si cuelga las botas o aún exprime el baloncesto, como la jugadora que más partidos ha disputado con el Valencia Basket (143), la máxima asistente (461) y la cuarta en rebotes (468) y robos (111). Por encima de todo, la leyenda recordará a esa niña que salió de casa con 17 años y regresó al hogar para cumplir un sueño.

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