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Si algo ha demostrado Meriton desde que gestiona el Valencia es que tiene memoria y que cobra sus facturas. No se salva nadie. Quien se mueve... antes o después desaparece de la foto. José Bordalás, amortizado por dedazo desde Singapur, tendrá el dudoso honor de ... ser el último nombre, hasta el momento, en figurar en la lista de los profesionales que han sufrido la 'catana' de Lim. En su caso, como el de Pizzi o el de Marcelino, en sentir la traición de un proyecto que, como reconoció Anil Murthy en una entrevista en The Athletic en enero de 2020, busca entrenadores «que ejecuten las directrices de Lim como un funcionario».
Bordalás, a día de hoy, sigue siendo el entrenador del Valencia con contrato en vigor hasta junio de 2023. El alicantino se enteró por la prensa del despido de Anil Murthy y de la ascensión como director general de Sean Bai. Del nuevo ejecutivo, que ya despacha con el que va a ser su sustituto en el banquillo, lo único que sabe es que le emplazaba a una reunión a su regreso a España. Lo hizo a través de un tercero, el delegado David Rangel. Si algo no se puede discutir a Bordalás es que siempre ha sido claro con respecto a su visión de la política deportiva del proyecto de Meriton. La disidencia se paga cara. El 6 de mayo, antes de viajar a Bilbao, firmó su sentencia para Lim: «En fútbol los grandes clubes intentan mejorar cada temporada y hacerse más fuertes, si no es así el fútbol te juega malas pasadas y se puede pagar caro. No hay que tentar a la suerte y mejorar la plantilla para pelear por los objetivos que merecemos todos. Estoy convencido que el Valencia hará todo lo posible por construir un equipo competitivo». Sólo pasaron cinco días para que el técnico sintiera el aliento de Meriton en el cogote, a través del órgano de propaganda del Batzine: «Cuanto antes termine la temporada, mejor. Bordalás necesita replantearse la pizarra. Una temporada que inicialmente prometía mucho corre riesgo de terminar en un bajón». El oficialismo, desde que saltó la noticia de Gattuso, ya ha comenzado a filtrar que el desgaste de Bordalás para Meriton llegó por la supuesta falta de ambición del equipo tras la Copa y los reiterados mensajes del técnico de que la plantilla no daba para más: «Ha sido un año muy bueno si comparamos con las dos temporadas anteriores porque el equipo no ha sufrido por tener inquietud por los puestos de descenso».
Juan Antonio Pizzi fue el primero en sentir en sus carnes los dedazos de Peter Lim. En mayo de 2014 era el entrenador del Valencia en la gira del equipo por Hong Kong, donde ponderó la llegada de Meriton en una entrevista a este periódico: «Estamos tranquilos con la continuidad del proyecto, vislumbramos que viene una persona que tiene buenas ideas, un buen respaldo económico y que tiene aspiraciones deportivas. Eso nos permite soñar con hacer un buen año. Parece que llega una persona poderosa y uno puede pensar que el acceso a los jugadores de primer nivel está garantizado». Menos de tres semanas después, el presidente Amadeo Salvo le comunicó con un «Te ha tocado a ti» que dejaba de ser el entrenador del equipo para ser sustituido por Nuno Espirito Santo, representado por Jorge Mendes desde el el Rio Ave. Ese primer dedazo le costó a Lim 1,5 millones para rescindir al argentino.
Marcelino García Toral vivió una situación parecida a la de Bordalás, con el agravante de que le había dado un título de Copa y un billete para la Champions al club pocos meses antes de ser amortizado. El 20 de julio de 2019, se sumó al stage de Crans-Montana tras viajar desde Singapur, con Mateu Alemany, en un viaje donde supuestamente se consensuó el siguiente proyecto deportivo.
El asturiano sólo tardó tres días en meter presión a Lim para que llegaran los fichajes, en un contexto donde el cuerpo técnico estaba molesto por la negativa de Meriton en fichar a Rafinha. Tras ganar 0-3 al Sion, apretó: «Tenemos una idea clara sobre los jugadores que queremos que vengan. Si puede ser lo antes posible mejor. Vemos las inversiones que está haciendo el Sevilla o el Betis, queremos cerrar algunas incorporaciones que creemos nos pueden dar un complemento». A finales de agosto, firmó su sentencia con la famosa frase de los cangrejos: «No se me pasa por la cabeza que se vaya Rodrigo y no llegue nadie, nos pondría en una situación muy difícil. Tengo la certeza de que solo los cangrejos corren hacia atrás, por lo tanto no contemplo esa posibilidad». Dos semanas después, fue amortizado. En un año, el sentimiento del entrenador varió de la traición al engaño. Así lo vivió en sus carnes Javi Gracia, que amagó con dimitir, por parte de Lim y Murthy. «Me sentí engañado. Me pusieron en una situación sin salida. Si lo decía me descubría, si no era el cómplice con la persona con la que me sentía incómodo», reconoció en Puro Fútbol.
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