Un campeón de Europa con contrato indefinido

Rubén Burgos (Riba-roja, 1979) se formó como jugador en el Pamesa Valencia. Tras un periplo por C.B. Calpe, Cantabria Lobos, Fuenlabrada, Gijón Baloncesto, Villa Los Barrios, Atapuerca Burgos, Gran Canaria, Manresa, Llíria, Aguas de Valencia, Balneario Archena y Gandía Basquet colgó las botas tras jugar en el Onda Urbana Castellón la temporada 2008-2009. Desde entonces, arrancó una formación como entrenador que sigue teniendo en el Valencia Basket su epicentro, primero como entrenador ayudante de Roberto Íñiguez en el filial masculino de la Liga EBA, después cogiendo ese banquillo desde 2011 para incorporarse en 2017 al proyecto femenino del club. La temporada 2021-2022 será la quinta al frente de las taronja.

«Se impusieron con total justicia en el tercer partido y sacaron una ventaja que hasta ese momento no habíamos visto en el resto de partidos de la temporada entre los dos equipos», es su reflexión sobre lo vivido en la reciente final de la Liga Femenina contra el Avenida de Salamanca. Sin poner matices a la victoria del rival. Tampoco quiere contribuir a la polémica después de que Roberto Íñiguez indicara que ganó el título el equipo «más honesto» y después apuntara a la figura de Santi Pérez, uno de los miembros del cuerpo técnico taronja, como culpable de esa falta de honestidad (sin querer dar más detalles). «Nosotros hablamos de la Liga, que ha sido espectacular, del trabajo de la temporada del staff técnico del que estoy muy agradecido y que son parte de los éxitos de este equipo desde Liga Femenina 2, mejorando cada año hasta llegar a las tres finales y al título de la Eurocup esta temporada. En nuestra cabeza está eso y no ninguna polémica ni nada por el estilo», esa es la contestación del valenciano al respecto.

Si algo define la naturalidad de la relación de Rubén Burgos con el club de baloncesto para el que trabaja es su tipo de contrato. Es un caso único en el actual deporte profesional español. El técnico valenciano no tiene un contrato al uso como primer entrenador. Tiene un contrato indefinido con la entidad en el que la decisión sigue siendo hasta el momento que el mejor puesto que puede ocupar dentro del organigrama del club es el de primer entrenador del equipo femenino: «Lo normal en los clubes deportivos no es este tipo de contratos pero nosotros tenemos unas circunstancias, en este caso un mecenas que nos da unos medios, una mentalidad y por eso creo que el club es diferente y especial. Desde hace unas temporadas esa es la relación contractual que tengo con el club y además por convencimiento. Aquí es donde quiero estar, estoy identificado con el proyecto, con la mentalidad y con los valores del Valencia Basket. En qué posición o área, corresponde consensuarlo. Estoy encantando de poder ayudar desde mi puesto actual».

¿Cómo se vive con esa realidad? «No sé cómo se trabaja en otros sectores porque siempre me he dedicado al deporte profesional. Como jugador tuve contratos de la otra manera, por temporadas y con una duración fijada, y ahora tengo otro tipo de vinculación contractual. En mi caso se ajusta a mis objetivos e inquietudes personales que tengo. Soy una pequeña pieza dentro del engranaje e incluso del staff técnico. Si somos cuatro entrenadores, contando a Andreas, Laura y Santi, soy un 25%».

Si algo tiene claro Burgos, y más en un deporte que aún convive con la pandemia, es que uno de los pilares de una temporada histórica (tres finales y el primer título) está en los despachos: «Una de las claves en Valencia Basket es que el club consigue que las jugadores sólo tengan que preocuparse al cien por cien en la pista. Estar, en una temporada tan especial como la que hemos pasado, con esa seguridad personal y médica es muy importante. También el que no haya ningún retraso en sus pagos o sus compromisos económicos. Como jugador no siempre estuve en Valencia. Jugué en otros equipos con otras circunstancias, algunos con muy buena voluntad pero que no podían cumplir económicamente con lo firmado y cuando ocurre los jugadores lo pasan mal».

Ese aspecto se comprobó en el momento más complicado del curso, cuando la plantilla sufrió un brote de coronavirus que le hizo parar de la competición y que, incluso, amenazó la primera burbuja de la Eurocup que el entrenador, contagiado, no pudo disputar. «Estoy encerrada pero voy a cobrar y desde el club me facilitan hasta la compra para que cocine sin salir de casa. En esos momentos complicados vi a las jugadoras muy tranquilas, seguras y en el proceso de reentrada por los test médicos que se hicieron, de manera individualizada y sin riesgos. A lo mejor pasaron 10 o 15 días desde el momento en el que una jugadora tenía un PCR negativo hasta que se reincorporaba al trabajo del equipo. Eso nos dio mucha tranquilidad», afirma el técnico.

Sobre la configuración de la plantilla, que ya conoce las salidas de Juskaite y María Pina, el entrenador reconoce que las renovaciones «las jugadoras también tienen la última palabra y el club tiene que manifestarse» pero que se trabaja con un objetivo claro: «La idea que tenemos es la de la continuidad después de una temporada muy buena y de crecimiento en la parcela deportiva. Si el grupo ha ido mejorando cada vez que se han ido conociendo mejor, adaptándose más, y estando más cómodas ¿por qué no pensar que ese camino puede tener más recorrido?».

Con respecto a los perfiles de Alba Torrens o Ángela Salvadores, dos objetivos para reforzar la plantilla, Burgos ofrece una reflexión interesante: «Son jugadoras nacionales, de nivel, que están jugando fuera de España y si vuelven pues es un camino que ya habrán recorrido Queralt, Leti o Cristina. Cuando el equipo subió a Liga Femenina, las jugadoras de nivel que contratamos fueron María Pina y Anna Gómez. No tenían ninguna duda del proyecto porque conocían la casa y la mentalidad. Apostaron por el Valencia Basket cuando éramos recién llegados. Las españolas que estaban fuera necesitaban algo más tangible. Ahora ya han visto que es una realidad el crecimiento del proyecto, que lucha por los títulos. Eso, y que las jugadoras salen reforzadas. María Pina y Tamara Abalde volvieron a la selección tras jugar en el Valencia Basket y son campeonas de Europa. Ahora tenemos a Raquel Carrera que ha debutado siendo jugadora nuestra y ha regresado Leticia Romero. Eso también lo valoran las jugadoras».

La gallega, más allá de los tiros libres que dieron el título de la Eurocup, ha demostrado esta temporada que tiene el cielo de meta como jugadora de baloncesto: «Tiene muy buen entorno. Ha tenido focos encima siempre, desde muy joven, y los lleva bien. Ahora mucho más desde la Eurocup y su día a día no ha variado. En su mentalidad no se ha salido ni un guión del plan de mejora que tiene como jugadora joven, tanto de vídeos como en pista. Aprende mucho y muy rápido. Aprende muchas cosas de sus compañeras y de observar. Su límite lo va a poner ella y es muy alto». Sobre los objetivos de la próxima temporada, el arquitecto taronja con contrato indefinido pone el foco sobre una cita: «Lo que me gustaría es que tuviéramos la misma mentalidad, hambre y capacidad de esfuerzo para superarnos y seguir creciendo. Nos ilusiona mucho, por ejemplo, la Copa de la Reina en Valencia. Ojalá podamos repetir una temporada con algún título».