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Queralt Casas Carreras (Girona, 1992) lleva con la sonrisa en piloto automático desde que el Valencia Basket firmó el domingo su histórico triplete al ganar ... la Liga. Con la humildad de una capitana, simbolizado en tener claro que los trofeos debían levantarlos las compañeras lesionadas durante la competición, pero sin asustarse por la ambición que representa el sueño de la afición por la Euroliga.
–¿Nota el crecimiento del proyecto desde que llegó en 2019?
–Llevo cinco años y sí que puedo decir que se nota una evolución en cuanto a repercusión y a que la gente se vaya enganchando. Eso es una buena noticia pero aquí en Valencia siempre ha habido mucha afición. Es una ciudad de baloncesto pero es más fácil que la gente se enganche al éxito. Es una buena señal de que las cosas se están haciendo bien.
–¿Qué recuerda del anterior club que había en Valencia?
–De la desaparición del Ros Casares me acuerdo perfectamente porque tenía firmado el contrato con el Ros para jugar la temporada 2012-2013. Me quedé con las ganas de jugar con Laia Palau. En ese momento era el mejor equipo de Europa.
–¿En ese momento pensó que alguna vez volvería a existir un equipo femenino en la ciudad?
–No. Al desaparecer en ese momento el baloncesto femenino en Valencia ya nunca imaginé que iba a volver al máximo nivel. Era una época de crisis económica en España que hizo que muchas jugadoras nos fuéramos al extranjero. Estuve cuatro años en Francia muy a gusto. Siempre pensé que cuando volviera lo iba a hacer a Girona, a mi casa. Cuando me llamó mi agente con la oferta de Valencia y la ambición que tenían no me lo pensé ni dos veces. Es un lujazo que Juan Roig y Hortensia Herrero estén apostando así de fuerte por el baloncesto femenino. Al ver la Fonteta llena espero que se sientan orgullosos de apostar por nosotras. Tener ya siete títulos es increíble. Se dice rápido pero es muy difícil conseguirlo. Es señal de que el club está haciendo las cosas bien y que a la hora de fichar, además de jugadoras con mucho talento y de mucho nivel, son jugadoras de equipo. Que lo dan todo por el equipo y el club.
–Y con la Fonteta llena, que es algo que nunca pudo conseguir aquel Ros Casares.
–Jugar en ese ambiente fue una pasada. Lo que estamos creando en el Valencia Basket es un vínculo muy fuerte entre equipo y afición. Cuando ves la Fonteta así de llena y animando, no sólo en la final que estaba a reventar porque de normal viene mucha gente a vernos, es una gozada. Ojalá siga yendo así o a más.
–Ahora el sueño de la afición, y de la ciudad, es la Euroliga.
–Es una buena señal. El club está dando pasos al frente. Ahora hemos ganado un triplete y el siguiente paso ya no digo que sea ganar la Euroliga el año que viene, pero hacerlo espero que sea un objetivo un poco más a largo plazo. Ojalá no pase de cinco años para que lo pueda vivir. Por ejemplo, ahora podemos pensar en intentar llegar a una Final Four. Es normal que cuando hay un crecimiento se nos pidan objetivos más grandes pero tenemos que tener los pies en el suelo.
–Ha hablado de cinco años. ¿Su objetivo sigue siendo retirarse en el Valencia Basket?
–Ojalá se cumpla lo de retirarme en el Valencia Basket. Más de cinco años no voy a jugar. Me doy hasta 2029 y ya me voy, quiero ser madre y hay más vida después del basket. 36 años es una buena edad para dejarlo, no más.
–La espina de esta temporada ha sido la Euroliga. ¿Qué enseñanza extrae de lo ocurrido?
–En una temporada hay altibajos y la suerte que hemos tenido es que en los momentos donde se juegan los títulos hemos estado en buen momento, tanto anímica como físicamente. Me quedo con eso. La Euroliga, sinceramente, no es que me de mucha pena porque no era el objetivo del club este año ganarla. Es cierto que podríamos haber llegado más lejos pero si eso sirvió para llegar a la Copa de la Reina más frescas y ganarla, que ese sí que era un objetivo, pues mira.
–Ese tramo también estuvo marcado por la decisión de Rebecca Allen de marcharse del equipo.
–Fue decisión de la jugadora, ella tenía sus motivos y la tomó.
–Y llegó Alina Iagupova, que cayó como se dice 'de pie'.
–Merece caer de pie. Es una jugadora Top Mundial pero además es una persona de diez que sólo viene a hacer su trabajo. No se mete nunca con nadie, recibe golpes y no se queja. Es una de esas personas que no pueden caer mal de ninguna manera.
–¿La próxima temporada es la de la fortaleza mental para soportar la presión? Han ganado los últimos cuatro títulos nacionales que se han disputado.
–El club va a seguir dando pasos adelante, con lo que tenemos que intentar quedarnos con lo que hemos conseguido. Evidentemente no vamos a ganar todos los títulos, eso es imposible, pero sí que hay que intentar estar ahí en las finales para intentar seguir ganando. Se quedarán algunos por el camino, y es normal porque no se puede ganar siempre, pero hay que intentarlo.
–¿Cómo definiría a Rubén Burgos más allá de lo táctico, de su faceta de entrenador?
–Es tranquilo, humano y muy buena persona. Un entrenador no sólo tiene que controlar el tema de la pista sino saber manejar a la persona porque no sólo somos jugadoras ni robots. Tenemos cada una nuestras movidas y es una persona que el tema psicológico lo clava. Eso ayuda mucho como jugadora. Evidentemente ha evolucionado como entrenador, porque los años y la experiencia es lo que te da, pero lo bueno es que sigue siendo igual de buena gente y lo que transmite. Estamos encantadas con él.
–¿Acaban cada año más justas de fuerzas por el calendario?
–Jugamos muchos partidos en ocho meses y eso se traduce en muchos minutos en la pista, a lo que hay que sumar los viajes que también cansan. No estás igual de fresca a final de temporada que al principio, si se pudiera regular el calendario sería genial y supongo que estarán en ello.
-¿Cerrar la temporada con una medalla olímpica sería el sueño perfecto?
-Sí, sería el sueño perfecto. Los Juegos Olímpicos son maravillosos porque es una experiencia única pero el tema de la medalla es complicado porque compiten los doce mejores equipos del mundo. España siempre ha demostrado que está ahí. El verano pasado ya volvimos a ser nosotras porque cuando hay un cambio de seleccionador necesita un tiempo para moldear lo que tiene en mente. Hemos dado otra vez el golpe en la mesa y somos un equipo que siempre está en la mente de las rivales como un equipo fuerte.
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