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A un segundo para el final, Anderson le paró el corazón al Valencia Basket. Canasta y 81-80. Todo parecía sentenciado, la segunda final perdida para las taronja en poco más de un mes. Las jugadoras de Reyer Venecia comenzaban a celebrarlo. Pero no repararon en un detalle. El Valencia Basket tenía a dos jugadores extra en la rotación. Martín Labarta y Miki Vukovic. El maestro, a buen seguro, le pasó desde el cielo su mejor consejo a su amigo Rubén Burgos. El Venecia defendió las líneas de pase a Allen pensando que esa sería el intento al límite pero el balón fue para Carrera que forzó dos tiros libres al límite. El primero aseguraba la prórroga... el segundo desató la locura. ¡El Valencia Basket, campeón de Europa!. Sus jugadoras, campeonas. Ya nada pudo contener la euforia para un equipo que soñaba con un momento así desde hace años. El guiño a Miki Vukovic, y su manto milagroso en el último segundo, no fue una pose. En la camiseta de campeonas, esa que luego se tira cuando no se gana, preside la figura del maestro. De la leyenda. Las lágrimas de Rubén Burgos estaban más que justificadas. El alumno esta vez le ganó al maestro y consiguió ganar el título en su primera final europea.
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Reyer Venezia
Anderson (26), Howard (16), Fagbenle (12), Penna (10), Petronyte (10), Attura (5), Pan (2) y Bestagno (0).
81
-
82
Valencia Basket
Casas (20), Allen (16), Trahan (15), Carrera (11), Gulich (6), Romero (6), Gómez (4), Ouvina (2), Juskaite (0) y Pina (0).
PARCIALES 28-24, 18-17, 17-22 y 18-19.
Anna Gómez y María Pina. De Alfara del Patriarca y de Benetússer. Amigas. Compinches. Lo habían imaginado cientos de veces, en esas horas muertas de autobús atravesando España de punta a punta. Con la senyera anudada a la cintura y levantando la Copa a cuatro manos. En Hungría pudieron convertir ese sueño en realidad. Anna, tras cortar la red para llevarla a Valencia como recuerdo eterno, levantó los brazos al cielo. Aquella niña que fue mano inocente en el sorteo de la Copa de la Reina que ganó Miki en la Fonteta ya es campeona de Europa.
Del Pabellón de la Malvarrosa al de Szekszard hay 2.250 kilómetros. Esa es la distancia imaginaria hasta la que se transportó el primer bote de balón de la primera niña con camiseta reciclada del Ros Casares, después de que el club desapareciera en mayo de 2012, hasta que la capitana Anna Gómez levantó el trofeo de campeón de la Eurocup Women al cielo de Hungría. Conviene no olvidar de dónde vienes, cuando pierdes y cuando ganas. Aquella defensa numantina durante dos años de travesía por el desierto, hoy deben aparecer en negro sobre blanco Manolo Real o Toni Monzó. Juan Roig tomó la decisión de rescatar en 2014 a aquellos equipos sin un futuro senior por encima para que se pusieran la camiseta del Valencia Basket. Ahí empezó todo. El deporte, que tiene giros maravillosos, quiso que el primer título de la historia del club se esculpiera en un recinto muy similar a aquel donde hace casi una década aquellas niñas soñaban con volver a tener un primer equipo que sirviera de espejo. Ese proyecto ya tiene un recuerdo eterno, la primera chapa de oro.
La expedición del Valencia Basket, con la rutilante MVP de la Final Four que no es otra que Queralt Casas gracias a sus 20 puntos y 22 de valoración en la final, aterrizará hoy en Manises a las 11:50 horas. Las restricciones de la pandemia evitarán cualquier tipo de celebración al uso y se limitarán a las visitas institucionales mañana, con las capitanas y Rubén Burgos. El club sí que lo celebrará con la afición de una manera especial puesto que se está preparando un encuentro virtual con los seguidores para poder conmemorarlo. La fiesta, dentro de la burbuja, ya comenzó en el hotel de concentración en tierras húngaras.
La primera parte fue un máster para Rubén Burgos de lo que supone la expresión 'arbitraje FIBA'. El organismo europeo, anquilosado en el tiempo en muchos de sus resortes aún en 2021, siempre ha 'cojeado' hacia el más grande. No hace falta dar muchos más detalles, ahí está la hemeroteca. Miki Vukovic lo sabía bien y por eso la batalla de las finales también se jugaba con esa psicología. Si el maestro hubiera estado ayer en Hungría junto a los directivos del Valencia Basket, hubiera articulado en su particular forma de hablar la palabra vergüenza. El Reyer Venecia, con una defensa física, se marchó al descanso con dos faltas señaladas. Dos. Su rival, que no se acercó a la línea de tiros libres, a nueve. Entre ese doble rasero, lo vio todo el mundo en directo o televisión, y la pólvora de las italianas, la final se marchó 46-41 al descanso. A eso se quisieron agarrar las taronja, eran sólo cinco puntos.
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El Venecia quiso aprovechar su momento anímico para marcar territorio en el arranque del segundo tiempo (48-41). El Valencia Basket sabía que sólo tendría opciones de título en ese momento si volvían a su plan de la temporada, la defensa. De ahí nació la remontada que, con mucho esfuerzo, fueron labrando en ataque los puntos de Allen o Casas tras cada rebote o robo. Así llegó el 63-63 al final del tercer cuarto, una máxima renta de 68-73 y el sufrimiento final. Miki tenía razón, Valencia iba a volver a ser campeona en basket femenino.
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