JUAN CARLOS VILLENA
Valencia
Lunes, 22 de abril 2019, 01:13
La Fonteta ha vivido tantas batallas con el Valencia Basket en las últimas tres décadas, con el Pamesa de toda la vida, que el pabellón tiene alma propia. Con una pátina de mística plagada de lágrimas, tanto de pena como de alegría. Cuando aún retumban los ecos de la celebración del cuarto título continental del club es buen momento de poner el pause y abrir el foco hasta conseguir un angular de diez años. La historia de la entidad valenciana ha cambiado por completo en una última década tan prodigiosa como lo corroboran sus 10 finales y 5 títulos. Números de club grande que arrancaron, ironías del destino, justo en el momento en el que comenzó a firmar su adiós. «Hemos decidido adquirir el compromiso público de impulsar la apertura del abanico accionarial, realizando una solicitud expresa al nuevo consejo de administración para que en un periodo máximo de dos años encuentren y propongan una solución para la transmisión de las acciones que tenemos del club». La declaración de Juan Roig del 3 de julio de 2009 fue una bofetada de realidad a una entidad desquiciada tras varias temporadas seguidas sin rumbo. El cambio de guardia, Manuel Llorente traspasó los poderes a Vicente Solá y Paco Raga, inició un camino incierto que resumió el que sigue siendo a día de hoy presidente: «Éramos un club de millonarios. No hemos sabido gestionar esos recursos porque pensábamos que eran ilimitados. Se han acabado los jugadores de un millón de euros, que el Pamesa ha tenido una 'montoná'». El despido de Shammond Williams fue el símbolo de la redención.
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Neven Spahija fue el encargado deportivo de hacer renacer al equipo de sus cenizas. La llegada de Power Electronics en noviembre de 2009 apuntaló el presupuesto y el primer título de la década de gloria, en la primera final, ayudó a que volviera a germinar en Juan Roig la semilla de la ilusión por el baloncesto. Aquel 44-67 frente al Alba Berlín en Vitoria, el 8 de abril de 2010, fue clave. No la única. El verdadero motor del cambio de opinión del mecenas fue Hortensia Herrero. Sin su insistencia quien sabe lo que hubiera ocurrido.
La siguiente fecha clave de la década prodigiosa llegó en septiembre de 2011, cuando el Valencia Basket anunció que renunciaba a cualquier patrocinio externo para poner en el pecho el lema de la Cultura del Esfuerzo. O lo que es lo mismo, el músculo económico del club volvía a contar con el respaldo 'sine die' de Juan Roig y de su esposa, que desde ese instante también cubre con una partida anual esa ausencia de sponsor. Aunque se había perdido ya un título, la Supercopa de 2010, el ascenso de la maquinaria fue imparable. Tras el calentón de la final de la Eurocup de Moscú ante el Khimki de 2012 y el de la Copa de 2013 llegó el desquite en 2014 de la mano de Perasovic, con el título de la Eurocup pasando por encima del Unics. La ACB de 2017 con Pedro Martínez al frente, tras perder dos finales ese año, fue la guinda de un pastel que se acabó de adornar con la Supercopa de Vidorreta de 2017 y la Eurocup de Ponsarnau de 2019... 3.573 días después de la fecha que cambió la historia del Valencia Basket.
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