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El Valencia Basket se dejó en Madrid su tercera derrota seguida en la Liga Endesa, la cuarta en los últimos cinco partidos, y se complicó aún más si cabe sus opciones para estar en la Copa del Rey. Los números son claros. A siete partidos para el corte, los taronja están a dos victorias del octavo (el Bilbao Basket de Ponsarnau) con un balance de 4-6. La situación es límite por el muy mal average de los taronja. El -49 es el segundo peor de los diez equipos que están luchando por un billete copero y que tienen entre 7 y 4 victorias. Las cuentas son cristalinas. Para depender de sí mismo, la Copa, ahí está la hemeroteca, suele obligar a 10 victorias. Para esa horquilla, el Valencia Basket tiene que ganar seis de los próximos siete partidos en la ACB. Para meterse con 9 hace falta un buen average. Ese que ahora es malísimo. Una situación límite que Mumbrú reconoció, preguntado por este periódico, tras la derrota: «Es una cuesta arriba y nos quedan partidos por delante donde tenemos que luchar. Está claro que la Euroliga no para y tenemos que pensar en estar bien para el siguiente partido y competir hasta el final».
Esa, la Euroliga, es otra de las claves. La machada a la que obliga la Copa por los errores propios (las derrotas ante Murcia y Unicaja en la Fonteta son la condena) se deberá buscar con una Euroliga que no para y que seguirá obligando a desgaste. Este domingo, en Madrid, el Valencia Basket volvió a pagar caro otro nefasto día de cara al aro. Ganar un partido ante un rival como el blanco con un 23 de 73 en tiros de campo es, sencillamente, imposible. Sin Jones, tocado en la rodilla, ni Van Rossom y Hermannsson, lesionados, Harper evidenció que no es un generador (sí anotador de rachas). A Ferrando no le puede exigir nada. Es más, cumplió con nota en su regreso. Con tantos problemas físicos, los taronja no pueden vivir eternamente con un Prepelic negado en ataque. Toca cambiar el chip en la ACB si no se quiere ver la Copa por la tele.
Lo más duro de la derrota fue que al descanso, la sensación era que el Real Madrid había dejado pasar la oportunidad de poner el partido muy a su favor. Cuando al paso por vestuarios vas perdiendo en valoración 44-18 y llevas un 10 de 38 en tiros de campo, si el marcador dicta un 32-27 favorable a tu rival es el mal menor. La clave fue el rendimiento que los valencianos le sacaron al rebote ofensivo, con 0-8 en puntos anotados tras captura en ataque. Los blancos encontraron en Musa y Tavares la respuesta -20 puntos entre los dos en el tercer cuarto- para sentenciar el triunfo ante un rival muy gris.
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