La generación perdida

En la hemeroteca del baloncesto de cantera los Campeonatos de España Júnior centran el imaginario colectivo a la hora de repasar la historia de nuestro basket. Todo el mundo recuerda, o puede repasar, las exhibiciones de jugadores como Ricky Rubio o la última medalla valenciana que llegó el pasado curso con el equipo femenino del Valencia Basket. Para los jugadores de segundo año, además, es el último capítulo del libro de su paso por la cantera. Es un acto de graduación para ellos, el paso al baloncesto de adultos. El profesional. No lo será para los jugadores y las jugadoras del 2002 que se van a quedar sin ese recuerdo. Son la generación maldita por el Covid-19. El resto de deportistas tendrán una nueva oportunidad el próximo curso, ya sea en la misma categoría o en una superior, pero para los de 2002 el telón del basket base ha cerrado sin poder despedirse en el escenario.

«Es cierto que su generación se acaba y lo va a hacer en confinamiento. Para muchos ya será la despedida de L'Alqueria sin haber podido jugar más. Es una realidad que nunca ha pasado», reconoce a este periódico Andreu Casadevall, coordinador masculino de la cantera taronja. Su voz no esconde el pesar. No es para menos porque, además, L'Alqueria iba a ser la sede del Campeonato de España masculino este año. La joya de la corona. «Teníamos preparado una exposición fotográfica y actividades paralelas al evento. Iba a ayudar a hacer inolvidable ese último año para los jugadores del 2002 pero no va a poder ser. Nos vamos a quedar con las ganas» se lamenta el catalán antes de dejar claro una cosa: «Lo importante es que ganemos todos el partido de la salud. Los jugadores lo tienen claro y se muestran muy maduros».

A nivel deportivo, «el Júnior A valenciano estaba creciendo porque nuestra identidad es suplir la falta de jugadores extranjeros con el trabajo», y Casadevall apunta: «Les va a quedar esa espina de no jugar contra los mejores de España como han hecho todas la generaciones anteriores para testar su nivel». De los doce jugadores, nueve terminan el ciclo de cantera con tres internacionales, Guillem Ferrando, Millán Jiménez y Alonso Faure, y los dos de 2003 tendrán una nueva oportunidad en 2021, Fred Bagatskis y Diego Rivas.

A la merma deportiva se une, en los júniors de segundo año, la académica. Los campeonatos de selecciones también han quedado anulados y en el paso a la Universidad muchos deportistas necesitan los puntos que dan las internacionalidades o las medallas para tener -con la condición de deportista de élite- un mejor acceso para hacer compatibles el deporte y los estudios. «Trabajamos para que los jugadores que acaban ciclo de cantera tengan algún detalle», reconoce Casadevall.

Esteban Albert, coordinador femenino de L'Alqueria, comparte inquietudes pero destaca que la actividad no ha parado con la pandemia: «Nos hemos tenido que reinventar. El trabajo del baloncesto tiene tres partes (física, técnica y psicológica) y hemos adecuado las pautas. A nivel técnico, obviamente, sí que han habido más dificultades porque no todo el mundo vive en una casa con opción de poder botar un balón. Iniciamos una actividad con el título 'entrena sin molestar al vecino'. Todos los entrenadores se han preocupado de adaptar los horarios al tema escolar».

Con respecto a las jugadoras afectadas del 2002, «es normal que tengan tristeza pero intentamos reenfocar el tema haciéndoles ver que el camino que han tenido en la cantera es importante y que les ha formado. Ha sido un golpe porque este año teníamos un equipo con muchas posibilidades de hacerlo bien». El júnior femenino tenía a siete de las jugadoras que conquistaron el bronce la pasada temporada. No podrán defenderlo en la pista, como les gusta a los deportistas.