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JUAN CARLOS VILLENA
Sábado, 11 de septiembre 2021, 23:41
tenerife. El Valencia Basket no tuvo ninguna opción de tumbar al Barcelona en la semifinal de la Supercopa. No compitió. Reflejando lo evidente, es más fácil ir encontrando las claves de lo ocurrido ayer en el Santiago Martín. El equipo de Jasikevicius no dejó nunca, por mucho que el 3-8 inicial presagiara otra cosa, que un equipo con cuatro bajas le pusiera en aprietos. Una oportunidad así y más en pretemporada donde todo el mundo llega justo de cargas no aparece todos los días. El Barça no hizo lo del Valencia Basket en el primer partido de la semifinal de la pasada ACB contra el Real Madrid, dejar vivo a un rival sin medio equipo. El Barça hizo lo que tocaba en un tablero así. Ganar y punto.
Lo más decepcionante de los taronja en La Laguna no fue perder un partido contra el actual campeón de Liga y Copa con seis jugadores del primer equipo que llevan una preparación normal, otro que se incorporó al equipo hace una semana (Tobey), uno más que debutó ayer (Prepelic) y cuatro jugadores del filial. Lo peor fue que se mostró incapaz de encontrar una vía de escape a la presión del Barça para que hubiera partido tras el descanso. Cuando pierdes 15 balones en los primeros 14 minutos de un partido estás condenado.
La defensa ordenada por Saras no perdonó situaciones como la presión a Ferrando cuando estuvo en pista o los dos contra uno constantes para meter el dedo en la herida de un equipo que llegó justo de gasolina tras cuatro partidos de preparación repartiendo la mayoría de minutos entre media docena de jugadores. Hay un dato de ayer que lo dice todo. Entre Dubljevic, Claver, Van Rossom y Hermannsson -cuatro pilares del equipo- sumaron un -64 en la estadística del +/- en pista. Guarden el dato porque es complicado volverlo a ver. El registro, eso sí, revela que cuanto antes los valencianos tienen que ir recuperando efectivos (lo de fichar sigue estando descartado hasta nueva orden) si no quiere que el arranque de la Liga Endesa y la Eurocup (donde está el gran objetivo del curso con la plaza de Euroliga que tiene en juego) se le comience a hacer bola.
«Si pierdes quince balones, no tiras. Estamos siendo incapaces de pasarnos el balón y llevamos dos asistencia». El análisis de Peñarroya al descanso lo resumió todo. Desde el 3-8 inicial, el parcial hasta el paso por vestuarios fue de 42-20. Comenzó con un 16-0. Una auténtica apisonadora que dejó con el 45-28 el partido casi visto para sentencia. No por la diferencia, remontable en un partido de baloncesto, sino por la sensación de que el rival no tenía armas para poder realizarlo. La Supercopa es un título oficial, hay que darle valor cuando la pierdes para poder lucirla cuando la ganas, pero no deja de estar en el calendario de verano. En el torneo también se construye. En ese sentido, Puerto (11 puntos, 4 rebotes y 12 de valoración) y Pradilla (10 puntos, 11 de valoración y un gorrazo de escándalo a Mirotic) se marchan de Tenerife con la sensación de que han crecido para el equipo. Peñarroya debe tomar nota, al menos mientras Labeyrie y López-Aróstegui sigan siendo baja.
Aunque la sangría de pérdidas se fue controlando desde el ecuador del segundo cuarto, el Valencia Basket acumuló 20 al final del partido. Demasiadas. Los correctos porcentajes en el tiro de campo evitaron una paliza. Un consuelo triste pero consuelo al fin y al cabo. La única duda en la segunda parte fue si el Barcelona iba a relajar el pistón y el Valencia Basket lo iba aprovechar para que, al menos, hubiera algo más de partido. Ni en sueños. El equipo catalán apretó aún más la caldera para que la renta subiera de los veinte (54-32). Por entonces, el parcial desde el buen arranque taronja era ya de 51-24 y el primer finalista de la Supercopa ya tenía nombre. El choque, eso sí, dejó algunos detalles que anuncian la forma en la que Peñarroya va a intentar llevar al grupo. La concentración no se discute pese a las bajas. El de Terrassa no dudó en cambiar a Dubljevic tras no puntear un triple o a Prepelic a los 40 segundos de arrancar el segundo cuarto por un despiste. Al esloveno no le gustó el cambio. A Peñarroya le importó poco. El crecimiento, paso a paso, del grupo está por encima.
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