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El Real Madrid y el FC Barcelona disputarán hoy la final de la Copa del Rey más extraña de la historia por culpa de las restricciones sanitarias a las que ha obligado la pandemia, tanto en el interior del WiZink Center (con las gradas vacías menos en los asientos designados como invitaciones para los ocho participantes) como por las calles de Madrid. Para evitar el efecto llamada de las aglomeraciones no se realizó ninguna actividad en la ciudad que organiza el evento. La mejor noticia sería que nunca más la ACB se vea obligada a realizar el torneo bajo esas premisas, que también afectó al seguimiento informativo de los medios de comunicación locales. En 2022, vacunas mediante, volverá la normalidad.
La situación sanitaria, eso sí, dará un poco más de margen de maniobra a la hora de planificar lo que será la Copa del Rey en las próximas temporadas. La pandemia cogió con el paso cambiado hace justo un año, cuando terminó la edición de Málaga 2020 y saltó por el aire el plan trazado que no era otro que tener un borrador para celebrar el evento en 2023 en el Casal España Arena de Valencia y mientras eso llegara abrir el torneo a dos ciudades que nunca la hubieran albergado (con Burgos y Pamplona con el Navarra Arena de aval como candidatas). De las conversaciones y reuniones que se han producido en Madrid desde el miércoles la conclusión, tal y como confirmaron a LAS PROVINCIAS varias fuentes oficiales, es que la ACB está expectante a que las obras cumplan los plazos y poder celebrar la edición de 2023.
La actuación en el solar donde se levantará el Casal España se inició, curiosamente, un día después de terminar la Fase Final Excepcional que coronó al Baskonia en la Fonteta como campeón de la ACB. En los siete meses y medio que llevan las obras en marcha se está siguiendo a rajatabla el plan establecido que, a día de hoy, se centra dentro de la Fase 1 en la excavación de la parcela a una profundidad aproximada de 7 metros y la ejecución de los muros pantalla. El calendario previsto fija en noviembre de 2022 la finalización de las obras con el correspondiente permiso de apertura. A esa fecha habrá que sumar el tiempo de puesta en funcionamiento (dependiendo de la estructura puede ir de uno o a tres meses para el acondicionamiento, actualización de elementos técnicos y pruebas oficiales). Teniendo en cuenta que la Copa siempre se celebra en la segunda semana de febrero en caso de no poder llegar a tiempo de 2023 se trasladará el evento al 2024.
Ese es el deseo de la ACB y del Valencia Basket pero, para que todo eso suceda, las administraciones también tendrán que dar un paso al frente para hacer frente al canon. En la edición que hoy termina en Madrid, el Ayuntamiento y la Comunidad se repartieron el pago a la ACB para albergar la Copa en el WiZinK Center. En ese escenario que se le abre a Valencia en 2023, el Arena será propiedad de Licampa 1617 pero la organizadora debe ser la ciudad o, en todo caso, un entente como ha ocurrido con el Eurobasket Femenino que se celebrará en la Fonteta en junio de este año, donde el Ayuntamiento, la Diputación y la Generalitat han ido de la mano de la Fundación Trinidad Alfonso. El coste de la Fase Final Excepcional fue asumido en su totalidad por Juan Roig y está reflejado, con 1,5 millones, en las cuentas del club.
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