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El Valencia Basket sigue viviendo en una doble realidad que, una vez terminada la temporada 23-24, conviene explicar. Fuera de la ciudad, y entre los profesionales del baloncesto, tiene un modelo de negocio a seguir. Es más, que se estudia por muchos sectores. Con ... dos mecenas que aseguran unos 15 millones cada temporada en un presupuesto de 24, dos equipos profesionales (masculino y femenino) disputando la Euroliga, una ciudad deportiva (L'Alqueria) que es la envidia de toda Europa, un Arena en construcción para 15.500 espectadores en modo partido y un organigrama cada vez más profesional en áreas como negocio, tiendas o marketing. Su gran problema es que, poniendo el foco en su equipo masculino, la pelotita naranja es la que marca el camino. Y ahí se sigue atascando el proyecto.
Si el Valencia Basket quiere aspirar a ser igual de grande en la pista que su modelo de proyecto, aquello del continente y el contenido, sólo puede poner como nota un suspenso el contenido de la temporada, en global, que finalizó el sábado tras la dolorosa derrota contra el UCAM Murcia por 77-84 en el tercer partido de la serie de cuartos de final del playoff. Sólo desde el suspenso a la temporada y de no calificarla como buena, sino como mala o decepcionante (para aquellos más sensibles con los adjetivos) se podrá crecer. La autocomplacencia es la mejor amiga del estancamiento. Y eso, analizando el histórico más reciente del playoff, sigue siendo una de las asignaturas pendientes en un club donde, sólo hay que repasar la hemeroteca, las plantillas que han ido desfilando, cobrando buenos sueldos y sin retrasos, acaban desprendiendo en la mayoría de los casos, conviene dejar un porcentaje abierto a años donde no ha ocurrido, un aroma de que una vez terminada la Liga Regular de la ACB, y más si el equipo ha quedado entre los cuatro primeros, ya está la faena hecha. El playoff, en equipos grandes, no se puede encarar como una fiesta de fin de curso sino como la época con más colmillo competitivo. Con las fuerzas que se tengan en las piernas, que esta temporada han sido justas. Otro aspecto para analizar, por todos los departamentos implicados.
El pasado verano, tras una temporada con un balance de 32 victorias y 39 derrotas y los taronja cayendo en cuartos de final de las dos competiciones nacionales y sin opciones de Top 8 en la Euroliga desde febrero, el Valencia Basket ejecutó una revolución casi integral, apostando por Álex Mumbrú como eje central del proyecto (puesto que fue reafirmado). El club se desprendió de siete jugadores (Dubljevic, Van Rossom, Prepelic, Rivero, Alexander, Radebaugh y Evans), Webb III aumentó a ocho las bajas, el director deportivo, Chechu Mulero, fue despedido y los cambios llegaron hasta el staff técnico (con la llegada de Xavi Albert) y el físico. Con 18 millones presupuestados para el primer equipo masculino (sumando los sueldos y los gastos derivados de la competición incluyendo desplazamientos), la llegada de Luis Arbalejo a la dirección deportiva, de jugadores como Davies, Ojeleye, Jovic, Inglis o Touré y de tres temporeros (una de las críticas de pasados cursos, cuando no se fichaba por las lesiones) como Anderson, Pangos o Kaba, el resultado ha sido pasar de cuartos a semifinales de Copa, competir para Top 10 de Euroliga (no Top 8) hasta la penúltima jornada, despedir al entrenador antes de final de temporada por primera vez desde 2015, volver a caer en cuartos de final de la ACB y pasar de 32 victorias a 37 durante el curso. Cinco triunfos más que certifican la revolución como decepcionante.
La reflexión del playoff es cierto que es compleja pero los números conviene analizarlos para intentar encontrar soluciones, por muy complejas que también sean. El Valencia Basket ha perdido seis de sus últimos ocho partidos de cuartos de final de la ACB (sumando las tres series seguidas que ha perdido) y los últimos cinco que se han jugado en la Fonteta. Ese dato es tremendo. El equipo taronja no gana un partido de playoff ante su público desde el segundo de la semifinal de 2021 frente al Real Madrid. Con Ponsarnau en el banquillo, que también consiguió la última bandera de campeón masculina (en 2019). La perspectiva. En el dato global, de las 28 eliminatorias de primera ronda que han disputado los valencianos (las primeras fueron de octavos de final) sólo superaron 8 y fueron eliminados en 20, contando esta última frente al UCAM Murcia. El asterisco a poner son las nueve seguidas en la horquilla de crecimiento del Pamesa Valencia (aunque a partir de ganar la Copa de 1998 ya había nivel para superar aunque fuera una).
La primera que ganó el Valencia Basket fue en 2003, contra el Joventut por 3-0. Contando esa, el balance tampoco es bueno ya que es un 8-11 en una era donde la entidad ya dio un paso al frente para luchar por un lugar entre los cuatro primeros. Concluyendo con el análisis, sólo hay cinco entrenadores en la historia del club que han conseguido ganar una primera ronda de playoff; Pedro Martínez (en 2016 y 2017), Velimir Perasovic (en 2012 y 2014), Jaume Ponsarnau (en 2019 y 2021), Paco Olmos (en 2003) y Carles Durán (en 2015). El resto, ninguno. Los tres últimos entrenadores en sentarse en el banquillo (Joan Peñarroya, Álex Mumbrú y Xavi Albert) no consiguieron superar la que dirigieron.
La planificación de la temporada 24-25 ha comenzado con la negociación con Pedro Martínez para que sea el nuevo entrenador, con Xavi Albert de segundo, la ofensiva para fichar a Jean Montero, el segundo más valorado de la ACB esta temporada, mientras se negocia con la Euroliga una invitación para el curso 24-25 y un acuerdo a medio o largo plazo a partir de 2025. La plantilla está abocada a otra gran revolución, con cinco opciones de fichajes abiertas (Montero, Badio, Happ, Costello y Bozic) que no se concretarán hasta consensuar con el nuevo entrenador.
Con contrato, más allá de que durante el mercado alguno ejecute alguna cláusula, hay 12 jugadores. Divididos en tres grupos. Siete con los que se sigue contando, de partida, para el proyecto a expensas de la llegada del nuevo técnico (Jones, Puerto, Pradilla, López-Arostegui, Inglis, Jovic y Ojeleye). Dos, con contrato pero con asterisco. Brandon Davies tiene un año más pero el club le ha puesto encima de la mesa una ampliación que tiene que aceptar o no. Si no lo hace, el jugador tiene encima de la mesa ofertas de Euroliga, su futuro se complica puesto que el segundo año aumenta mucho el coste club. Pangos tiene una opción de club para extender su contrato pero su poca aportación, más allá de que actualmente está lesionado, apunta a ser otra de las bajas. Después, hay tres con contrato (Reuvers hasta 2026, Robertson hasta 2025 y Touré hasta 2025) que han acabado fuera de la dinámica del equipo, los dos primeros por decisión técnica y el senegalés por lesión de baja indefinida. Los tres apuntan a baja pero para ello habrá que llegar a acuerdos. Pangos, Kaba, Harper, Anderson y Claver terminan contrato. Los tres primeros también apuntan a baja. Con Justin, que tiene ofertas de Euroliga y una de ellas es el Maccabi, se antoja complicada de salida una renovación. Con el capitán hay que tomar una decisión que, además, afecta a los cupos de formación.
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