Nacho Rodilla y Víctor Luengo ofrecen la Copa del Rey en el balcón del Ayuntamiento 25 años después. damián torres
El título que cambió la historia del Valencia Basket cumple sus bodas de plata
25 años de la copa del rey del pamesa de 1998 ·
Nacho Rodilla y Víctor Luengo rememoran el momento en el que se ofreció a la ciudad el título desde el balcón del Ayuntamiento. El eterno capitán desvela el secreto de ese vestuario: «Éramos amigos y eso une y curte»
El 2 de febrero de 1998 el Pamesa Valencia escribió una de las páginas más bonitas del baloncesto español. En ese momento, la gesta fue ... del club pero ahora que se cumplen las bodas de plata de aquella Copa del Rey de Valladolid, ese hito sigue en la hemeroteca como algo irrepetible. Aquel equipo entrenado por el maestro Miki Vukovic fue el primero en ganar una Copa como debutante en el torneo y en 2023 nadie ha podido igualar esa hazaña. Tampoco el Valencia Basket ha conseguido otro título copero. LAS PROVINCIAS ha querido celebrar esas bodas de plata reviviendo la liturgia de la celebración por las calles de Valencia del título del 98 con los dos iconos de aquella plantilla, Víctor Luengo y Nacho Rodilla, subiendo las escaleras del Ayuntamiento para ofrecer a la ciudad la Copa. En 2018, cuando se cumplieron 20 años, Miki Vukovic y Luengo lo rememoraron ofreciendo la Copa a la Geperudeta. Lo que ocurrió en la celebración aquella fría noche de hace 25 años (un 3 de febrero que cayó en martes) fue otro símbolo porque fue la primera vez en varias décadas que se abría el balcón para celebrar un título de un equipo de la ciudad. La emoción de Luengo y Rodilla al levantar medio cuarto de siglo después el trofeo, aún con la plata reluciente, no puede transmitirse en palabras escritas en negro sobre blanco. En memoria de todos aquellos que estuvieron esa noche de gloria en el Pabellón Pisuerga y que desgraciadamente ya no están con nosotros.
-Han pasado 25 años y parece que fue ayer. Suele ocurrir con los momentos de la vida que son especiales.
-Luengo: Han pasado 25 años y por desgracia sólo tenemos una y no hemos podido ganar otra. Pasa el tiempo y no hace más que subrayar la proeza que hicimos en el 98 ganando la Copa.
-Rodilla: La Copa es un título donde cada día tienes que estar al máximo y donde si un día aflojas tropiezas y te sales. Es obvio que todos pensábamos que a estas alturas el Valencia Basket tendría alguna Copa más. Nos hubiera evitado hacer este tipo de reportajes muchas veces (sonríe) pero es muy agradable poder celebrarla 25 años después. Tuvo mucho mérito conseguirla y esperemos que el Valencia Basket pueda levantar lo más pronto posible la segunda. Este año en Badalona no tienen un camino fácil pero el nuestro tampoco lo era. A ver si cae la segunda el 19 de febrero.
-Un cuarto de siglo es mucho tiempo. Da para muchas cosas y ausencias. Es imposible no acordarse de figuras como las del doctor Jorge Mora, Miki Vukovic o Martín Labarta.
-Luengo: Por desgracia el paso del tiempo hace mella en la vida. En estos 25 años hemos perdido por el camino familiares y gente importante a la que recordaremos siempre por formar parte de una verdadera familia que fue el Pamesa de la Copa del 98. A Martín Labarta, a Jorge Mora que era el que nos cuidaba y sobre todo al maestro, a Miki, que fue el que nos llevó a conseguir el título.
-Rodilla: El secreto de este equipo era ese grupo, esa familia. Después, cada uno en su apartado hacía su función. Eso conllevaba que la maquinaria funcionase, dentro de la pista y fuera. La figura en la pista era la de Miki porque él nos inculcó ese espíritu ganador y de saltar a cada partido con la convicción de que podíamos ganar, fuera cual fuera el rival. Jorge Mora era increíble porque más que un médico era un psicólogo y estaba para lo que hiciera falta. Martín Labarta permitía cerrar el engranaje. Cuando se necesitaba algo, lo que fuera, ahí estaba Martín. En la sombra iba tapando cosas para que en la pista todo estuviera tranquilo. Son figuras determinantes en la historia del Valencia Basket y de la Copa del 98.
-Han vuelto a salir, 25 años después, al balcón del Ayuntamiento con la Copa del Rey de la mano. ¿Qué recuerdan de aquella celebración?
-Luengo: Recuerdo que ni siquiera podíamos avanzar con el autobús de la gente que había. Aún se me pone la piel de gallina de recordarlo. Era la primera vez que la policía abría el paso a un autobús de baloncesto en la ciudad para celebrar un título. En ese momento no fuimos conscientes de la repercusión porque estábamos en una nube, además siendo todos tan jóvenes. Con el paso del tiempo nos dimos cuenta de lo importante que fue y de lo que supuso llenar la Plaza de la Virgen primero y después la del Ayuntamiento. Fue un momento histórico y aunque luego llegaron más títulos ninguno podrá igualar, ni emocionalmente ni a nivel de respaldo, lo que significó el del 98. Fue el primer título para el club pero también situó al Valencia Basket en lo más alto y la afición se volcó.
-Rodilla: He sentido la misma emoción que aquel día. Ahora con el paso de los años te das cuenta que aquello fue un inicio para el club, para establecerse entre los grandes y tener esa mentalidad. Esta Copa fue el inicio de todo eso. Recuerdo también esa imagen del autobús que no podía avanzar, el pasillo que nos hizo la gente y el momento estelar de salir al balcón y ver la plaza llena. Es un orgullo formar parte de aquel equipo pero también de todo lo que vino después y de lo que es a día de hoy el Valencia Basket. Ha cambiado todo menos nosotros, que estamos iguales (se ríen los dos).
Nacho Rodilla y Víctor Luengo rememoran la entrada al Ayuntamiento y la salida al balcón con la Copa del Rey, como ocurrió en 1998.
damián torres
-Un símbolo de aquella Copa fue que tras ganar la semifinal, el 1 de febrero día del cumpleaños de Víctor Luengo, fueron a comer varios jugadores, con las parejas y amigos, a un restaurante de Valladolid. ¿Ahora sería posible algo así?
-Luengo: La verdad es que no sé si ahora sería posible pero es verdad que también tiene mucho que ver la faceta psicológica que tenga el entrenador. Miki jugaba mucho con esa parte. Aparte de ser un buen entrenador táctico jugaba mucho con la psicología. Permitir cosas así era una forma de destensarnos para la final. Pasamos unas horas desconectando. Dudo que se pudiera hacer hoy en día. En aquella Copa pasaron muchas cosas que tenían que pasar.
-Rodilla: Es verdad que nos salió todo en la Copa. Le ganamos en cuartos al TAU que estaba intratable en la Liga, era el mejor equipo ese año de la ACB. Creo que una de nuestras claves es que desde fuera parecíamos unos pipiolos pero en la pista éramos un equipo que creía mucho en su baloncesto. Ahí Miki Vukovic era clave en el factor mental. Recuerdo que cuando volvimos al hotel, después de comer, la mentalidad ya era pensar únicamente en la final. Conocíamos al dedillo a los jugadores rivales porque éramos unos enfermos del baloncesto. Vivíamos respirando lo que hacía cada equipo y cada jugador. Miki, permitiendo esos detalles, sabía que íbamos a estar comiendo en grupo con lo cual era algo que beneficiaba más que perjudicaba.
-¿Lo más bonito que les dejó aquella época es que medio cuarto de siglo después aún siguen siendo amigos más que excompañeros de equipo?
-Luengo: Tenemos la gran suerte de haber jugado durante muchos años juntos la mayoría de nosotros. Por supuesto Nacho y yo pero también con César Alonso, Berni Álvarez, Maluenda, Jesús Fernández, Zubizarreta... todo eso hace, pero también la forma de relacionarnos que teníamos antes. Entonces era real eso de que pasábamos más tiempo juntos que con nuestras familias. Nos conocíamos tan bien que sabíamos los problemas de todos. Éramos amigos y eso une y curte. Eso se notaba en la pista. Ese vestuario unido hacía mucho, nos ayudábamos siempre en cualquier problema personal que tuviera un compañero. De lo que fuera, sabías que podías contar con tus compañeros. Eso es lo que hace fuerte a los grupos y el nuestro marcó una época. Por eso, 25 años después seguimos siendo amigos. Nos guste o no, seamos humildes o no, marcamos una época en Valencia.
-¿El raje de Julbe al baloncesto de Miki Vukovic fue otra motivación extra para aquella final?
-Rodilla: Cada cosa que parecía que podía afectar al grupo generaba lo contrario. Disfrutábamos en la pista y nos daba absolutamente igual lo que dijeran de nosotros. Seguramente perjudicó más a sus jugadores porque les presionó más. Nuestro partido fue la mejor contestación porque lo controlamos de principio a fin. Esa final fue una exhibición del Pamesa y se demostró la personalidad del equipo, siendo tan jóvenes. El saber lo que tocaba en cada momento en pista y la mentalidad ganadora que teníamos. Julbe trató de perjudicarnos y no le salió bien. Recuerdo que la noche previa participé en una entrevista en la radio donde también estaba Julbe en la mesa y estuvo todo el rato dándome la espalda, girado y sin mirarme. Me causó risa y cuando volví a la habitación sacamos chistes y bromas, como de cualquier cosa que nos pasaba.
-Luengo: El gran éxito de Miki Vukovic fue hacer creer a todo el mundo que éramos los tapados. Llegamos los últimos a Valladolid, nadie daba un duro por nosotros contra el Baskonia y ganamos, después contra el Forum que era el anfitrión y cuando se nos lesiona Fox a los dos minutos y ganamos... se generó mucha expectación de cara a la final. A nosotros todo lo que se decía fuera nos daba tan igual que teníamos cara de felicidad. Así estuvimos todos los días. El rival en la final nos daba igual, como si hubiera sido el Real Madrid de Sabonis, y cuantas más cosas brutas nos decían más nos reíamos. Luego pasó lo que pasó, que cuando salimos a la pista fue un vendaval. Si algo teníamos bueno es que no cambiábamos nuestra forma de jugar, daba igual quien fuera el rival. Eso nos hizo más peligrosos. Los rivales sabían que si les sacábamos cinco o seis puntos de ventaja en los últimos minutos estaban muertos. Le dábamos el balón a Nacho (Rodilla) y no había forma de que nos remontaran. Ahora hay parciales de 20 puntos en cinco minutos.
-Otro aspecto que define aquella época, sin redes sociales ni tanta esclavitud de la apariencia, fueron los looks tan dispares en la celebración. Revisar las fotos es tremendo.
-Rodilla: Es verdad que ver esas fotos ahora que han pasado 25 años choca un poco, pero es cierto que fue una celebración muy natural. Estábamos recién llegados de Valladolid y cada uno fue con la ropa que llevaba en la maleta y como quiso. Éramos un grupo de chavales de 20 años que iba en vaqueros y con cualquier cosa a mano. No estábamos pendientes de esas cosas. Ahora todo es diferente y los equipos están obligados a otra cosa.
-Luengo: No estábamos tan expuestos al día a día que ahora mismo tiene un deportista con las redes sociales. Ahora veo fotos mías jugando y creo que no me he quedado ninguna porque no salgo en ninguna bien. Salgo siempre con gestos raros. Fuera de la broma, ese detalle habla de la naturalidad con la que vivimos esa gesta. A mí el alucine de haber ganado me duró una semana, no me podía creer que había ganado la Copa del Rey que siempre había visto por la tele.
Arriba, el equipo a su llegada a Manises al día siguiente de ganar la Copa. Abajo a la izquierda el momento en el que Luengo levantó la Copa en el Pisuerga y a la derecha, Miki Vukovic ofreciendo el título a la ciudad desde el balcón del Ayuntamiento.
efe
-¿Se ha perdido en el deporte moderno esa cercanía de los jugadores a la gente? Hay anécdotas de aquel grupo como que a aficionados que conocían de las peñas les acercaban a la Fonteta en sus coches si les veían andando de camino a un partido.
-Luengo: Esa cercanía nació cuando el Pamesa descendió de la ACB. Ahí la afición cerró filas con el equipo que se creó, que era totalmente nuevo y con gente joven. Subimos un año después y eso fue clave para nuestras carreras. Esa Copa del 98 fue gracias a aquel espíritu de la EBA y eso creó una unión tremenda con los aficionados. Cuando se subió a la ACB y se mantuvo el bloque de jugadores valencianos, con otros jugadores que habían llegado en la EBA como Berni Álvarez, eso creó una unión perfecta. En aquella época nosotros gestionábamos nuestra propia imagen y la relación con los aficionados o los periodistas. Venía directamente, por ejemplo, el presidente de una peña a decirnos si podíamos ir a una cena de aniversario o lo que fuera. Eso generaba confianza y cercanía. Hoy, en todos los deportes, se genera como una urna de cristal que separa esa sensación de cercanía.
-Rodilla: Todo fue una armonía perfecta y es verdad que esa cercanía a los aficionados que teníamos ese grupo de jugadores jóvenes, y muchos de ellos valencianos, fue clave. Recuerdo una concentración de la selección, ya con el equipo descendido, que vino el director general del Pamesa para asegurarnos que Juan y Fernando (Roig) contaban con nosotros y que tuviéramos tranquilidad. Esa unión de todos fue clave en la toma de decisiones del club y eso se trasladó a la afición. El aficionado se vio reflejado en todo eso.
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