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El partido de baloncesto entre el Valencia Basket y el Partizan disputado este martes en la Fonteta quedó, lamentablemente, en segundo plano. Lo ocurrido en ... la grada, y con la actitud de la directiva del conjunto serbio, fue impresentable. Una vergüenza. Denunciable. Más importante, para mal, que una victoria o una derrota. Un grupo de ultras del Partizan, con entradas en el sector 218 y otros que vinieron de otras partes del pabellón, ocuparon asientos del sector 219 para estar todos juntos. Cuando llegaron los abonados del Valencia Basket a sus localidades, tal y como relataron varios de ellos a este periódico, recibieron amenazas graves de los ultras. Esa actitud, con varios de ellos fumando (en España está prohibido en pabellones) provocó una carga policial nunca vista en la Fonteta. Tras la actuación de las fuerzas de seguridad, 16 seguidores del Partizan fueron expulsados de la Fonteta y se levantaron 4 actas por vulneración de la Ley del Deporte, donde alguno de los expedientados evidenciaron claros signos de embriaguez.
El director general del Valencia Basket, Enric Carbonell, bajó a la zona de pista durante la carga policial sin precedentes en la Fonteta, para pedir la colaboración de Zoran Savic. El director deportivo del Partizan, y leyenda del club serbio, despreció esa petición del directivo taronja. Escuchó al directivo taronja, sí, pero sin girar ni siquiera la cara ni levantarse de la silla. Otra actitud vergonzosa y lamentable. Y ojalá también sancionable por parte de la Euroliga, puesto que la nula colaboración de la entidad serbia (se podría haber parado el partido y lanzado algún mensaje por megafonía en serbio por parte de él o alguna cara reconocible del club, como la leyenda Obradovic, y que apaciguara a sus seguidores) no se puede tolerar. Tal fue la magnitud de la falta de respeto que el Valencia Basket, tal y como pudo confirmar LAS PROVINCIAS, amenazó con parar el partido y pedir su suspensión en el caso de que se volviera a repetir una carga policial por la actitud de los ultras. Algo que, afortunadamente, no hizo falta. Eso sí, los insultos y provocaciones siguieron durante todo el partido.
El clima de tensión llegó al palco, donde Juan Roig no dudó en afear a los directivos del Partizan la actitud de sus ultras. En la grada, algunos abonados con niños optaron por marcharse a casa. La policía, que desde la carga asumió el mando de la situación, reubicó a socios del Valencia Basket por motivos de seguridad, para tener delimitado el perímetro de los seguidores serbios. Durante el partido se escucharon repetidos insultos de «¡Puta Valencia!» e incluso aficionados taronja recibieron, en la grada de canasta, algún escupitajo durante el partido y al término del mismo, cuando abandonaban la grada. El caos llegó, incluso, a la zona de los baños en esos sectores, donde ultras del Partizan no dudaron en colarse en los baños de mujeres sin que nadie hiciera nada, tal y como relataron varios testigos de esa lamentable situación a este periódico.
La entidad valenciana, en la madrugada del miércoles, emitió un comunicado al respecto de los incidentes: «Valencia Basket quiere pedir disculpas a sus aficionados, especialmente a aquellos que tenían su localidad cercana al sector 218, por los hechos protagonizados por la afición de Partizan, que ocupó asientos que no eran suyos y mostró un comportamiento incívico forzando la actuación de las fuerzas de seguridad y la decisión de reubicar a los aficionados taronja. El club trabajará para que no vuelva a producirse nunca una situación similar».
Los incidentes en la Fonteta obligan a una reflexión profunda. La primera, en el Valencia Basket. En las últimas tres temporadas se han vivido tres partidos de máxima tensión. Contra la Virtus, en una eliminatoria de Eurocup, aficionados italianos se colaron en la zona de tribuna ocupando asientos que nos les correspondían, el pasado curso contra el Zalgiris, unas invitaciones supuestamente VIP a pie de pista se convirtieron en un espectáculo vergonzoso. Lo del Partizan fue peor, puesto que se puso en peligro la seguridad de los aficionados del Valencia Basket. La prioridad de cualquier club. A poco más de un año de mudarse al Roig Arena, donde sí que se podrá aislar a los ultras, en un pabellón donde las pocas entradas a la venta están situadas en una zona con abonados de la entidad, o se restringe el número de entradas a este tipo de aficiones o directamente se dejan de vender. Punto y final.
La reflexión, profunda, también debe llegar a la Delegación del Gobierno. La actuación de la policía, con la carga, fue efectiva pero la dotación policial en el partido, comparada con otros escenarios de esta temporada, a todas luces insuficiente. No tiene ningún sentido elevar la alerta antiterrorista, para permitir entre otras cosas que los GEOS con armamento militar entren en la Fonteta, para permitir que el Maccabi juegue en Valencia un partido (en el resto de sus viajes ni de lejos han tenido ese despliegue) y que para la llegada de ultras serbios en masa no se refuerce el dispositivo.
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