Si había un problema en el acceso de cualquier puerta en las instalaciones de cantera del Valencia Basket, en la históricas Naves y ahora en L'Alqueria, todo el mundo dentro del club (desde el empleado más raso al director general) sabía que el teléfono que tenía que marcar era el de Roberto Manuel Soler Leyva. El histórico portero falleció este sábado, de forma repentina, a los 62 años dejando un inmenso dolor en la familia taronja. Durante más de 24 años, entró a colaborar en el club en 1996 y desde 1998 fue el encargado de los accesos, ha sido uno de los rostros más reconocibles para todas las personas que han vivido el día a día de la entidad taronja y de sus categorías inferiores.
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Si hubiera que escoger un ritual que siempre repetía todo aquel que se cruzaba con Roberto y llevaba una camiseta de entrenamiento (primero del Pamesa y ahora del Valencia Basket) era que era recibido en cada entrene con una broma o un comentario. Una de las que más repetía era llamar «americano» a todo aquel al que veía que se estaba flipando un poco jugando. «¡Este se cree un americano!» decía entre risas. Sus riñas con los entrenadores de cantera por la apertura del material son legendarias en Las Naves. Su ritual de no abrir ningún baúl de los balones hasta las 17:45 (en las sesiones que comenzaban a las seis) hizo que más de una vez algún candado se abriera... por arte de magia. También con las botellas de agua. Su carácter bromista hacía que, en algunas ocasiones con las que discutía con algún entrenador porque faltaba agua, aparecía bebiendo pequeños sorbos a una botella bien fría. Genio y figura. Eso sí, la venganza que recibía siempre en ese clima de buen rollo es que tras algunas sesiones de entrenamientos los balones estaban sin recoger y sospechosamente muy distanciados unos de otros.
Para mantener la disciplina, y también para dar una lección de respeto por el trabajo de todas las personas que se desviven por el cuidado de la cantera, durante muchos años se estableció una norma que era que cuando un jugador entraba en las instalaciones, antes de entrenar tenía que buscar a Roberto Soler y saludarle... o comenzaba la sesión haciendo flexiones. Una tradición que se ha mantenido hasta el final de la temporada 2021-2022 por muchos entrenadores de la cantera. En los partidos, siempre tenía un momento para asomarse a ver jugar a las perlas del Valencia Basket. Siempre desde una esquina, sin querer que le apuntara el foco. En su territorio, cerca de la puerta. Sonriendo, y cerrando el puño, cuando se ganaba un partido.
«Valencia Basket Club, SAD. y todos los compañeros y amigos de la gran familia taronja desean transmitir el pésame por la pérdida de Roberto Soler, que durante 24 años ejerció como conserje controlando el acceso a las instalaciones de nuestros equipos inferiores, y que nos dejó en el día de ayer a los 62 años. Roberto deja un recuerdo imborrable en todos sus compañeros en el Club y L'Alqueria del Basket, así como en los jóvenes deportistas con los que convivió a lo largo de todos estos años. Valencia Basket quiere desearle mucho ánimo y fuerza a su familia en estos momentos tan difíciles«, así rezó el comunicado oficial del club llorando su pérdida. En las redes sociales, fueron constantes los mensajes de cariño de las personas que más le han apreciado todos estos años, los jugadores y jugadoras como Guillem Ferrando, Awa Fam, Van Rossom... y referentes de los primeros equipos como Anna Gómez: »Gracias por tener siempre palabras de ánimo, por ayudarnos y cuidarnos tanto. Pero, sobre todo, gracias por hacer más grande este club. DEP«.
Roberto Soler, como en otras dolorosas pérdidas recientes dentro del Valencia Basket como la de Loren Lopera el pasado mes de enero, encarna a esas figuras que lo dan todo por el club donde trabajan sin esperar nada más, ni nada menos, a cambio que el cariño y el respeto de todas las personas con las que conviven el día a día. Roberto, desde el poder que le daba su inmenso manojo de llaves capaz de dar acceso a cualquier universo, metía su particular canasta con su forma de ser.
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