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Xavi Albert, durante su debut en la Euroliga en el Stark Arena de Belgrado. partizan
Xavi Albert: «Quiero que los jugadores sean valientes y un baloncesto rápido»

Xavi Albert: «Quiero que los jugadores sean valientes y un baloncesto rápido»

El técnico reconoce que su sueño de entrenar al Valencia Basket ha llegado «más pronto de lo esperado», asume el reto sin verlo «un examen» y señala a Pedro Martínez y Obradovic como dos de sus referentes en los banquillos

Juan Carlos Villena

ENVIADO ESPECIAL GRANADA

Lunes, 15 de abril 2024

Xavi Albert Peralta (Valencia, 1987) nunca va a olvidar el mes de abril de 2024. En cinco días ha acumulado las experiencias de debutar como primer entrenador del equipo de su vida y en un partido de la Euroliga, enfrentándose a una leyenda como Zeljko Obradovic. Insuperable.

-Durante la gira de Belgrado y Granda se han cumplido 25 años de la final de la Copa Saporta de 1999. La primera final Europea de la historia del Valencia Basket. ¿Cómo lo recuerda?

-Esa era mi época de aficionado de niño del entonces Pamesa Valencia. Tengo todavía por casa de mi madre un álbum con recortes de periódico de la Copa del Rey de 1998, desde cuartos a la final que se gana al Joventut. Guardo con mucho cariño el recuerdo de ese primer título pero también tengo recortes de aquella primera Copa Saporta. Seguro que hay lágrimas en las últimas páginas de ese álbum porque ahí descubrí siendo niño la amargura cuando se pierde.

-¿Cuándo decidió que su vida pasaba por ser entrenador?

-La decisión me llegó desde la primera vez que cogí el equipo alevín del Ros Casares pero sólo con el concepto de entrenar en formación. Se me despertó algo que siempre había tenido dentro desde que tuve que dejar de jugar. Más que una decisión fue una pasión, es algo que te entra dentro y te tumba. Una ola que se te lleva. A partir de cadete tuve una lesión en la rodilla, en el tendón rotuliano, que se fue degradando y me obligó a apartarme muy pronto de las pistas. Es algo que me permitió hacer vida normal pero que me limitó la actividad deportiva.

-Es imposible esconder que entrenar al Valencia Basket es un sueño cumplido para usted.

-Sí. Ser entrenador del Valencia Basket es un sueño que he tenido siempre y se ha cumplido más pronto de lo que me esperaba. Al final, la vida es así. No puedes hacer planes muy predeterminados con antelación, tanto para bien como para mal. En este caso ha sido para muy bien. Entrenar al Valencia Basket es algo que he soñado desde el primer día porque es mi club. Además que soy muy de soñar, me pongo los cascos, buena música y me voy al río y me monto mis películas. Luego se cumplen un pequeño porcentaje pero lo importante es soñar muchas cosas porque algunas se acaban cumpliendo. La clave, como entrenador de formación, es cuando llega ese momento en el que tienes que replantearte la vida porque todos necesitamos trabajar y tener un sueldo. De cuánto tiempo puedes alargar la situación de entrenador amateur o si ya tienes que buscar dar el paso al lado profesional. Todos, en un momento dado, compaginas entrenar con un trabajo pero llega un momento en el que tienes que tomar una decisión. Decidí dar el paso, intentarlo, y en ese camino sigo ahora a ver hasta dónde me lleva.

-¿Le cabrea que haya gente que opine que los jugadores le hicieron 'la cama' a Álex Mumbrú?

-El contraste a veces entre la información que navega por fuera a lo que pasa por dentro hace que sea necesario la labor periodística, para tratar de acercar a los aficionados la realidad lo más posible. Me sabe mal que se diga esto porque es mentira. Es así, no puedo decir otra cosa y cada vez que me pregunten volveré a repetir la misma respuesta porque es así. La relación entre Álex Mumbrú y los jugadores era buena pero hay veces que no das con la tecla, o pasas un mal momento y no eres capaz de sobreponerte. En esos momentos las cosas, por mucha buena voluntad que pongas, no salen por diferentes motivos, emocionales o tácticos, y termina por aparecer un cúmulo de muchas cosas que llevan a finales así. Esto es deporte profesional, se acaba y es una pena.

-¿Cuál fue su reacción tras conocer la decisión del club de su despido?

-Me supo mal y ese primer día estuve muy tocado. Así se lo transmití a Álex Mumbrú en privado y luego en público. Lo único que quiero repetir para ponerlo en valor, porque así lo merece este grupo de jugadores, es que el concepto de 'hacer la cama' no lo he vivido. No es así. Todos los jugadores estuvieron en su despedida y fue sentida, de acompañar al que había sido su entrenador hasta la decisión tomada por el club. Todos quisimos acompañarle en ese mal momento que siempre es dejar de trabajar.

-¿Sigue las redes sociales?

-No mucho. Las que tengo algunas son privadas para un tema de mantener el contacto con amigos de toda la vida y otras las consumo a nivel informativo, con cosas que me puedan interesar, pero nunca me ha salido natural participar de ellas de una manera activa. Las redes sociales son un potenciador de los momentos de negatividad pero también de euforia. No hay que olvidar que la temporada comenzó con un 10-2 y se hablaba de la 'mumbruneta' y todo era un festival. Las redes sociales polarizan y todo hay que cogerlo con distancia.

-¿Influyen tanto en el ambiente, en los dos escenarios de viento a favor o en contra, como puede parecer?

-Hablando de la Fonteta, en los momentos en los que se ha ido mal es algo atemporal y se han vivido más situaciones donde esa conexión entre los deseos de la masa social y lo que en ese momento era el club no ha conectado. Por eso hay que explicar nuestra situación en la ACB y la Euroliga, o nuestra gestión de las expectativas no de no querer ser un club grande. El Valencia Basket tiene que ser lo más grande posible pero hay que ponerlo siempre en un contexto de lo que está capacitado a ser, por estructura o presupuesto. Lo que es innegable, si hacemos una vista retrospectiva a un periodo largo, es que el club cada vez es más grande, profesional y sus aspiraciones están asentadas en ser más competitivos. Los periodos puntuales no nos tienen que hacer perder de vista esto porque genera frustración y te hace estar cabreado en la Fonteta. 

-¿La Euroliga destruye tanto en el día a día como parece?

-La Euroliga es un martillo pilón, en lo físico y psicológico al mismo nivel. No hay tiempo de descanso. Creo que también penaliza a los jugadores que juegan su primer año en la competición, como pasa con el 'rookie wall' de la NBA, porque tardas en medir bien cómo gestionar tu cuerpo y gestionar tus esfuerzos. Está en el pódium de las competiciones más duras de cualquier deporte.

-¿Qué le gustaría implementar en el equipo en este corto plazo en el que se mueve?

-Me gustaría transmitir al equipo frescura. Quiero simplificar el juego pero jugando dinámico. Que los jugadores sean valientes y no duden en escoger las acciones más sencillas en el juego. Estaré contento si somos un Valencia Basket que genera situaciones para competir en los partidos, sea con anotación alta o en otros escenarios. En Belgrado no me gustaron las pérdidas pero sí los tramos donde el equipo hizo una buena circulación del balón aunque no acabamos de rematar. A la larga, la efectividad vendrá pero quiero implementar esa idea de un baloncesto dinámico, rápido, colectivo y donde todo el mundo se esfuerce por el compañero.

-¿Nota que los jugadores creen su discurso?

-La sensación que tengo es que es un grupo humano y profesional de diez. En la etapa anterior creyeron, empujaron hasta el último momento y sufrieron cuando las cosas no fueron. Ahora han recogido el cambio de entrenador y están intentado plasmar también las cosas que les pido al cien por cien desde el primer momento y sin dudarlo. Lo cual habla más bien de ellos que de mi.

-¿Qué resumen hace del camino que le ha llevado a su actual momento como primer entrenador del Valencia Basket?

-Un buen resumen de lo que me llevo en el camino es la cantidad de cariño que he recibido en los últimos días de toda la gente de cantera, de jugadoras que entrené hace más de diez años o entrenadores y compañeros de la época del Ros Casares, de la selección o ahora de Valencia. Tengo la fortuna que en todos los lugares donde he estado he formado parte de grupos de trabajo muy buenos, sanos y donde el cariño que se generó por el deporte, que es muy emocional, ha perdurado en el tiempo. Más allá de que los jugadores hayan llegado a un máximo nivel o una jugadora que se haya podido pagar una carrera en la universidad gracias al baloncesto. El ver que cada uno ha utilizado el baloncesto como una parte importante de su vida y me hacen llegar ese cariño personal, eso es el mayor de los logros.

-Fue jefe de cantera del Ros las dos últimas temporadas de la historia del club, desde 2010 a su desaparición en 2012.

-Para mí la época del Ros lo fue todo. Me coincidió en las últimas temporadas del equipo ser jefe cantera muy joven y mi último año tengo ya la opción de venir al Valencia Basket, que era uno de mis sueños porque jugué en cantera desde los seis años, y no lo hice porque no podía dejar a aquellos equipos de cantera aún poniendo en riesgo que se perdiera la oportunidad. Aquellas jugadoras, entrenadores y todas las personas que conformaban el staff de aquella pequeña cantera cerca de la playa es uno de los periodos más felices de mi vida y de donde me llevé más gente que me sigue acompañando a día de hoy. El mérito a lo que fue luego el trasvase de la cantera del Ros Casares al Valencia Basket cuando desaparece al equipo es para otros y ahí a la cabeza está Manolo Real. En ese momento yo ya estaba en el Valencia Basket y fue una alegría inmensa recibir a aquellos equipos.

-¿Rubén Burgos es un espejo en el que mirarse? Él también abandera lo del día a día y lleva ya siete años en su actual cargo.

-Sí, aparte es un compañero desde el primer día en el que entré a entrenar en el Valencia Basket porque él estaba de ayudante en el equipo de Liga EBA. Luego coincidimos un año en ese equipo, él de primer entrenador y yo de ayudante, y es un excelente profesional y gestor de grupos. Lo que más le define es que es un hombre de club y es el mejor piropo que le puedo dar.

-¿Como le sucede a él, usted tampoco tiene agente?

-Opciones hay y relación con ellos pero a día de hoy estoy en casa y ya veremos. No sé cómo irá mi carrera pero ahora mismo es un tema que hablo directamente con el club.

-¿Cuáles han sido sus referentes como entrenador?

-Me da pavor hacer un listado porque siempre pienso que me dejo a alguien pero diría que desde Manolo Real, que fue el que me ayudó en mis primeros pasos en aquellos alevines en el Ros Casares, a todos de los que he sido ayudante porque te permite ver, desde un cargo de responsabilidad, los modelos de trabajo. De los que han pasado por el Valencia Basket seguro que diría Pedro Martínez. Para mí su paso fue un antes y un después en percibir el cómo yo iba a entrenar y la manera de concepción del juego. Recuerdo muchas mañanas y tardes con Rubén Burgos que nos sentábamos en la primera zona de tribuna entrando desde las escaleras de las oficinas, porque queríamos ver sus entrenamientos. Aquello fue un antes y un después que continuó Jaume Ponsarnau, que va en la misma línea. Faltaría a la verdad si nos los pongo como referentes. De fuera del club, Obradovic al que tuve el placer de saludar en Belgrado y que está ahí desde que tengo uso de razón. También tengo referentes amigos como Dani Miret. Tengo la suerte de que la vida me pone casualidades maravillosas en el camino. Viene a jugar con la Penya a la Fonteta en unas semanas y estuve de ayudante con la selección española y con el que hablo de forma seguida. Siempre fue un apoyo importantísimo en mi carrera. Tengo unas ganas tremendas de poder enfrentarme a él en una pista ACB.

-¿Qué le dijo Obradovic en ese saludo en el Stark Arena?

-Me dio la bienvenida a la Euroliga y me dijo que se alegraba de que un entrenador joven tuviera esa experiencia. Me deseó mucha suerte en el reto por delante y en la Liga ACB.

-¿Es injusto que se analice este momento como un examen a su capacidad para entrenar al Valencia Basket?

-No me lo tomo como un examen por parte del club o que tenga que demostrar algo. Se ha producido una situación complicada para el Valencia Basket y he asumido un volumen de responsabilidad para gestionar. Es un reto, donde me estoy apoyando en los jugadores y el excelente staff que tiene el club. No es un examen, lo estoy viviendo como un período maravilloso para plasmar lo que he hecho toda mi vida al nivel máximo al que he podido aspirar.

-¿Del método de trabajo de la NBA qué conclusiones sacó de su experiencia en la Summer League de 2022?

-Aquello es otro mundo, es Disneylanda en cuanto a los recursos materiales y humanos. Los presupuestos que manejan permiten que cada parcela que en Euroliga llevan dos y en las competiciones FEB llevan uno o medio, allí se lo pueden repartir entre cinco o seis. En cualquier área. Esa capacidad les hace sacar todo el potencial posible. Me traje muchos conceptos tácticos del juego porque esa concepción que se tiene desde fuera de que hay poco trabajo táctico están a la vanguardia de los conceptos de baloncesto más novedosos.

-Siempre será un entrenador con sello de cantera. ¿Es un plus?

-Si un jugador joven no juega no crece. Si algo tengo claro, en cualquier categoría, es eso. Es como cuando un infantil que destaca sube a jugar con el cadete. Para que un jugador joven progrese tiene que jugar. Hay que ser capaz de establecerlo como filosofía de club, más allá de los entrenadores, pero tampoco echarlos a los leones cuando no están preparados Es la misma idea que con los entrenadores, paso a paso y sin tener prisa con ellos. Que sepan que están en un lugar donde no se les va a regalar nada por salir de la cantera pero que sí que van a tener esa oportunidad.

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