«Lo primero que quería es acordarme de Álex Mumbru, creo que hay que poner en valor la gente que pasa por el club y que nos ha ayudado a crecer. No sólo la parte deportiva sino la humana, el trato con él ha sido ... excelente con todo el staff, exquisito desde el primer día. Todos los que pasan por el club forman parte de nuestra historia y hay que tratarlos como se merecen». Para siempre quedarán como las primeras palabras en una rueda de prensa de Xavi Albert Peralta como entrenador del Valencia Basket. Si tenemos en cuenta que a sus 36 años acababa de lograr el sueño de su vida, aún le engrandece más. Se llama saber estar. No todo el mundo lo tiene.
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Unas minutos antes de pronunciarlas, tras ganar al Baskonia por un rotundo 111-101, pasó por la ducha en el vestuario porque sus jugadores quisieron darle el bautizo que merecía la ocasión. Cuando saltó al parquet, a poco más de media hora del inicio del partido, no pudo contener las lágrimas al sentir la ovación cerrada de la Fonteta. No era para menos. El último entrenador valenciano en debutar como técnico taronja nombrado por el club, no en una circunstancia puntual como la de Juan Maroto por el positivo en Covid de Peñarroya en diciembre de 2021, fue Paco Olmos, con 32 años. Hay que remontarse al 29 de septiembre de 2002, en un triunfo en la Fonteta por 81-69 al Caja San Fernando. Es decir, 7.861 días hasta llegar al momento de las lágrimas de Albert: «Me lo he pasado muy bien. Soy de la casa, entré en el club cuando tenía seis años y cuando ves la Fonteta así es algo que me lo llevaré de por vida. He estado muchas veces en la grada haciendo ruido y da gozo. Es el momento que soñé desde que comencé a entrenar y agradezco a la Fonteta que me haya recibido así. Me he emocionado».
Como sucedió con Olmos hace más de dos décadas, su llegada la primer equipo se gesta desde la cantera. «Es muy importante que se produzcan hechos para que nazcan referentes. Que alguien de la cantera dirija un partido de la ACB genera que la gente de L'Alqueria vea esa relación. Para mí ha sido una gran universidad de conocimiento», reconoció antes de mostrarse muy claro con respecto a su futuro: «En esta situación, y en todas las que he vivido en mi vida, no he pensado más allá. Estaré aquí hasta que el club lo necesite, tres partidos, hasta el final de año o lo que vayamos viendo que salga de manera natural. Este club es mi casa y así lo siento». Una reflexión calcada a la que ha repetido desde que llegó a su cargo, en el equipo femenino, Rubén Burgos. No es mal espejo.
Cuando fue preguntado sobre el secreto para conseguir una transformación radical del equipo tras el desastre contra el Asvel, volvió a dar una lección de lealtad: «Pecaría de soberbia si dijera que esto lo he activado yo. Volviendo al tema de Álex Mumbrú, pasa también las relaciones de pareja, que hay veces que no salen y no es el momento. Hay muchos cambios de entrenadores, más de los que me gustaría, y a veces un cambio de dinámica activa ciertas teclas. Hemos querido hacer cosas sencillas, pensando en otro referente aquí como es Pedro Martínez».
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Lo que sí que dejó claro es que, mientras esté en el puesto, intentará que el Valencia Basket sea reconocible a sus equipos de cantera o de selecciones inferiores en España, como la U16 que se llevó el oro en el pasado Eurobasket: «Es el estilo que me gusta y estoy orgulloso de que estos jugadores hayan puesto esa idea. Queremos ser un equipo dinámico, valiente y hacer cosas sencillas, bien hechas. Si el público nos empuja el nivel de acierto sube, es muy importante el factor emocional. Cuando tienes dudas y la grada empieza con el run run ese factor se extiende. Si en ese momento la grada te anima esa ayuda se nota. Si me quieren hacer el tipo más feliz en la ciudad que nos sigan llevando en volandas en los buenos y en los malos momentos».
El valenciano se puso serio cuando se le cuestionó sobre si el equipo estaba hundido con Mumbrú. Para dar la última lección: «Puede dar la impresión de que el vestuario estaba hundido pero no lo estaba, el vestuario estaba con Álex Mumbrú pero las temporadas de Euroliga son muy largas. Es un vestuario unido desde el primer día y con una calidad humana de personas que se apoyan. Hay veces que las cosas no salen pero no es por falta de compromiso. El equipo humano estaba unido y el vestuario estaba con Álex Mumbrú y con todo el staff».
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