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JULIÁN LARRAZ
Viernes, 25 de julio 2014, 00:01
Valencia. El Grupo Ros Casares se ha sometido al concurso de acreedores al tratarse de una de las condiciones sugeridas por la banca para buscar una solución definitiva a los problemas de la firma valenciana. Se trata de un paso previo mientras las grandes entidades financieras (Santander, BBVA, Caixa, Bankia, Sabadell y Popular) definen la estructura del fondo de rescate o banco malo de empresas en el que se va a incluir a la empresa del metal. «Estamos estudiando las condiciones que se van a aplicar», asegura una de las entidades financieras implicadas en el proyecto Fénix.
Según explica a LAS PROVINCIAS Francisco Juan Ros García, consejero delegado del Grupo Ros Casares, la decisión se ha tomado «de forma coordinada e informada con nuestros principales acreedores». La ley concursal permite a las empresas paralizar los procesos de embargo y ganar tiempo mientras se busca un convenio que evite la liquidación. El objetivo de este concurso es llegar a una propuesta anticipada de convenio que se materializará, previsiblemente, con una capitalización de deuda, es decir, la banca renunciará a parte de los créditos que debe Ros Casares a cambio de obtener una participación en la corporación metalúrgica valenciana. El porcentaje de Ros Casares que pasará a manos de las entidades financieras es aún una incógnita.
Para la empresa, el concurso de acreedores le permite, fundamentalmente, obtener tiempo mientras espera la decisión de la corte de arbitraje, órgano que depende de la Cámara de Comercio, en el conflicto que tiene con Thyssen, en el que esperan obtener una fuerte indemnización. «Hemos pedido como medida cautelar que depositen 30 millones de euros en previsión de lo que pueda pasar», desvela Francisco Ros.
El conflicto con la firma alemana se ha convertido en el punto clave del plan de viabilidad del Grupo Ros Casares. En los años noventa, la empresa valenciana y Thyssen firmaron un acuerdo que se concretó en la creación de una mercantil participada por ambos al 50% (Thyssen Ros Casares). Además, se firmaron una serie de acuerdos mediante los cuales las filiales de cada uno de los grupos se comprometían a mantener una relación comercial con ambas matrices. Una de las empresas afectadas por este compromiso era Galmed, una fábrica estratégica para Thyssen Ros Casares ya que le suministraba la materia prima. Los sólo 15 kilómetros de distancia que había entre ambas empresas hacían que los costes logísticos fueran muy bajos, lo que supuso un plus de competitividad. «De los últimos quince años, hemos repartido dividendos en diez hasta un total de 80 millones de euros», explica el consejero delegado de Ros Casares, que asegura que la viabilidad de Thyssen Ros Casares y su generación de beneficios es una de las características de su grupo industrial que más agrada a la banca.
«Los bancos coinciden en que el modelo de empresa es interesante por lo que nosotros queremos comprar el 50% de Thyssen Ros Casares mientras que el único interés de Thyssen es liquidar la empresa», asegura Ros García.
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