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Ana Botín, en su primera aparición como presidenta del Santander en septiembre de 2014.
Simple, personal y justa

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La revolución de Ana Botín al frente del Banco Santander llega a todas las áreas

amparo estrada

Viernes, 23 de enero 2015, 12:22

En menos de cuatro meses, Ana Botín ha cambiado casi todo lo importante en el Banco Santander: el consejo de administración es más joven e independiente, ha quitado muchísimo poder a históricos del banco, casi todos los principales ejecutivos son ahora colaboradores suyos directos de épocas anteriores, la estructura de capital ha sido muy reforzada a pesar de los mensajes que mantenía la presidencia anterior de que no era necesario, ha simplificado la estructura de divisiones corporativas y de negocio, el dividendo es la tercera parte del anterior y no se paga mayoritariamente en papelitos, el rol de los países es mucho más fuerte frente a la gestión corporativa Todo esto, en cuatro meses.

¿Qué le queda por cambiar? Puede que varios relevos entre los responsables de algunos de los diez países principales donde opera el Santander y un cambio radical de la cultura corporativa, que se irá introducida en muy corto plazo en todo lo que haga el banco, desde los mensajes de marketing hasta el diseño de servicios y productos, pasando por el trato y la remuneración de los empleados o el modo en que se establezca la relación del banco con los clientes, tanto antes como después de convertirse en clientes: todo habrá de ser "Simple, Personal y Justo". Es el mismo enfoque que ya ideó el equipo de confianza de Ana Botín durante sus cuatro años al frente del banco en el Reino Unido, algunos de los cuales también compartían con ella la gestión durante su presidencia ejecutiva en Banesto, directivos como Víctor Matarranz, jefe de gabinete; Rami Aboukhair, desde el pasado viernes segundo responsable de Santander España, o José María Nus, su director de riesgos tanto en Banesto como en el Reino Unido.

¿Qué cambios en qué países? Analistas del sector apuntan a dos mercados fundamentales donde el Santander necesita un empujón y un rearme tanto del negocio como de la estrategia: Brasil y Estados Unidos. En Brasil, el parón económico y las incertidumbres generadas por la gestión gubernamental no ayudan, y el banco no acaba de ser uno de los realmente grandes del sector, ante la pujanza de los locales Itaú, Banco do Brasil, Bradesco y Caixa Federal; y Estados Unidos, donde sigue siendo uno de los muchos bancos de la costa este, sin presencia en todo el país. Tiene una valiosa pieza añadida, que es el muy rentable negocio de financiación al consumo de automóviles, pero en los próximos años no tiene posibilidad de crecer mediante compras de otros bancos, como en otros países, dado que la regulación americana, desde la crisis financiera, aún lo impide.

¿Cómo ha hecho todos estos cambios estructurales Ana Botín? Probablemente a ella no le gustaría reconocerlo, pero pareciéndose mucho a su padre, a quien ella se refería como "mi predecesor" en actos públicos durante los primeros días de su presidencia, a la que accedió el 10 de septiembre pasado. Quizá porque el único modo de implantar nuevos modos en una entidad tan grande como el Santander sea hacerlo de golpe y sin dudar. Como lo hacía su padre.

Sin un carácter extraordinariamente fuerte, Emilio Botín no podría haber hecho lo que hizo, que fue transformar un pequeño banco regional de España en el primer banco europeo y décimo del mundo por capitalización bursátil, una multinacional de las pocas que tiene España, con 107 millones de clientes, 190.000 empleados, 15.000 oficinas y posiciones de liderazgo financiero en diez países de Europa y América.

Ana Botín tiene un carácter parecido. Quienes la conocen dicen que es carismática, lleva sobre sí misma el protagonismo público del banco, quiere intervenir y decidir hasta en los pequeños detalles, es leal con quienes le son leales, es testaruda y difícil de convencer, es innovadora, exige grandes dosis de autoexigencia a sus colaboradores, es adicta al trabajo y, sobre todo, no le duelen prendas al tomar decisiones drásticas si está convencida de ellas, incluso contradictorias con todo lo anterior. Y, sea como fuere, ni a los grandes inversores, los analistas o los reguladores, les ha parecido mal hasta la fecha. Muchos de los comentarios que han acompañado a todos estos cambios han sido "es lo que había que hacer".

Hoy, en el Banco Santander nadie duda de que Ana Botín llevaba toda su vida esperando su momento, esperando el acceso a la presidencia del banco que hizo grande su familia para demostrar que, a pesar de ello, no está ahí por méritos familiares sino porque se lo había ganado a pulso durante toda su carrera profesional. No en vano, en el Reino Unido ya la nombraron como una de las mujeres empresarias más importantes del mundo por haber transformado de arriba abajo en cuatro años a un gigante bancario como Santander UK y no por ser hija de su padre.

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