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REDACCIÓN
Lunes, 16 de marzo 2015, 00:58
La agricultura y la ganadería de muchas regiones de Rusia está cobrando inusitada fuerza, impulsada por la necesidad de contar con autoabastecimiento en el país a raíz de la guerra comercial con la Unión Europea y Estados Unidos, que ha cortado múltiples suministros que venían siendo habituales en los últimos años.
Vasily Zakharyashchev, miembro de la Presidencia de la Unión Agraria Rusa, ha explicado en Málaga que las sanciones impuestas por la UE y EE UU han sido una auténtica bendición para el sector agrícola y ganadero de su país, que ha visto crecer la demanda.
Zakharyashchev ha declarado a Efe que las sanciones les han obligado a dar un «gran salto» y a invertir, aunque ha reconocido que pese a los grandes recursos de los que disponen, en muchas ocasiones los agricultores no saben cómo trabajar sus tierras con los criterios que imperan en otros países, por lo que es preciso invertir en la transformación de sus productos.
«Por cada nuevo puesto de trabajo que se crea en la agricultura en nuestro país se generan otros seis en otros sectores económicos relacionados, por lo que es una apuesta clara para nuestro Gobierno», ha recalcado.
Zakharyashchev ha participado en el III Foro Ecológico Internacional de Marbella sobre agricultura sostenible, donde manifestó que desde Rusia perciben a España como un país que se opone a las sanciones y confía en que continúe la cooperación en el sector agrario.
Según este representante ruso, cuyo cargo equivale a un secretario de Estado en España, Rusia dispone de potencial para superar la situación derivada de las sanciones económicas a los productos alimentarios. Sin embargo advirtió de que este conflicto internacional ha puesto fin al fenómeno de cooperación creciente entre Rusia y Europa, con múltiples proyectos interrumpidos, por lo que las dos partes «han sido perdedoras».
Zakharyashchev ha acusado directamente al gobierno norteamericano de actuar como «lobos con piel de cordero que predican por el mundo que trabajan para la democracia cuando su objetivo era romper la colaboración incipiente entre Rusia y Europa».
Doble problema
Por otro lado, la situación político-comercial derivada del veto ruso no se ha traducido, como era de esperar, en aumentos de exportaciones de otros países no condicionados por las decisiones de Washington y Bruselas. La razón es que la debilidad del rublo no anima a que se arriesguen nuevos proveedores en el mercado de Rusia. Esto ocurre con los más lejanos, como Chile o Perú, que albergaron grandes esperanzas al principio del veto para suplir suministros de frutas, pero también pasa con proveedores más habituales de Rusia, como Marruecos, Turquía o Egipto, que están prefiriendo vender más en la UE, lo que provoca mayor competencia con los productores de España.
De esta manera, productores y exportadores españoles de cítricos y otras frutas y hortalizas padecen dos problemas derivados del veto: la pérdida de ventas directas en Rusia y más dificultades, con menores precios, para vender en el resto de Europa, porque hay más afluencia de todos los que por unas causas u otras tampoco van a Rusia.
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