Xavi Moret
Jueves, 9 de abril 2015, 12:16
La Comunitat atraviesa un momento histórico en llegadas y gasto de turistas extranjeros. El último año recibió más de 6,2 millones de viajeros internacionales que dejaron 5.388 millones de euros. A ello se sumó una tímida recuperación del turismo nacional, que registró su mejor dato en cinco años con 17 millones de visitantes. No obstante, a pesar de los esfuerzos por mantener una demanda más o menos constante a lo largo del año, prácticamente la mitad de los turistas que llegaron a la Comunitat se concentraron en sólo cuatro meses, de junio a septiembre.
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Excepto en casos como el de la ciudad de Valencia y algunos municipios de la Costa Blanca, la desestacionalización de la demanda sigue siendo uno de los desafíos pendientes del turismo, un sector económico clave que representa el 12,6% del PIB regional y que en 2014 dio empleo a 141.000 personas. El posicionamiento de la Comunitat como un destino eminentemente de sol y playa implica que, fuera de la temporada estival, la llegada de turistas apenas represente un tercio de la que se registra en los picos de demanda, con el consiguiente impacto negativo para empresarios y empleados del sector.
Durante este invierno, Benidorm mantiene cerradas algo más de un 30% de sus plazas hoteleras hasta el próximo 31 de mayo. Y ello a pesar de que la capital turística de la Comunitat es uno de los destinos que ha conseguido reducir los acusados vaivenes del calendario al enfocarse al turista sénior, fundamentalmente británico. En Gandia o Vinarós, las plazas hoteleras abiertas se limitan al 65% de la oferta disponible. Más allá de estos enclaves, la estampa que ofrecen muchas localidades costeras de la Comunitat entre noviembre y marzo se asemeja más a la de una ciudad fantasma.
Los índices de ocupación hotelera son uno de los indicadores más claros de la acusada diferencia entre temporadas. El pasado enero, el mes tradicionalmente más flojo en llegada de turistas, la ocupación media en los establecimientos de la Comunitat apenas superó el 33%, muy por debajo del 80% de media del último mes de agosto o el 70% de julio de 2014, según reflejan las estadísticas del Observatorio Turístico de la Comunitat.
Por destinos, las diferencias más acusadas se dan en el litoral de Valencia y Castellón, cuyo suelo en ocupación hotelera llega a quedarse por debajo del 20% en los meses de invierno para dispararse por encima del 80% en los de verano. La costa alicantina, con un 42,3% de plazas cubiertas en enero (53,2% sólo en Benidorm), consigue mantener un flujo más o menos regular a lo largo del año. En Valencia ciudad la ocupación media en los hoteles sólo baja del 50% tres meses al año y roza el 75% en verano.
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Pese a todo, la Agencia Valenciana de Turismo subraya que las acciones de promoción que realiza están contribuyendo a reducir la estacionalidad del sector y, por ende, facilitando la continuidad de parte del empleo generado en los picos de demanda.
En el caso de los visitantes extranjeros, de los 6,23 millones que recibió la Comunitat en 2014, algo más de 3 millones (el 48%) se concentraron en los cuatro meses de verano. Las llegadas entre octubre y mayo avanzaron un discreto 1%, por debajo del 4,4% de crecimiento en el conjunto del año.
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El balance es algo más positivo en el caso de los nacionales. Los 9,37 millones de turistas de otras regiones que visitaron la Comunitat fuera de la temporada alta representan un 55% del total. Respecto al año anterior, supone un avance del 4%, un incremento similar al de la demanda en temporada alta.
Aunque con algunos matices sobre las posibles soluciones, empresarios, expertos y administración comparten el diagnóstico sobre la conveniencia de reducir la estacionalidad. Durante una jornada organizada recientemente por la Fundación de Estudios Bursátiles de Valencia, el experto Ramón Galcerán, Socio de Advisory de la consultora Grant Thornton apuntaba la ruptura de la estacionalidad como el gran reto de la industria turística junto a la modernización y el enfoque hacia mercados emisores emergentes, fundamentalmente asiáticos.
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Como solución para ampliar la temporada turística más allá de los meses de junio a septiembre, Galcerán destaca entre otros el desarrollo del turismo urbano y sus variantes: turismo gastronómico, turismo urbano cultural, de compras, etcétera. A su juicio, esta oferta, ya sea de ocio o negocios, atrae a viajeros fuera de la temporada clásica con un perfil de gasto superior.
En este sentido, el experto aconseja también un esfuerzo por diversificar la oferta para compensar el excesivo peso que tiene el turista de sol y playa. La Comunitat tiene mucho camino por recorrer en este sentido, ya que sólo los británicos copan un tercio de la demanda extranjera. Francia, segundo mercado emisor de turistas para la región, concentran el 17% de las llegadas.
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Pere Durán, exdirector de Turismo de Barcelona, también aconseja no depender de un solo mercado. Sin ir más lejos, la Comunitat ya ha sufrido la excesiva dependencia del mercado británico, que cae un 10% en lo que va de año.
Por el contrario, la apertura a nuevos mercados como China o India, cuyos viajeros no tienen como prioridad el sol y playa sino el turismo de compras, puede ayudar a desestacionalizar la oferta y aumentar los ingresos, asegura Galcerán. Como ejemplo, el experto recuerda que mientras el gasto medio diario de británicos o alemanes ronda los 100 euros, el de chinos, rusos o brasileños se eleva hasta los 600.
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