La metamorfosis de la patronal

El presidente de la CEV, Salvador Navarro, renueva su mandato sin oposición tras sanear la organización y reducir su dependencia de los fondos de formación

Xavi Moret

Jueves, 30 de abril 2015, 21:16

Un mero trámite. Así afronta Salvador Navarro su reelección el pasado jueves como presidente de la Confederación Empresarial de Valencia (CEV) por otros cuatro años. La asamblea electoral se celebra en un ambiente radicalmente distinto al clima de enfrentamiento que precedió a la de 2011. A diferencia de lo que ocurrió entonces, cuando se midieron dos candidatos tras una enconada campaña que se prolongó varios meses, la previsión es que la asamblea de esta semana renueve por aclamación la confianza en el actual presidente.

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El escenario previo a esta asamblea poco tiene que ver con el clima de tensión que precedió a las elecciones de las que debía salir el sucesor de José Vicente González en la patronal de Valencia. Navarro, entonces presidente de Cepymev, fue uno de los primeros aspirantes que avanzó sus intenciones. Tras ello, y pese a los llamamientos de González para que se buscase el consenso -el expresidente evitó señalar a un sucesor- se inició un baile de nombres que, en realidad, escondía el pulso entre los dirigentes empresariales más veteranos y los de la nueva hornada, encarnados por Navarro o Vicente Lafuente.

Entre los primeros, que mantenían reservas ante la supuesta falta de experiencia de Navarro para ponerse al frente de la organización en sus años más difíciles, quien más batalla dio fue el entonces presidente de la patronal de la construcción (Fevec). Eloy Durá, impelido por la necesidad de conseguir más peso para el sector más castigado por la crisis, maniobró hasta el último momento para descabalgar a Navarro, promovió a Juan Cámara y finalmente acabó enviando a Juan Manuel Real a una batalla que tenía perdida de antemano.

Navarro resultó finalmente elegido con un apoyo superior al 85% de los votos de la asamblea. Cuatro años después, nadie recuerda la bisoñez que se le atribuyó entonces. Al contrario, en el seno de la organización -en particular en su núcleo duro- existe un amplio consenso sobre sus méritos para la reválida.

Su principal aval para una plácida reelección es la adaptación de la organización a un escenario marcado por el desplome de los ingresos como consecuencia de la pérdida de convenios públicos y las bajas de asociados. Para calcular la magnitud del problema, basta con comparar los 5,39 millones de euros que la CEV ingresó por convenios con la administración en 2012 -primer ejercicio completo de Navarro- con los 1,9 millones de sus últimos presupuestos.

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En apenas dos ejercicios, el presupuesto de la organización ha caído a menos de la mitad: de 6,4 millones de euros de ingresos obtenidos en 2012 a 2,7 presupuestados para 2014. La previsión es que en la asamblea ordinaria de este jueves se le dé otra vuelta de tuerca al presupuesto como consecuencia de la renuncia de la organización a gestionar los fondos para formación de trabajadores. Esta ha sido una de las decisiones más relevantes de la legislatura y ha obligado a realizar más despidos a principios de este año, el tercer recorte de empleados en apenas cuatro ejercicios.

De hecho, cuando Navarro tomó las riendas, la CEV acababa de salir de sus primeros ajustes: un recorte de plantilla del 15% y el cierre de cuatro de sus nueve oficinas comarcales. La morosidad de la Generalitat para abonar los fondos finalistas -que entonces dependían del éxito en la colocación de bonos patrióticos- obligaron a un recorte más drástico: la mitad de la plantilla fue despedida hasta quedarse en 29 trabajadores, se cerraron todas las oficinas comarcales y se bajaron salarios.

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Tras este primer tramo de legislatura marcado por los ajustes, la segunda etapa ha estado centrada en suplir con ingresos privados la falta de fondos de formación. La apuesta de Navarro en este sentido ha sido integrar a los colegios profesionales y captar empresas directamente asociadas, grandes firmas que pagan cuotas directamente a la patronal a cambio de tener representación en su asamblea, hasta un máximo del 30%. En apenas un año ha captado casi un centenar y ha cerrado acuerdos con entidades financieras para que, incluso, patrocinen sus asambleas.

Al margen de la transformación económica, el factor más destacado del primer mandato de Navarro ha sido el aumento de la proyección de la CEV: desde la defensa de la continuidad de la SGR hasta la mediación en el conflicto laboral del Puerto de Valencia a raíz de su nombramiento como consejero de la entidad. Pero uno de los momentos más delicados fue el enfrentamiento con la alcaldesa de Valencia a cuenta de la ampliación del Palacio de Congresos. La oposición de la CEV a esta operación, con el apoyo unánime de todos los sectores empresariales representados en su comité, consolidó el liderazgo del presidente de la patronal.

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A nivel orgánico, su mandato ha estado marcado por el refuerzo de los lazos con la Cámara de Comercio y con la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), cuyos presidentes han entrado a formar parte del comité de la CEV como invitados. En paralelo, los estatutos de la confederación fueron renovados para poder actuar contra las federaciones que no pagan sus cuotas, limitar al 30% el porcentaje de representación de las empresas directamente asociadas e introducir por primera vez en la historia la posibilidad de remunerar el cargo de presidente, una alternativa que Navarro no se ha planteado. Ahora, los estatutos se volverán a retocar para limitar los mandatos a ocho años.

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