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Sábado, 24 de octubre 2015, 00:09
En el 75 aniversario de la creación de Hidroeléctrica Española se editó un libro donde se relataba la historia de esta gran empresa de electricidad. Y se traslada hasta el lugar donde proviene la mayor parte de la energía que se distribuye posteriormente por la Comunitat Valenciana: a los saltos del Júcar. Sobre el río que nace en los montes Universales, en la serranía de Cuenca, se construye su primer salto: el de Molinar. Se emplaza en un tramo que es la vena fluvial más regular de toda España. «La elección del sitio -cuenta el libro- fue tan acertada que aún ahora, cuando la totalidad de los ríos ha sido explorada y evaluadas con precisión sus posibilidades hidroeléctricas, el conjunto de condiciones favorables, técnicas y económicas del Salto del Molinar no lo supera ningún otro».
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El relato de la construcción ofrece no pocos aspectos de gesta de pioneros. «Podría ser argumento, novelado o filmado, de una nación en marcha hacia el progreso o lanzada a la dominación de la naturaleza para conquistar su futuro», se relata en el libro. Por veredas de cabras hubo que transportar todos los materiales, tanto los más livianos como los más pesados. Fue necesario construir carromatos especiales, arrastrados por yuntas de bueyes, para poder transportar las piezas mayores de la maquinaria cuyo peso superaba, en muchas subidas, la fuerza de los elementales camiones de los primeros años de siglo. Y la era de la electricidad llegó a Villa de Ves, donde los vecinos se asombraban al ver aquellas aparatosas herramientas.
«A primeros de 1952 el Salto del Molinar dejó de producir energía. En la vieja central se paró el movimiento y reinó el silencio. Había entrado en servicio el salto de Cofrentes». Así se detuvo para siempre la primera central hidroeléctrica que se construyó para dar servicio a los primeros clientes que demandaban electricidad, tanto en Valencia como en Madrid.
«El Salto del Molinar era solamente el comienzo del aprovechamiento hidroeléctrico de la cuenca del Júcar». El río que alimenta, ya llegada a la llanura, las fértiles tierras de huerta de la Ribera y l'Horta, tenía mucho potencial para general energía eléctrica. En las inmediaciones de la unión de dos afluentes del Júcar, el Cabriel y el Guadazaón se construyó el Salto de Villora. Las obras se realizaron en un lugar parecido al asentamiento de Molinar y con análogas dificultades. Hubo que construir una presa en el río Cabriel, un túnel que perforaba un monte alto y estrecho para derivar las aguas a las de otra ladera y una central. Se logró un saltó de 111 metros. Villora fue, según Iberdrola, otro singular acierto de emplazamiento equiparable al de Molinar. «Aún se pondera que ambos han sido la fecunda matriz de Hidroeléctrica».
El conjunto del salto se construyó en tan solo tres meses, tiempo que aún hoy supone una marca de rapidez y de eficacia insuperables. La central se inauguró el 6 de octubre de 1914. «Los ecos de las explosiones de los últimos barrenos casi se empalmaron con el remoto estampido de los cañones en las primeras batallas de la primera guerra europea».
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Pero la demanda de electricidad crecía sin parar y la producción era insuficiente para dar servicio al creciente número de ciudadanos y empresas que iban subiendo al carro de la modernidad que suponía la energía eléctrica. Así que Hidroeléctrica Española planifica la construcción de una nueva central cuya energía, transportada por una línea de 40 kilómetros que enlazaba en Olmedilla con la de Molinar-Madrid, garantizase la respuesta al creciente consumo.
Villora nació con más larga vida por delante que su compañero Molinar. Entre los años 1924 y 1925 se amplía la central con un tercer grupo generador que duplica su potencia. Y se construyen embalses para regular los caudales y evitar que las sequías pudieran suponer una bajada en la producción de energía.
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El Salto de Villora, según Iberdrola, se convierte en una de las grandes fuentes hidroeléctricas del país. En los años 20 comienza la construcción del Salto de Cortes. «La magnitud de las obras aconsejó establecer una fábrica de cemento y adquirir maquinaria para excavación y hormigonado». Quienes allí estuvieron tuvieron que trabajar «al galope, con un ritmo increscendo, porque la demanda empezaba a desbordarnos». El emplazamiento elegido para la presa demostró no tener un firme adecuado y las obras, variado el proyecto sobre la marcha, se complicaron. En una «lucha contra el tiempo» se llegó a movilizar simultáneamente a 3.500 obreros. La construcción iniciada en 1917 finalizó para el primer salto cinco años después y un año después entró en servicio el segundo.
Pero el crecimiento del consumo reclama «insaciable» más energía eléctrica y el Júcar todavía tenía aún grandes caudales sin aprovechar. En 1928 se inician las obras del Salto de Millares, que se inauguró en 1933, con los dos grupos de mayor potencia instalados en aquella época en España. Fue el salto fundamental hasta la entrada en servicio de Cofrentes.
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La guerra civil supuso un paréntesis trágico que paralizó todas las obras públicas. Pero una vez acabada la contienda, continuaron los proyectos. No pudo Hidroeléctrica conseguir que el embalse de Alarcón acogiera otra central hidroeléctrica, que quedó en manos de los regantes del Júcar, que se comprometieron con el Gobierno de entonces a asumir el coste de las obras del pantano, así que se fijaron en otra parte de la cuenca del río Júcar. En 1952 inauguraron la central de Cofrentes, entre la confluencia del Cabriel y el Júcar, y que supuso el cierre de la antigua de Molinar, apenas 40 años después de su puesta en marcha. Se había quedado pequeña. Pero la producción se triplicaba con esta nueva infraestructura, que tenía una caída de casi 140 metros. De noventa millones de kilovatios se pasa a 280 millones, un motivo más que suficiente para cerrar una planta que se habilitó como embalse para mantener el caudal que permitía el funcionamiento de la nueva central de Cofrentes.
Vecinos
La comarca del Valle de Ayora se ha beneficiado directamente de la instalación de las centrales hidroeléctricas. Los ayuntamientos de los municipios que albergan alguna instalación tienen compensaciones económicas que revierten directamente en los municipios, aunque también han tenido que soportar molestias como el corte de la carretera de Cortes debido a desprendimientos a causa de las obras de ampliación de la Muela. En el municipio de Cofrentes, por ejemplo, además de la central hidroeléctrica se sitúa la central nuclear.
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