Un patrono inoxidable

Ser del metal imprime carácter. Histórico vivero de líderes sindicales, también entre los empresarios hay cantera. Éste ha sido el caso de José Vicente González (Valencia, 1946), presidente de GH Electrotermia, de la patronal autonómica valenciana Cierval desde 2011 y de Feria Valencia desde 2013, también ha quedado entre los cuatro únicos vicepresidentes de la CEOE, encabezando este fin de semana la delegación empresarial en la cumbre del G20 .

Admirado, aceptado o aguantado, según a quién se pregunte, su influencia ha ido en aumento en los últimos tres años, haciendo que el poder político reconozca en él un interlocutor tan fiable como poco condescendiente. Tras años de nula beligerancia hacia la Generalitat por parte de la patronal, González ya adquirió fama de decir "las verdades del barquero" en sus tiempos como presidente de la federación metalúrgica Femeval (2003-2005).

Esta postura reivindicativa no cambió al hacerse con los mandos de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV). Dicen que tener que disputarse aquel cargo con alguien con menos aristas con la Administración como José Vicente Morata le hizo ver que iba por el buen camino. Los empresarios, muchos aquejados ya entonces por los impagos de sus contratos con la Generalitat o los ayuntamientos no veían con malos ojos a alguien que, sin histrionismos, supiera decir en público las críticas que se comentaba en privado. De aquella contienda, González ya supo que podía orientar la proa hacia Cierval, mientras que Morata se conformaba temporalmente con la presidencia de la patronal valenciana de las pymes Cepymev, a la espera de la retirada de Arturo Virosque como presidente de la Cámara de Comercio de Valencia y del Consejo de Cámaras.

Personalmente niega que esta progresión haya sido resultado de una ambición, sino de una sucesión de los acontecimientos y de la falta de aspirantes. "Los empresarios queremos estar en nuestras empresas, que además es donde tenemos que estar, y estos cargos te quitan más tiempo de lo que te pueda aportar a la vanidad, porque de dinero, ya te digo yo que no se gana nada", suele repetir.

Algunas voces le critican que se ha vuelto más discreto ante el poder desde el cambio de gobierno, bien porque es temprano para sacar la artillería, según unos; porque hasta hace una semanas se estaba pendiente de los 2,5 millones de dinero público que debía aportar la aprobación del Reglamento de la Ley de Participación Institucional, según otros; o porque está de salida, en opinión de otros veteranos patronos.

Sea por unas razones o por otras, lo cierto es que desde la Generalitat se le ve con buenos ojos, incluso por responsables políticos que no se contaban entre sus admiradores respecto a la gestión de Feria Valencia. La institución llegó a sus manos hace dos años, pero su sombra estaba presente ya un año antes, cuando un hombre de su confianza como Enrique Soto fue designado director general del complejo y se puso manos a la obra para ejecutar un plan de rescate para sus maltrechas cuentas que ha desembocado en una refundación.

El conseller de Economía, Rafael Climent, de Compromís, no ahorró criticas a la división de la entidad en dos sociedades para que en una de ellas entrara capital privado, pero tras unas semanas de contactos lo ha terminado aceptando como un mal menor. Aunque quedan muchos flecos pendientes en este proceso, la renovación de González como presidente de la institución en diciembre se da por hecha y esta situación le mantendría en la cúspide empresarial hasta los 73 años, si se ve con ganas y apoyos.