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ÁLVARO MOHORTE
Viernes, 8 de enero 2016, 00:00
«Queremos construir los mejores vehículos de Europa y desde Europa». Esta es la filosofía de la firma suiza Stadler Rail que ha defendido su presidente, Peter Spuhler, en su visita como nuevo propietario de la factoría de ferrocarriles de Albuixech, tras su venta por parte de la compañía alemana Vossloh en el tercer trimestres de 2015. Spuhler, dueño del 85% de las acciones de su empresa y que mantiene fuera de la bolsa, ha señalado que se hace cargo de toda la plantilla, de 850 empleados.
De hecho, ha asegurado que tiene una «muy buena impresión» del centro valenciano y ha insistido en que encaja con su modelo de negocio y hace prever un incremento de su facturación como grupo. «Si somos capaces de fabricar vehículos buenos y de alta calidad, seremos capaces de todo», ha asegurado. En todo caso, el objetivo declarado es «no facturar por facturar», sino fusionar procesos, aprovechar sinergias con el resto del grupo en el que se integra y obtener con ello el crecimiento deseado.
La compañía helvética se hizo con la fábrica de trenes de Albuixech el pasado mes de noviembre por 172 millones de euros, de los cuales 48 millones corresponden a un pago en efectivo y los 124 millones restantes a la asunción de la deuda de la planta por parte de Stadler. Lo que le aporta la planta valenciana al grupo suizo es su especialización en el diseño y fabricación de locomotoras, tanto de tracción diesel como eléctricas, y trenes para metros y tranvías.
Además, la empresa quiere introducir sus otros productos través de las redes de distribución tejidas desde Albuixech para Vossloh en mercados como los de Francia, España, Norte de África y América central y del Sur. Sin embargo, Peter Spuhler entiende que la factoría valenciana tiene que integrar otros servicios al margen de las actuales y desarrollar la producción a medida de trenes, además de realizar montajes finales de otros conceptos de producto. «Toda planta a de vender de todo», ha advertido el presidente de Stadler Rail.
La compra se ha hecho cuando la factoría valenciana dispone de una carga de trabajo garantizada de dos años y una facturación prevista para 2016 de 200 millones de euros, como ha señalado el máximo responsable del centro Íñigo Parra. Sobre el riesgo actual de anulación del contrato de fabricación y compra de unas locomotoras por una compañía sudafricana, Spuhler ha asegurado que «toda compra tiene riesgos y oportunidades», aunque la 'due diligence' realizada ya detectó esta situación y se ha incluido una garantía para ese contrato.
En grandes cifras, el Grupo Stadler Rail tiene una previsión de volumen de negocio para 2016 de 2.200 millones de francos suizos (2.026 millones de euros actuales) y suma 7.000 empleados en sus distintos centros de producción, situados en su totalidad en Europa.
El futuro de Íñigo Parra
El centro de Albuixech, denominado ahora Stadler Valencia, se incorpora como una nueva división, al margen de las cinco que tenía hasta ahora el grupo: Suiza, Alemania, centroeuropa, de componentes y de servicio posventa. De hecho, Íñigo Parra, hasta ahora presidente de Vossloh España, pasa con la factoría que dirige a la nueva empresa, esta vez como vicepresidente ejecutivo de la división de España y presidente de Stadler Valencia, siendo ahora miembro de la junta ejecutiva del grupo.
Peter Spuhler ha aprovechado la visita para presentarse a los trabajadores y a las autoridades valencianas, para lo que se ha reunido con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. La historia de este empresario, nacido en Sevilla pero que en su presentación en España sólo ha utilizado el alemán para sus apariciones públicas, empieza en 1989. Ese año adquiere, con sólo 30 años, la empresa Stadler con 18 empleados.
Según la compañía, las familias de vehículos más conocidas del Grupo Stadler Rail son los automotores articulados de ancho europeo GTW, de los que ha vendido 600 unidades; los trenes regional y de cercanías tipo lanzadera RS1, de los que ha vendido 497; el Flirt, de los que le han comprado 1.128 trenes, entre otros modelos y tipos de tren. La compañía atravesó en 2012 y 2013 un bache de facturación que le hizo bajar del entorno de los 2.250 millones de francos suizos de facturación (2.071 millones de euros actuales) en 2013 hasta quedar por en unos 1.900 millones de francos suizos (1.749 millones de euros actuales).
Esta caída se debió a una revalorización de la moneda helvética frente a la europea que desplomó sus pedidos y abrió una brecha entre la previsión y los encargos reales en 2012, cuando estos últimos quedaron prácticamente en un tercio de lo esperado. Aunque se cumplieron las expectativas que habían depositado en 2014, la previsión de cierre para el pasado ejercicio se prevé en 2.000 pedidos frente a los 2.500 previstos.
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