Álvaro Mohorte
Martes, 12 de enero 2016, 20:55
La lengua oficial de Stadler Rail no es ni el inglés, ni el chino, ni el español. En la empresa de Peter Spuhler lo que se habla es el alemán, y se nota. La compañía suiza y su presidente lo han demostrado esta semana durante la visita que el cúpula de la organización ha hecho a las instalaciones de Albuixech, recién adquiridas por la firma.
Publicidad
En el aula habilitada como sala de prensa, un señor con barba y cabello canoso entró con el presidente Spuhler y el responsable de la nueva división valenciana, Íñigo Parra. Mientras los dos industriales ocupaban su mesa en el atril, el señor tomó una sillita y se puso junto a ellos. Su función era clara, traducir las palabras del empresario, pero lejos de expresarse en inglés y poder ser entendido por parte de la audiencia, dejó muy claro que él lo que iba a hablar era alemán. Y punto.
Hombre de carácter, es cierto que jugaba en casa y podía hacer lo que quisiera. De hecho, ni siquiera hubiera sido necesario que se presentada a los trabajadores, la prensa y al presidente de la Generalitat, porque sus antecesores en la propiedad del centro nunca lo hicieron. Pero Spuhler tiene sus propias reglas. Con el 85% de las acciones de su compañía, reparte el resto entre bonus para sus empleados y un 5% con la Fundación RAG, no ha querido dar el paso de entrar en bolsa para financiarse, ahorrándose el exponerse a los vaivenes de los mercados.
Suizo de nacionalidad, pero nacido en Sevilla, adquirió la empresa en 1989, cuando él contaba con 30 años y Stadler Rail ya tenía casi 50 y sólo 18 empleados. En ese momento, pocos eran los que invertían en empresas para la construcción de ferrocarriles en Europa. Desde entonces, la compañía conserva la sede central en Bussnang, un pueblo de 438 habitantes situado en el este de Suiza, cerca de las fronteras con Austria y Alemania.
Sin embargo, muchas cosas han cambiado. Hoy, el Grupo Stadler Rail cuenta con diversas plantas en Suiza, Alemania, Polonia, Hungría, la República Checa, Italia, Austria, Países Bajos, Bielorrusia, Argelia y Estados Unidos, a las que ha sumado la planta valenciana, oficialmente incorporada desde el pasado 1 de enero. Esto ha hecho que los 850 empleados de la antigua Vossloh España redondeen la cifra hasta los 7.000 trabajadores.
Publicidad
En 2014, último ejercicio auditado, el volumen de ventas del Grupo Stadler Rail rondó los 2.000 millones de francos suizos (1.839,71 millones de euros). Debido a la crisis del euro y del franco suizo, la compañía espera que la cifra alcanzada en 2015 sea similar, a pesar de que, echando la vista atrás, hace dos ejercicios la facturación ascendió a 2.400 millones de francos suizos (2.207,66 millones de euros).
El centro de Valencia se suma a las cinco divisiones de las que dispone el grupo, establecidas como las de Suiza, Alemania, Centroeuropa, componentes y servicio postventa. La compañía helvética acordó la compra de la fábrica de trenes de Albuixech el pasado mes de noviembre por 172 millones de euros, de los cuales 48 millones corresponden a un pago en efectivo y los 124 millones restantes a la asunción de la deuda de la planta por parte de Stadler. Lo que le aporta la planta valenciana al grupo es su especialización en el diseño y fabricación de locomotoras, tanto de tracción diesel como eléctricas, y trenes para metros y tranvías.
Publicidad
Además, la empresa quiere introducir sus otros productos través de las redes de distribución tejidas desde Albuixech para Vossloh en mercados como los de Francia, España, Norte de África y América central y del Sur. Sin embargo, Peter Spuhler entiende que la factoría valenciana tiene que integrar otros servicios al margen de las actuales y desarrollar la producción a medida de trenes, además de realizar montajes finales de otros conceptos de producto. «Toda planta ha de vender de todo», ha advertido el presidente de Stadler Rail.
La compra se ha hecho cuando la factoría valenciana dispone de una carga de trabajo garantizada de dos años y una facturación prevista para 2016 de 200 millones de euros, como ha señalado el máximo responsable del centro Íñigo Parra. Sobre el riesgo actual de anulación del contrato de fabricación y compra de unas locomotoras por una compañía sudafricana, Spuhler ha asegurado que «toda compra tiene riesgos y oportunidades, aunque la 'due diligence' realizada ya detectó esta situación y se ha incluido una garantía para ese contrato. Ahora, todos al tren.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.